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Es muuuuuuy de empleado público

Habiendo sufrido los pormenores que uno padece cuando tiene la necesidad de hacer cualquier tipo de trámite en el Estado es que nos decidimos a hacer esta nota. Dentro de esta etiqueta entran hombres y mujeres y, como toda regla, hay alguna que otra excepción. Debe haber alguien trabajando en el estado que no cuente con alguno de estos puntos, cosa que no hemos hallado aún. Leela, aprendela de memoria, imprimila o hace lo que tengas que hacer para que cuando te toque estar en algún municipio o casa de gobierno (o cualquier entidad estatal) te acuerdes de lo que te contamos y al menos te rías un poco de tu triste condición de civil mendocino. Así que recorda, es MUY de empleado público:

  • Tener varios kilos de mas, concentrados en la zona de las caderas, cola y especialmente bajo la pera (la mal llamada “papada”, la cual se da en Mendoza por los altos niveles de yodo en el agua)
  • Pasarse la mañana comiendo tortitas raspadas y café en un vasito de plástico blanco comprado a un señor barbudo que viene en una bici con termos rojos y azules y rodeado de perros.
  • Tener pintados los párpados de azul o verde cata y las mejillas bien rozagantes.
  • No mirarte mientras te atienden, es como que en la compu siempre hay algo más interesante que verte la cara.
  • Interrumpir cualquier objeción que quieras plantear, hablando sobre tu voz, en un tono mas elevado y chillón, como gritar “no me grite señor” muy fuerte.
  • Utilizar en demasía las frases y palabras: “señor déjeme hablar”, “haga cola”, “no me chicanee”, “no me grite”, “ahora no puedo”, “acá no es”, “compañero”, “saque número”, “irrespetuoso”, “yo también estoy cansada”, “acá se trabaja”.
  • Mandarte al “segundo piso”.
  • Tener las uñas rojas, largas y mal pintadas.
  • Usar camisas espantosas.
  • Vender Avon y cds truchos a los colegas.
  • Tener el pelo largo y ser de tez generalmente morena tirando a mestiza.
  • Ser petiso.
  • Referirse a los colegas como “compañeros”.
  • Sentirse mal o culpable los 29 de cada mes, no asistiendo a fiestas civiles para no ser el hazmerreír mientras se comen los ñoquis.
  • Escupir mientras hablan.
  • Tener dientes feos y amarillentos de tanto fumar.
  • Tener dedos amarillentos de tanto fumar.
  • Fagocitarse de placer viendo tras el mostrador a cualquier perejil parado, esperando como un infeliz que alguien lo atienda, mientras disfrutan unos ricos cafecitos al compás de una hermosos power point enviado por algún “compañero”.
  • Hacer un papelito (llamado “formulario”) por cada acto que se deba realizar dentro de la entidad. Incluso hasta para preguntar por el baño.
  • Inventar una oficina para cada uno de los “formularios” por cada acto que un civil deba realizar. Incluso la oficina “pedido de permisos sanitarios”
  • Crear un funcionario por cada uno de esas oficinas. Incluso “director del área de emisión de pedidos para acudir al sanitario”.
  • Adjuntarle una parva de incompetentes secretarios y subsecretarios a cada uno de esos funcionarios para que certifiquen que esos “formularios” están en regla y para conseguir más café y tortitas.
  • Haber terminado la secundaria en un colegio para adultos y ni soñar con títulos de grado.
  • Tener un amigo ahí dentro, gracias al cual estas ahí. Al que se le debe la vida.
  • Odiar a la gente de la oposición, sea quien fuese el gil de turno.
  • Tener menos dientes que el resto de los mortales.
  • Carecer de modales básicos.
  • Aparentar tener problemas de cistitis para ir increíblemente al baño cada 5 minutos (pidiendo los permisos necesarios y completando los formularios al respecto)
  • Quejarse de todo, incluso hasta del mismo Estado.
  • Ser baboso, timbero, cometero, chanta y gritón.
  • Odiar al mendocino standart y hacer que su estadía en las colas del Estado sea un martirio
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