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Historias de sexo de gente común

(…) Hacemos cambio de roles, ahora la silla me toca a mí. Me atás las manos por la espalda, me agarrás tan fuerte que no puedo ni estirarme para adelante. Lo primero y súper necesario que hacés es desabrocharme el corpiño, agarrás mi teta y pasás la punta de tu pene. !Uffff! Está tan calentita y salen esas primeras gotitas de semen. ¡Qué bien se sienten cuando soplas despacito! Mientras sostenés y soplás mi pezón, con la otra mano bordeás la orilla de mi bombacha y metés despacito los dedos en los labios. Tu cara es genial al notar lo mojada que estoy, mencionás que te vuelve loco sentirme así. Metés de un solo movimiento dos dedos en la vagina. Se siente exquisito eso. Te parás en el borde de la cama con un pie al lado del otro, lo ponés en la silla donde estoy sentada, agarrás tu pija y empezás a masturbarte delante de mi cara, me muero de deseos de pasarte la lengua por la punta de tu pene, me lo negás, mi respiración es entre cortada. Te seguís tocando, yo solo puedo mirarte, tus ojos se clavan en los míos y pones esa cara de dominación de la situación, como diciendo: “mirame y deséame”. Eso me excita que no te das una idea. Ya empiezo a sentir esa presión en mi vagina pidiendo ser penetrada. Notás que estoy inquieta y me acercás tu glande, apenas puedo rozarlo con la lengua súper estirada y una pequeña y superficial lamida puedo hacerte. (…)

Frida Porn

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(…) Siguieron así por varios minutos, sus brazos se entremezclaban y hacían que el calor aumentara, se podía percibir en el ambiente el perfume de la excitación. Poco a poco fueron disminuyendo la intensidad de aquel beso, se fueron soltando de a poco, sin embargo las brazas seguían encendidas y de a poco iban a prenderse más y más…
Se encontraron en varios besos apasionados, sin embargo ese fue el mejor. Comenzó en su cuello, subió hacia su boca y terminó con ella tendida en la alfombra y él encima, desprendiendo su camisa lentamente, y besando cada espacio recorrido con sus manos. Desprendió el cierre de su falda y la sacó lentamente, apartando también sus medias. En un tiempo breve ella yacía en el centro de aquella alfombra roja y su escasa ropa interior combinaba con la negrura espesa de la noche. Él la contemplaba en silencio, apartado a una orilla de su cuerpo y admiraba con total sorpresa la frescura de su figura en la fría noche de junio. Ella lo observaba en la timidez de su casi desnudez, encontrándose en su mirada fija y deliciosa. En esa ida y vuelta de miradas se adjunto el deseo. (…)

Blonda

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(…) “Sacámelo”- Exhortó entrecortadamente y señalando el cinto de cuero negro.

Entre besos apasionados y movimientos rápidos, ambos cuerpos se quedaron desnudos. El silencio se impuso entre ellos para contemplar cómo dos adonis con sus miembros erectos querían profesar alocadamente su amor.

“Esta noche me voy a portar mal”- Concluyó uno de ellos, mientras empujaba a su víctima al sillón.

“Estoy esperándote… vení”- exclamó, mientras se acomodaba.

“Shh, ahora estás bajo mi control”- explicó mientras ataba sus manos a los posa brazos con las cintas de cuero.

Las ansias se percibían y los mástiles erectos lo comprobaban. Él se sentó en el regazo del otro y con su mano izquierda trató, con ligera habilidad, de acomodar el ariete que, a gritos, esperaba derribar esa muralla.

El éxtasis y frenesí de ser incapaz de controlar la situación, volvía loco a [el segundo] que entre duras estocadas, trataba de sentir en su ombligo la sensación que le producía el choque de los testículos de su, ahora, dominador. (…)

Draken

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(…) Esa era la primera vez que iba a un albergue transitorio. Lo vi venir y cuando él llegó mi voz se volvió tonta y quebradiza. Me miró y sólo sonrió, luego tomó mi mano y sólo me dejé llevar… entramos. Él habló con alguien que yo no vi. No se sí por la poco iluminaria del lugar o porque yo aún seguía como hipnotizada recorriendo con mis ojos el esplendor de su ser. Un pase de plata y otro de llaves y una puerta se abrió, un tenue alumbre dejó ver un cuarto no muy bien decorado, más a mi no me importó, miré una esquina y observé un sillón marrón oscuro de una sola pieza y más acá, en el centro de la habitación, una bella cama donde cabríamos cómodamente los dos. Yo estaba parada allí sin más, y a pesar que no era mi primera vez, sí lo era en un lugar así y más aún, sabiendo que sería con él, a quién yo había deseado desde hacía más de un año. Me tomó por la espalda, me giró en el lugar y comenzó a besarme tiernamente, como nadie nunca lo había hecho. Suavemente me dejó caer sobre la cama y sentada sobre el borde más lejano de la cama, comencé a deslizarme lentamente hacia atrás, mientras él acompañaba mis movimientos. Torpemente la parte de atrás de mi cabeza golpea un interruptor en la pared y la luz en la habitación se apagó. (…)

