/Cuatro no son multitud – Segunda parte

Cuatro no son multitud – Segunda parte

Gaby y Bati nos interrumpieron de golpe.

-¿Qué onda ustedes? ¡Tranquilos, eh! – dijo el Bati, riéndose.

-Bueno, mira quién habla – le responde el Rodri – ustedes no estaban muy tranquilitos que digamos… ¡no jodan, che!

La situación se cortó, por lo que medio nos vestimos, agarramos los tragos y nos acomodamos en el sillón los cuatro a seguir tomando. El Bati se había ido al baño y yo me senté al lado de Gaby, por lo que cuando él volvió, se sentó en uno de los individuales que sobraba. Permanecimos por minutos en silencio, por otros comentábamos entre los grupos diferentes cosas.

Yo había notado que el hecho de saber que los chicos nos habían visto me había calentado un montón, y quería seguir jugando, por lo que mientras me hablaban, mi cabeza volaba, imaginaba situaciones, escenas, y entre todo el barullo, la miro a la Gaby, le agarro la cara y le como la boca de un beso. Lo único que se escuchó fue silencio. Me despego de ella, que en ningún momento se opuso a lo que hice, y miré a los chicos, que, anonadados, se habían quedado mirando.

-¿Por qué las caras… me van a decir que nunca vieron dos minas besándose? – les pregunté entre risas.

-Sí, en realidad sí… bah, al menos yo – dijo el Bati – pero…

-¿Pero qué? – interrumpió Gaby – no sé qué te sorprende; podemos hacer eso y más – y terminando de decir esto, volvió  a mí y llevó una mano hasta el escote de mi remera, agarró con toda su mano uno de mis pechos y lo puso por fuera de la remera, mientras volvía a mi boca para continuar besándome.

No puse resistencia, pues como ya dije, la situación de que me observaran me calentaba muchísimo.

Ahora mi mano era la que entraba en juego, y era con su entrepierna, que, por encima de su bombacha, masajeaba su vulva.

Los chicos no emitían ningún sonido, así  que deduje que estaban muy metidos en la escena, y sumamente calientes, lo que traería como consecuencia un gran polvo si lo hubiese.

El juego que se estaba gestando con Gaby me encantaba; ella me encantaba, y no sé si por el efecto del alcohol que me había desinhibido, decidí hacer más. Me puse de rodillas en el piso frente al sillón, separé lo que más pude las piernas de mi amiga, corrí su bombacha y acerqué mi cara a ella. La besé por todos lados, la lamía por cada parte, por cada rincón, saboreándola; la acariciaba con mis dedos, incluso metía un poco mi lengua dentro de ella.

Mientras hacía esto, sentí cómo me tomaron de la cadera para elevarla un poco y unas manos bajaron mi culotte y empezaron a masajear mi cola en círculos, abriéndome y cerrando. No supe quién era hasta que vi a Rodri ponerse al lado de Gaby, a besarla y tocarla, mientras ella hacía lo mismo con él, que estaba totalmente desnudo.

Siento que está tratando de penetrarme, por lo que giro mi cara para verlo y darle mi aprobación a quién no me la estaba pidiendo, pero que apenas me vio mirarlo, me sonrió y se metió entero dentro de mí sin dudar. Yo estaba excitada por demás, por lo que el pase no le resultó dificultoso, y para mí fue totalmente placentero. Entraba y salía, mientras con sus manos seguía masajeándome.

Gaby ya tenía el miembro de Rodri entre sus manos. Lo apretaba fuertemente, como queriendo estrujarlo, y las deslizaba de norte a sur con movimientos enérgicos, que lo endurecían más de lo que ya estaba.

Permanecimos en esas posiciones apenas un momento más y nos movimos de lugares. Agarré a Gaby, me acosté sobre el piso y ella se puso sobre mí, pero invertida. Ahora ambas nos lamíamos mutuamente, y cada uno de los chicos se puso en un extremo de ambas. Rodri estaba ahora de mi lado, y Bati del de Gaby.

Rodri se dispuso para poder entrar en Gaby, pero sin quitarme lugar, por lo que ambos le daríamos a ella el máximo placer. Por su parte, en el otro extremo, el Bati se puso de rodillas también y me levantó un poco a mí para poder penetrarme, mientras Gaby seguiría colaborando con la lubricación, lamiéndonos a ambos.

Las manos de todos iban y venían por los cuerpos más cercanos que teníamos. Las lenguas eran las protagonistas de la escena. La música eran solo nuestras voces, respiraciones, gemidos y jadeos.

Supongo que por el estado en el que el alcohol nos había dejado, o por lo incómodo de las posiciones y el lugar en el que yacíamos, ninguno pudo acabar en el cuarteto que se había formado, así es que luego de un ratito, cortamos todo y nos fuimos a la cama, para poder estar más cómodos.

Ya no compartíamos el sexo entre los cuatro, pero sí la cama era la que nos daba el lugar y el espacio para poder continuar y terminar el asunto.

Yo tenía muchas ganas de estar con el Rodri, y al parecer el también, ya que apenas entramos en la habitación, me tomó de la cintura y me llevó hacia la cama. Como todo había sido distinto, quería que la forma en la que siguiéramos y termináramos también lo fuera. Empujé al Rodri sobre la cama y me subí encima de él, moviéndome como poseída, totalmente excitada. Cuando ambos estábamos por acabar, me salgo de encima de Rodri para ponerme ahora a la altura de su cara. Con sus brazos rodeó mis muslos y su lengua me penetraba sin cesar, haciéndome retorcer y tiritar a la vez, y dejándolo beber todo mi jugo.

Al tiempo que acababa yo, lo sentí terminar a él y me preguntaba cómo habría podido sin tocarse ni tocándolo yo. Mi sorpresa fue cuando giré y la vi a Gaby en posición de cuatro, con el Bati por detrás y ella con el miembro de Rodri en sus manos y su boca.

Cuando terminamos todo, nos tumbamos los cuatro sobre la cama – que era bastante grande – y nos quedamos dormidos automáticamente, víctimas del cansancio que ese juego nos había dejado.

Al día siguiente Gaby y Rodri se levantaron antes e hicieron un desayuno para todos. Era casi medio día y los chicos hablaban de comer un asado, así que se bañaron y se fueron al super a hacer las compras. Con Gaby nos quedamos limpiando y ordenando un poco. Parecía que hubiese pasado un huracán por adentro de la casa.

-Che, ¿qué loco todo, no? – le pregunto a mi nueva  compañera de emociones ahora.

-¡Sí, pero estuvo buenísimo, no me digas que no! – me responde ella muerta de risa.

-Y sí… nunca me imaginé haciendo esto. Qué loco que, de pensar que nos íbamos a pasar la noche las dos solas, hablando boludeses, quizás hasta viendo alguna película chota, terminamos en esto… ¡Muy muy loco!

-La verdad… Igual te digo, conociéndolos a estos… ¡esto es solo el principio, eh!

También podes leer:
Cuatro son multitud – Primera parte

El año pasado escribíamos:
Porque no somos egoístas compartimos nuestros regalos con ustedes 

ETIQUETAS: