/Dime a que boliche vas y te diré a quién te levantarás

Dime a que boliche vas y te diré a quién te levantarás

Luego de una salida con amigas, a la vuelta en el auto escuchando Karina al palo y cantando de forma irracional sus resentidos reproches, me colgué mal mirando por la ventana todas y cada una de las lucecitas brillantes del camino.

Una de las chicas inició la siguiente conversación:

Chicas, tenemos que conocer la mayor cantidad de boliches que podamos. Por más que sean lo más grasa del universo.

Ese comentario reseteó mi cabeza un instante, y mi mente se posó sobre otra rama de pensamiento. Sobre qué tipo de cosas me encontraría en cada boliche nuevo que conociera, basándome en los comentarios de mis pares y realizando un análisis estadístico superficial de la probabilidad de encontrar algo que valga la pena en cada uno de esos lugares.

-¡Vayamos a La Guanaca! – dijo otra de las chicas al ver pasar dicho boliche por nuestros ojos.

Siguiendo la línea de mis pensamientos dije: “¡Nooo, me han dicho que van de trampa los tipos ahí!”. Un comentario estúpido pensé, porque de trampa hay gente en todos lados, incluso en el parque central a las 2 de la tarde, pero de ahí surgió la idea de que cada bolichón tenía una marca, una característica imborrable debida a lo de siempre, el puterío.

Entonces aquí me encuentro, dándoles una pequeña guía de lo que pueden encontrarse según el lugar al que salgan; dando detalles de vestimenta, aroma, estatus sentimental, estatus económico y demás pequeñeces según surjan.

La Guanaca, pasión y matraca 
El mismo slogan te lo dice: pasión y matraca. O sea, es lo más trampa de lo trampa. Van casados, casadas, recientemente separados, multifértiles, menores de edad, etc. Todos coinciden en algo, su amor por la pachanga desenfrenada cuartetera y su amplia gama de estados civiles. Es como un nido de pájaros híbridos, son lo que quieras que sean. El nivel de sudor es en cantidad igual a un chapoteo en El Carrizal, siendo su sabor lo más parecido al Mar Muerto…bien saladito. De aroma alcohólico predominan el cervecero y fernecero; y el status económico en estos casos es proporcional a la edad de tramposo. Si salís acompañado/a, a la semana tenés a un ex en la puerta de tu casa o mandándote mensajes.

Apeteco 
Un poco irónico es el hecho de que es una misión imposible que alguien te lleve a peteco estando dentro del boliche, ya que tipo 3 de la mañana si entra un mosquito más el lugar explota. La onda es más tranqui; se va a bailar en pareja, festejar en grupo o a levantar en pala, según se prefiera. Lo interesante de Apetecopate, es que al estar tan cercano al centro podemos encontrar mayor variedad de origen, porque los hoteles y hostel están cerquita. No es raro ver a un negro de tipo africano o a un rubio de tipo ucraniano. Tampoco es raro ver a un chileno pasado de edad. Lo interesante de acá es que aumenta un poquito el poder adquisitivo; ya no te invitan a tomar una cerveza, sino te pagan un vino. Nivel de sudor es apenas menos que el anterior, y el aroma tiende más a lo etílico. Lo genial de este lugar, es entrar a mitad de la noche con ganas de bailar…imposible pasarla mal. Levantar…acá levantás de todo.

Por Acá
Por lo que me han contado mis amigos varoniles y vigorosos, en este tipo de lugares uno practica la pesca internacional mejor que en cualquier otro lado. La onda es medio skater-electro-careta, pero yendo tempranito a comer algo todo se puede lograr. Las edades generalmente no pasan de los 30 pirulos y el color de pelo de las especies femeninas tiende mucho al rubio ruso. Bebidas hay varias, pero al ser onda tranqui te encontrás con cerveza para hombres (que van a pescar, no a gastar), tragos piringuis para mujeres locales (que van a hacerse las divinas) y cerveza coronita para las blondas (que son las primeras en morder el polvo). Poco sudor, porque hay que mantenerse divina total. Tu acompañante de fin de noche va a tener: o un skate, o un piercing raro, o un tatuaje en la cara, o un pantalón por las rodillas, o un acento raro, o combinación de los anteriores.

Al Sur
Impresiona la variedad, pero más impresiona que la mayoría es gente con onda. Sí, las mujeres son o gatos infernales o narices respingadas; sí, los hombres pueden llegar a ser muy grandes o muy “intocables”; pero el lugar tiene potencial. La música da para bailar con o sin alguien, y el lugar da para escaparse de cualquier acosador/a que aparezca. Seguro lo que encontrás viene con cuatro ruedas, o al menos con plata para taxi (al estar tan alejado del centro y tan cerquita de chacras), por lo cual es bueno saber que no cualquier llega a ese lugar. Acá abundan las camisas a cuadros y los tacos de moda. El olor alcohólico es principalmente de vodka con energizante o vino espumante. Salir, uno puede salir con lo que sea que esté adentro, pero lo bueno es que la mayoría tienen trabajo y las edades no son tan excesivas. Turistas, también los hay. Una vez un italiano nos compró, a mi grupo de amigas y a mí, unos 8 fernet por ser simpáticas…

El 30
Esta es definitivamente la gronchada más groncha de todas a las que he podido ir. La música tiene dos variantes: o cumbia de la guachinada, o reggaetón del “la miré y la emboqué”. Recuerdo que mi primera impresión fue ver que le faltaban los dientes a la mayoría de los bolicheros de la pista. Los bailarines de tarima eran hombres con pantalones caídos y musculosas blancas de las cruzadas atrás, transpirados y un poco excedidos de peso. Las bailarinas lucían pantalones guerreros y remeras con brillitos, y como cereza de la torta tenían tremenda cara de mapache (por el maquillaje). Olor alcohólico de dudosa procedencia. Personajes con aspecto de mafiosos jugando al póker en el primer piso. Negros de los africanos con muchos collares dorados. Mujeres con remeras muy apretadas de más de 80 kilos de peso. Nada bueno se puede levantar de ahí.

Y bueno, hay muchos más pero la nota se hace larga y los lectores se me duermen. Lo dejamos para una próxima vez.

¡Tengan cuidado a donde salgan esta noche!

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