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Esas madres modernas que tanto me cuesta entender

Después de un exhaustivo estudio y analizar porque me criaron así, me doy cuenta que hay un modernismo instalado en todas las madres nuevas, primerizas y no tanto, que por algún motivo no le dan importancia a la crianza de sus hijos, esos que ellas misma por elección, por error y vaya a saber uno porque, decidieron traer al mundo.

Veo ahora, por ejemplo esas chicas que se preocupan por verse bien, que la ropa le combine con el changuito del baby, así vaya al mercadito de la esquina. Esas que llevan al hijo al colegio, que queda a dos cuadras en una 4×4, todo para que las otras mamis que cobran un plan la vean, bajarse, rubia, de alisado de peluquería, con botas altas, tostado caribeño en julio y le dice “hola” con la mano que le queda libre, pues seguramente está hablando por un celular, que esa mami llamada “Olga” desconociendo de tecnología lo confunde con un TV 32” ultra finito.

Ella debe llamarse “Geraldine” o “Agustina” para que pegue con todo, deja al chiquito en la puerta, por ende “Fausto” se despide de su mamá. El nene de Olga, se llama “Alberto”, y le dicen “Betito”, para evitar el efecto Benjamin Button en el rostro de la gente, le pusieron ese nombre en honor al tío que murió hace 20 años pero que todos recuerdan.

Éstas mamás modernas mandan a los chicos a rugby, futbol, inglés, arameo, natación, y ni siquiera saben si van bien o mal, lo hacen porque las otras mamás del country lo hacen y capaz que el pendejo es malísimo. Y las que tienen nenas bailan reggaetón, clásico, van a alemán, turco y hacen una danza típica de la comunidad Iraquí. ¿Para qué por Dios? Si cuando yo era chica de pedo existía el baile español que con los años te dejaban los pies listos para una operación de juanetes.

Recuerdo que antes no nos dejaban comer hasta que no cantaban el “feliz cumpleaños”, no te podías ensuciar la ropa “de salir”, ibas al cine sólo a ver películas que traumaban la infancia y salías llorando, a saber: Chatrán, Ico el caballito valiente, Trapito y lo más moderno: El rey león, pero todos mueren, un lloradero el cine, parecía un velatorio. No había cajita feliz, sólo pizza en el “Mercado Central”. Había que hacer caso, sino venía el sopapo.

Ahora todo ha cambiado, las mamis mirando sus celus y ante una catástrofe provocada por la criatura sólo se limitan a decir: “Fausto, se enoja mamá, mirá que no te va a llevar a los jueguitos”.

Y lamentablemente es algo que no voy a entender. ¿Por qué ha cambiado todo? ¿Dónde ésta el rigor? ¿Ese cachetón cortito? ¿Ese tirón de pelos? ¿El grito imborrable que se escuchaba en toda la cuadra cuando la madre nos llamaba? Que no me vengan con éste método pedagógico de que “hay que dejarlos ser”, con ese cuento el pendejo te sale desviadito y vos vas a decir con cara de boluda “hay que dejarlo ser”. No señores, señoras, hay que volver a las raíces, a los tiempos donde se dormía la siesta sin un ruido, se comía lo que había en el plato sin poner cara de asco, se bañaban en la pileta después de dos horas si habías comido tomate y para el día del niño se ligaba lo mismo que el hermano, fueras hombre, mujer o lo que pintaba.

Madres eran esas, como la mía, que entre-dientes te decía “quédate quieto” y vos como un traductor público nacional lo entendías a la perfección. Madres eran las que te ponían la ropa del primo que ya creció y te decía que te quedaba divina. Madres eran las que te sacaban el pegote del cachete con la baba de ellas.

Ahora los llevan al dermatólogo si el chupetín se les pega en el pelo, les compran ropa al ritmo que ellas se compran y por poco les hacen una dieta de la India, porque hay “cosas que no come el nene”.

Escrito por Loquita Expresión para la sección:

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