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El blíster del amor

Infinidad de veces me dijeron que no consuma drogas legales. Esas hermosas que te dan los médicos  para que bajes un puto cambio. ¿Para que las voy a evitar si son la gloria misma?

Soy un atado de nervios, en modo continuo. Me como los dedos, muevo la piernita frenéticamente y si ya mis niveles de histeria superan la normalidad, no puedo tragar ni una gota de agua. Ni hablar de comer. Grito y golpeo cosas para no matar a algún inocente ser vivo.

“Tomate este aceite, gotas de canela con ajo, el té de caca de gorrión, prendé este saumerio con olor a pedo de hindú, hablale al sol, abraza a un árbol, pero no, no tomes esas porquerías que son re adictivas y hacen mal”

A ver madre, quiero ir al hospital y decirle al médico: ¡Dame clonaginnnnn! ¿¡No me voy a suicidar, no ves que no me quiero suicidar?! ¡DAME CLONAGIN que voy a matar a alguien! ¡Quiero paz, quiero tener esa maravillosa sensación de que todo me chupa un huevo! ¡Caramba!

El pibe está infumable y no deja de gritar, me chupa un huevo. El auto parece que grita del lado de la rueda izquierda, me chupa un huevo, si total mañana, se lo llevo al mecánico. Los ocho chocos rompen las pelotas y nadie los quiere, me chupa un huevo, inauguro un zoológico y se terminó el asunto.

Todas esas reflexiones anti estrés, las tengo gracias al medio miligramo de clonazepam en sangre. Así es que pido a todo hippie fuma chala, que deje de aconsejarme de manera tan pedorra sobre como calmarme, porque no puedo, ¡¿o no ves?!

Soy fan de las drogas químicas que te pasan por intravenosa. La mejor es la que te dan cuando tenes que hacerte algún que otro estudio de baja complejidad. Contas hasta tres, y mágicamente estas charlando con Alicia y el Sombrerero, sobre la realidad actual del país. Pero cuando despertas, quedas tan en modo tarada, que los músculos parecen una gelatina de lo relajados que están. Y ahí, es cuando vuelve esa bella sensación de “todo me chupa un huevo». El enfermero recomendándote que no te levantes hasta que haya pasado el efecto y vos pensas: “Todo bien, estoy tan feliz que si me vomita un pterodáctilo en la cabeza, me voy a reír como nunca antes en la vida, amigo»

Con toda esta perorata de adicciones de porquería, no busco hacer apología de la auto medicación, ojo con eso. De hecho mi pobre y re contra podrido médico de cabecera, me lo recetó el día en que me vio entrar al consultorio despeinada, pesando cuarenta y tres kilos, y con el buzo puesto al revés. No es cuestión de tomar pastillas por tomar, no hay nada mágico en todo esto. Es un tratamiento que te enseña a controlar tus locuritas mentales de una manera más productiva, y que al final de todo, que tu único clonazepam sea respirar profundo y no tener pensamientos homicidas.

Si no mírenme a mí. Estoy por cumplir un año escribiendo para este maravilloso espacio mendocino, y es una de las cosas más bonitas que me paso. El Mendolotudo es como mi blíster de alplax. Tiro caca por todos lados, y las publican igual.

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