/Cómo tomar unos mates y no quedar como un boludo

Cómo tomar unos mates y no quedar como un boludo

En nuestras tierras, no jugar a la pelota ni tomar mate significa quedar condenado al rechazo y las puteadas de quienes nos rodean. Como ser sanjuanino, pero menos desagradable. El tema es que, en el fútbol, tenías que evitarlo únicamente los días de gimnasia, donde uno pasaba más tiempo esperando a que lo eligieran, que jugando. Pero con el mate… la puta madre, cada día de facultad que hubo bajo este sol, lo viví con alguien preguntando si quería tomar con él (y algunos atrevidos que me pedían que cebara)

No tengo nada contra el mate. No puedo decir que no me gusta. Pasa que nunca me entrometí en esta cultura ancestral de la yerba y el «guarda que tá caliente, eh?» así que no soy tan piola como ustedes que no se queman, toman amargo, gambetean en el area chica y la ponen todos los fin de semana. Pero si se ponen en mi lugar es comprensible: estás chupando el tubo esperando que te llegue el líquido caliente a la boca y que te guste, siendo muy raras las ocasiones en que alguien escupe, porque todos tragan. Yo no entiendo qué pervertido inventó el mate, pero nos dejó el chiste fácil servido en bandeja.

Será que no tengo práctica, pero ¿Cómo carajo voy a tener práctica si cada vez que trato de tomar me sacan cagando? Ustedes tienen demasiadas reglas para una puta bebida. Nadie les dice «no, la cerveza no se destapa con encendedor porque es falta de respeto» o «no, el café no se endulza, los bebés lo toman así». Cada vez que intenté hacer un contacto con esta droga de agua caliente, me trataron de boludo por una razón diferente.

1 – El Agua

Estoy harto de las amenazas de la cagadera o de que me va a dar cancer de lengua. Si no es muy fría, es muy caliente, pero siempre hay una queja. Yo, que soy de los que le ponen hielo hasta el café, sufro como Palacio cuando vio que tenía que patear por abajo. Tu vieja se acosumbrará, yo no puedo. Al menos, no he sido ese que todos boludean por soplar desde la bombilla, como si pudiese congelar el agua desde abajo. Hermano, tenés un aliento picante que le prendería fuego al parque San Martín, no vas a lograr nada. La temperatura es lo que peor me hace sentir, como esas veces en que el fernet está intragable, pero ves que nadie se queja y no podés decir nada. Bueno, con el mate yo sí me quejo, y eso no me lo perdona nadie. Pero, claro, cuando toman agua sola, si no está fresca también se quejan.

2 – La yerba

Por si no hubiesen demasiadas metáforas sobre sexo y drogadependencia en esta actividad, tenés que elegir si querés la yerba con polvo o con palo. Una se te mete hasta el fondo del cerebro, ahogandote y provocandote muerte cerebral y de paladar. El otro… bueno… no tengo nada contra la de palo. Me es indiferente, como San Luis. Sólo entiendo que lo que más se lava en nuestra provincia además del dinero, es la yerba. Creo que el mercado de la coca en Bolivia no podría competir contra el de Chamigo, sin tener en cuenta todos los decorados que se le puede agregar: cascara de naranja, burro, chipica. A veces no sé si estamos hablando de preparar un mate o de ponernos una herboristería. Los vegetarianos se están perdiendo tremendo símbolo representativo en el mate, podrían hacerlo su logo de cómo pasarla bien sin comer carne, aunque sea lo más embolante del mundo pasarla bien sin carne, es como decir que la pasás bien estando castrado.

3 – El proceso

«No se dice gracias» me dijeron los muy egoístas. El que inventó esa regla no entendía un pedo de buenas costumbres. Por ahí se quería evitar que todo el mundo se la pasara agradeciendo cada vez que cebaba. La teoría más aceptable es la del «te voy a dar las gracias cuando acabes», frase que surgió en una noche de arrebato y pasión entre mamá yerba y papá cebador, que después quedó ligada a la cultura matera.
Tampoco se limpia la bombilla, porque no hay nada más agradable que analizar detenidamente qué sabor tiene la baba de tus amigos. No se pide dulce porque eso es «de cagón y lasherino». Tenés que tomarlo rápido para no hacer esperar al otro, y tenés que beberlo todo porque es una falta de respeto si lo dejás a medias ¿Soy el único que nota el factor petero acá? ¡El mate nació en un bulo! Y después alguien, queriendo llevar al límite sus pervenciones, inventó el mate de leche y se fue todo a la cajeta.

4 – El que ceba

Siempre me cagué de risa de este. Todos se quedan piolas mientras el cebador agarra, pone agua, revuelve, pone azucar, cambia la yerba, hace que circule, y recibe las puteadas si algo sale mal. La primera vez que me dieron este lugar de honor, me dijeron que me salía horrible ¡¿Cómo puede ser horrible si lo único que estoy haciendo es poner agua?! -Es un proceso mecánico -les dije- podríamos poner a una máquina a hacer esto y sería lo mismo, terminá de tomar y dejame de joder.

Pero no, al parecer hay trucazos en esta ciencia oculta. Según entendí, si sale con burbujitas es mas rico, como tirarse un pedo bajo el agua. La primera vez, algunos lo ponen de costado para meterle la yerba y la bombilla antes de empezar. Yo la primera vez que la puse fue de pie en un baño del Lagomaggiore porque era muy rata como para pagar un telo, nada de innovar cosas raras a la hora de meter la bombilla.
Y revolver… pareció que había puteado a la madre de cada uno con nombre y apellido cuando revolví la yerba. Yo pensé que así se sentía más gusto después, pero me dijeron que se lava más rápido si hago eso. No entiendo por qué no quieren ni limpiar la bombilla ni lavar el mate. Esto de cebar y de la yerba es demasiado hippie.

Creo que lo peor, es que después de que el agua por fin se acaba, siempre hay algún boludo que se para y dice «ahí vengo, voy a buscar más», y se va con el termo abajo del brazo ¡Esta mierda es infinita! ¿Cuando carajo termina? Ya sufrí más de lo legalmente permitido en una reunión de grupo. No he visto otra actividad que se tome con tanto respeto y decoro, a pesar de que todos lenguetean la misma bombilla, que cebar y tomar un mate. Planifican como en el ajedrez, viendo a quién le toca y para dónde se está moviendo la ronda; discuten como en la ONU si está caliente o no, si hay que cambiar la yerba o es temprano todavía y pelotudeces así; y se reúnen como adictos al crack en busca de una mateada. Es una cultura muy loca, que todavía trato de entender, donde me está costando un huevo y medio entrar.