No voy a empezar esta nota hablando del género masculino como algo positivo, ¡No! Me cansé de darle vueltas al asunto y si hoy hay que hablar del hombre cagón lo voy a hacer sin tabúes. Lo voy a hacer por mí, por ustedes que los padecen a diario y por ellos, para que maduren en serio.
El típico hombre cagón es aquel que te quiere pero no puede, quiere que vos lo quieras pero hasta ahí, ni mucho ni poco, lo justo para que él pueda sentirse imprescindible y lo suficiente para que no se cague en las patas por haber despertado algo más que cariño en nosotras.
El hombre cagón sos vos, que nos llamás cuando tenés ganas de garchar y esperás que nosotras no sintamos nada, como si fuéramos tu muñeca inflable. El típico cagón sos vos, que no podés vernos con otro pero tampoco podemos estar con vos, porque te cagás en las patas cuando pronuncian la palabra “amor”.
El típico hombre cagón es aquel que no tolera que la mujer tome la iniciativa, eso no, eso es caca. No se banca que sea una mujer la que lo haga temblar cada vez que le pregunta si tiene tiempo para salir. Ni mencionar si esa mujer solo lo busca para ponerla, el típico hombre cagón antes muerto que indigno. No le da la nafta para satisfacer tus necesidades si vos se lo pedís. No tolera ser uno más, de hecho te lo reclama y por eso te pregunta si lo has extrañado, si te gusta “cómo te lo hace”.
El hombre cagón promedio no se banca que vos te enganches con él, porque aunque te pida que no lo hagas, en el fondo se muere por el hecho de que vos mueras por él. El cagón no te quiere presentar a sus amigos por miedo a que le digan “pollerudo boludo”, este tipo prefiere agarrarse los dedos con la puerta del auto en lugar de ser visto como el pibe enamorado en el grupo de los chicos con los que juega a la pelota.
El típico cagón te trata como si fueras su novia, te lleva a los lugares de la mano y te hace sentir especial. Pero cuando sus amigos le hacen notar todo eso, pone el feno de mano y ahí lo perdiste mamu, porque además de cagón es un boludo, y eso es malo. Porque es el típico boludo del cual nos enganchamos como quinceañera, con llanto y todo. El típico hombre cagón de pecho peludo no se muere de amor.
El típico hombre cagón es tu ex, que no te suelta. Que sabés que está con otras y te sigue hablando solo por su amor propio, porque se muere de miedo a que lo olvides. No puede vivir con la incertidumbre de si te sigue generando cosas, de si lo seguís queriendo o no y lo confirma cuando le respondés. Y cuando lo hacés se vuelve a borrar, hasta que le aparezca la duda otra vez. Y se va y te vuelve a dejar como si nada, como si todo.
El típico hombre cagón es el que no te puede dedicar los fines de semana. Y ojo, antes de estar con vos te dedicó de todo (y me refiero ahí abajo) y ahora que te tiene no puede dedicarte un día de su glorioso fin de semana porque están RE SER VA DOS para los involteables de sus amigos. No le pinta establecer una relación de simbiosis con vos, te dice mientras te pide que le revientes los granitos de la espalda.
El cagón es ese que no tiene tiempo para verte nunca. Se escriben por whatsaap prácticamente durante todo el día, pero a la hora de verse para sacarse chispas o tomar algo tranqui te pone mil excusas, nunca tiene tiempo. Inventa pretextos que vos, vieja loba olfateas a metros y te querés matar porque te diste cuenta que además de engancharte de un cagón, lo hiciste de un pelotudo. El típico cagón es ese que te demuestra que se preocupa por vos, que te quiere, que te hace el amor mirándote a los ojos. Y cuando cedes a eso, se asusta y se escapa, se borra, no te responde más.
El típico hombre cagón es aquel que te escribe justo cuando lo estabas olvidando, parece que tiene un gps en el ego y sabe dónde golpearte para que te duela, para que sangres. Para que caigas a los pies como siempre, de nuevo. Y tu dignidad te golpea la frente porque caíste una vez más. ¡Basta!
Basta de rodearnos de tipos así, que si en algún momento tenemos ganas de que nos den el luigar que nos merecemos corre como el viento tiro al blanco. Nos merecemos cosas mejores y lo sabemos, ser prioridad y no una carta más. Nosotras morimos por ellos, que ellos se mueran de amor una vez.
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