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La era del siliconeo

Mientras veía el show del caño no pude evitar notar las gigantes gomas de todas las participantes femeninas. Gomas atrás, gomas adelante y creo que tienen hasta gomas maped en lugar de abdominales. Tan impresionantes y gigantes que tengo miedo de que algún día Tinelli haga el show en 3D, me dañaría la vista.

Cambié de canal porque la situación y el aumento de la concentración de silicona de la tele era too much para mí. Y haciendo zapping terminé en un canal de esos que pasan pelis viejas donde justo estaban pasando el clásico “Los caballeros las prefieren rubias”; película que me llamó la atención en un momento de baja autoestima (luego del temita de la silicona) y cómo soy rubia, PONELE, pensé que una peli así me iba a subir el ánimo.

Cuestión que me puse a verla y casualmente era con Marilyn Monroe, ídola y más que ídola. Aparte del hecho de que estaba ella como protagonista, me entretuvo bastante ver los verdaderos cuerpazos de esas mujeres. Cintura fina, caderas anchas, pechos naturales y vestidas de pies a cabeza…si si, VESTIDAS. O sea, todo lo contrario a lo que vi en el otro programa innombrable. Aún así, los hombres que coprotagonizaban las escenas con semejantes mujeres estaban encantados y enamorados de tales cuerpos, no necesitaban mirarles la ingle o que se les escapara un pezón para poder decir que eran bonitas y atractivas. Cosa que pasaba en otras épocas, no en la nuestra.

Como estoy sola en mi casa me pongo a payasear y a analizarme a mí misma. Yo tengo el cuerpo de esas mujeres, quizás no tenga el lomazo de la Monroe pero no estoy tan lejos. Lo triste es que después caí en que no estamos en los 50’, estamos en los 10’, 2000 o como sea que se llamen, época donde se valora más el tuje de las Escudero, la tetamanti de la Ritó o  mejor dicho: Las pechugas y el totó de todas las ligeras de casco del mercado televisivo. Guacala y requete guacala. Ahora necesito ir más seguido a pilates o una máquina de tiempo que me lleve a otras épocas en donde quizás hasta podría haber llegado a Hollywood. No sé si me faltará silicona, pero imaginación verán que no me falta.

Ojo, no se les ocurra decir que envidio el cuerpo de una de esas cualquieras, para nada. Copado si a ellas les gusta entregar sus cuerpos a la tele y a todos los que la ven. Copado si consiguen plata haciendo eso y más copado aún si no se les cae la cara de vergüenza. No las envidio, me da bronca que la población masculina quiera y adore a ese tipo de mujer para criar a sus hijos; me da lástima imaginar la clase de noviazgos/matrimonio que deben tener, en los que el tipo a la hora de conocerlas a fondo se da cuenta de que todo el país les conoce la “chuchina” y que sus hijos o futuros hijos ven como manosean a sus madres mientras bailan el caño.

Aclaro, el problema no lo tiene tampoco el caño. Es esa necesidad que tenemos hoy en día de desnudarse para verse bien, para subir rating. Pero bue, a cada uno le toca vivir lo que le toca vivir.

Necesito dejar de delirar, pensar que en algún momento de la historia de la humanidad yo podría haber sido una onda Monroe, darme cuenta de que tengo intimidad e integridad y estar contenta de tener a mi lado a un personaje al que le gusto como soy. Ahora puedo decir: NO A LA SILICONA.


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