Yaye

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(…) Escucho cómo lentamente tus labios se encuentran con la parte de atrás de mi cuello, esos suspiros que envuelven tanta pasión, eso que me levanta y me calienta de tal manera que jamás nada, ni nadie logró causar en mí… el cuerpo baila al son de tu voz, siento que el alma se me cae del cuerpo hasta quedar estampada en el suelo, usted con sutiliza la recoge y la vuelve a poner en su lugar. Tus manos acarician mi espalda, bajas lentamente hasta mi cintura, la amarras fuertemente, como diciendo que soy plenamente tuya, me volteas con rudeza, y me tiendes en el sofá… siento como el escalofrío de tu mirada se penetra en mí. Como con rudeza pretendes penetrarme y hacer que por nada del mundo, jamás olvide tu sexo. Comienzas a rosarme con tu boca los pechos, tomas el derecho con tus dientes y me miras desafiante… lo muerdes y lo estiras ocasionando un zumbido extraordinario en mi cuerpo, sin dejar de mirarme bajas con tus manos al compás de mi excitación y me sacas mi disfraz de señora, cuando me tienes completamente desnuda a tu merced, comienzas a quedar sin ropa. Te subes sutilmente sobre mí y al oído me recita la frase que jamás olvidaré- “te voy a coger tan bien, que en tu vida vas a sentir lo que hoy te daré, solo conmigo, mi reina.” Sus palabras lograron que mi cintura se inclinara y mi interior se dilatara. “¡Eso espero!”, contesté. Me tomaste con rudeza mis gemelos y mi arrimaste hasta la orilla del sillón. Ya lista y tú con ese miembro al 100% de erección, me penetraste sin piedad. (…)

Tami La Piru

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(…) Y mientras bailábamos el tema de Soda, le cante muy cerca de su cara “sé que te excita pensar hasta dónde llegaré”, y me acerqué de a poco y ella estaba expectante… me hice para atrás y con  sonrisas me empezó a aplaudir. ¡Cómo me gusta este juego! Sus pupilas dilatadas, sus gestos suaves y sugerentes. Pasó su mano por mi cabello y una corriente me inundó. “Por favor, quiero tocarla. También sabe jugar fuerte…”, me dijo. No dio más la situación y la besé suavemente, rozándola, sus labios ardían y eso me volvió loco. Le gustó cuando la abracé fuerte contra mi cuerpo.

No sé en qué momento llegamos a una pared, estoy muy entretenido tocándola suavemente y percibiendo sus gestos. Sólo quería  sentir su cuello al que llegue fácilmente. Lo olí y después empecé a besarlo y tan poderosa es su piel que, con firmeza, pasé mi lengua. No tengo apuro. Gime. Le gusta. Su cuerpo arqueado provocó que la tomara fuertemente de su cintura, apretándola. “Date vuelta, que quiero todo tu cuerpo”, le pedí.  Me encantó poder chupar su nuca, más se arqueaba y me gustó forzarla un poco hacia mi pelvis.

Desvestirnos fue un juego y, mientras más me decía que no… ¡mas pedía! No  podía, ni quería, parar. Y ella tampoco. Disfrutamos esto. (…)

Chipi Chipi

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(…) ¿Sabés dónde vas a estar cuando estés dormido? Sentado en un sillón blanco de cuero, en un living color manteca, viendo una peli muy aburrida solo. Yo voy a aparecer de la nada, me voy a parar frente tuyo, muy cerca, y voy a desnudarme de a poco. Vos sólo me vas a mirar. Cuando esté desnuda, me voy a arrodillar para poder desprenderte el pantalón y sacarte eso que ya va a estar endurecido desde que me viste aparecer, y te voy a masturbar un poco, lo suficiente para que esté listo para mí.

Cuando eso pase, voy a levantarme y a pararme en el sillón, y a hacerte probar lo que te va a humedecer el miembro, pero sólo un segundo, para luego sentarme lentamente en ella y moldeando de a poco mi vagina, hasta la mitad. Voy a agarrar tus manos para llevarlas a mi culo y que lo aprietes mientras me empujás hacia abajo para penetrarme entera, y dé un gemido muy fuerte en tu oído, mientras te lamo la oreja. Agarraré mis tetas para que las pruebes, las chupes, juegues con mis pezones y los muerdas, por supuesto, y, al oído, voy a pedirte que tus dedos jueguen con mi culo despacio, sólo por fuera, y vos me desobedezcas y metas uno mientras me cogés más fuerte y rápido.

Mi clítoris roza más tu pelvis, mi culo te aprieta de alguna manera los testículos, y te pido que me hagas acabar, mientras gimo más fuerte, para excitarte más y lograr endurecerla en demasía, así poder sentir mis contracciones vaginales apretarte el falo e, inevitablemente, explotes dentro mío, mientras yo te espero con mis jugos, y aprieto tu cabeza contra mis tetas para ahogarte en ellas.

Sin descansar, me paro y me voy. Simplemente desaparezco, hasta el siguiente sueño. (…)

Betty Boop

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Aforismos de Él

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