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La noche que mis amigas gorditas se quedaron afuera de la vip

Antes de comenzar mi relato y obvio que es true story, me voy a presentar… hace un par de días el Dr. Bomur me pidió una opinión sobre los 5 mejores boliches de Mendoza y mis comentarios con respecto a su pedido causaron el desagrado de algunos, me tildaron de “puta, cheta, careta, discriminadora”… ¡y chicos! Sí! Soy todo eso y más, ¿porque? porque puedo serlo mis amores. En realidad soy todo eso menos “puta”, tengo chongos, muchos, pero eso no me hace puta. Chicas, ¡las caretas son ustedes si no admiten que por lo menos una vez se les juntó el ganado en un boliche! Tengo un muy buen laburo, gasto mucha plata en ropa y en zapatos, me llegan invitaciones a los mejores eventos de Mendoza y estoy rica. En fin, podría también contarles por qué puedo decir que soy cheta, careta y discriminadora, pero la verdad es que mucho no me interesa tener que darles explicaciones a ustedes que poco suman a mi hermosa y exitosa vida. Pero sí me voy a tomar el laburo de contarles esta historia, ¡que obvio es true story Darling!

Sábado, invierno… mis amigas y yo tomamos la mala decisión de ir a bailar a un conocido boliche de moda en Mendoza. Obvio nos pusimos divinas, estábamos on fire, dispuestas a pasar una noche tremenda y divertida. Noche de chicas. Por suerte puedo decir que tengo muchas amigas de fierro, diferentes grupitos y por supuesto todas distintas. En este caso salí con un grupito que amo pero soy realista y la verdad es que no son ni las más diosas, ni las más modelitos pero son mis amigas y las banco.

Llegamos al boliche con toda la fiesta encima de la previa y de la música re fuerte del auto. Como suelo conocer a todo Mendoza, las chicas me pusieron en el papel de hacerme cargo de la situación y lograr tener los preciados precintos para la VIP. Entramos, empieza mi misión de buscar al tarjetero que más cara de boludo tenga así el trámite es rápido. Lo encuentro de toque, ahí parado en la puerta donde está la taquilla, con mirada de winner, su bronceado abusrdo de Julio y su saquito de persa, sintiéndose Dios por tener precintos berretas escondidos en sus pantalones y siete minitas rogándole que les de uno.

Le pido a las chicas que me banquen un rato y me le acerco, nos saludamos, me invitó un champagne y solito me dice: “¿Gorrrrrr, cuántas son? ¡Las quiero en la VIP!” A lo que le contesto, “¡somos 5!” Le brillaban los ojitos esperando encontrarse con Pampita, la China Suárez y Luciana Zalazar. Tímidamente me dice “pedile a las chicas que se acerquen así les doy el precinto”. Las llamo, eufóricas mis amigas se acercan.

¡¡¡Yo no les puedo explicar la cara de decepción de este grasa innombrable!!! ¡Única! Se hace el boludo y me dice: “Gordi bancáme un toque ya vuelvo”.

Ya me imaginaba por dónde venía la mano, se olía en el ambiente que algo en cómo mis amigas se veían no le había gustado. Aparece de nuevo pero me llama sola y me dice: “No puedo darte precintos de la Vip Ultra re copada, pero te puedo dar precintos de la vip esa a la que va el populacho, pero obvio que vos podés entrar a cualquiera porque para vos sola sí tengo precintos”.

La verdad es que no suelo hacerme mucho problema por decirle a la gente lo que realmente pienso y claramente este grasuli no iba a ser la excepción, por lo que con una sonrisa divina y en un tono de voz angelical le dije: “¡sos un forro! ¡Das asco! Es por estas situaciones que me encanta discriminar a tipos imbéciles como vos”.

Se le desfiguró la cara y el muy estúpido no tuvo mejor idea que pedir perdón por lo que estaba haciendo y para justificarse me dijo: “te juro que me piden que no deje entrar ni a las gorditas ni a las poco agraciadas. Mi trabajo es ese, ¡me piden que discrimine!”

No tuve más opción que mirarlo con lástima, dar media vuelta e ir en busca de mis amigas que me estaban esperando adentro híper mega enfiestadas.

La verdad podría haber optado por contarles todo lo sucedido, amargarles la noche irnos de ahí, pero preferí no arruinar nuestra noche de chicas así que sólo me limité a decirles: “Es la última vez que piso este lugar, prefiero ir a uno donde haya gente como uno, gente bien, gente linda e ir con ustedes. ¡Disfrutemos la noche que el vestido que tengo puesto me salió $675!”

Y esto pasa en el 90% de los boliches de moda…

Escrito por Delfina Villanueva Gascón para la sección:

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