/La voz alterna

La voz alterna

Situación: un hombre de aspecto severo, uniformado, en una habitación vacía, sentado en la cama con un radiograbador en la mano. Escucha lo siguiente:

–          El estar despierto, el estar dormido, un susurro, una caricia, cosas pequeñas del tiempo atmosférico con nubosidad variable que a la vez nos hacen sentir dentro de un barco que parece que nunca va a llegar a la orilla.

[Tu problema radica en la poca fé que te tenés en vos mismo, en la capacidad impresionante de hablar cagadas, en esa costumbre vana de andar repitiendo mil cosas sin sentido, unidas unas con las otras.]

–          Porque iba por la calle pero no tan por la banquina sino más bien por el cordón, montañoso de los andes en donde mi viejo haciendo alpinismo conoció una paraguaya, con la que tuvo un hijo, que ese hijo resulta ser quien les habla. La cuestión es que ya olvidé que es lo que les quería decir, creo que era un intento de filosofada o algo por el estilo.

[Esa sensación de andar caminando perdido, de vivir la vida sin ninguna obligación, y no porque no las tengás, sino porque decidís no tenerlas o no darles bola. Una vida dedicada a pensar en la vida pero sin capacidad suficiente como para hacer un verdadero planteo acerca de ella. Yo te conozco desde hace mucho… el hospital psiquiátrico (sí, yo también tengo mis problemas, pero no viene al caso) juntos pero a la vez acompañados en la soledad de ese lugar que solamente sirve para tener a los “loquitos” controlados.]

–          Bueno, en realidad, me he acordado de algo de lo que les quería transmitir. Hoy me acordaba de un viejo amigo que solo me visita esporádicamente y hace mucho que no lo veo. Él siempre me trató de loco, es más, nos conocimos en el loquero. Pero mi tetis, es decir, mi tesis, radica en algo… ¿Qué era? ¿Se los conté ya?

[No, no lo contaste, aparte no sé porque pensás que lo van a escuchar en plural, capaz esta grabación queda tirada y nunca nadie la escucha.]

Se distinguían dos voces diferentes, ¿La cinta había sido manipulada? ¿Eran dos personas diferentes hablando al mismo tiempo?

–          No, no se los he contado. Me parece que mi amigo en realidad no entiende mucho como son las cosas. Él se jacta de saber de abogacía de ser un tipo inteligente y bla bla, pero le cuesta decidir que helado pedir en la heladería, o que ponerse para ir al cine.

[No es así, lo que pasa es que si fuera por vos iríamos desnudos a laburar, no te importa nada. Lamentablemente vivimos inmersos en una sociedad, y eso significa que hay límites. O sea no da viejo que saltés con esa siempre, vos sos el que no tiene idea de nada.]

–          Yo estoy seguro de quien soy y de quien quiero ser, no me importa lo que piensen los demás, “la sociedad” me cago y me meo encima de ese concepto que me enseñó un  profesor en la primaria ¿O en la secundaria? Ah si, en primero de la secundaria, que lindo año, ahí nadie me molestaba ¿Qué les estaba diciendo? La suciedad… no, la sociedad, claro eso es lo que quiero decir.

[No tenés capacidad para armar frases coherentes, te olvidás constantemente lo que ibas a decir, perdés el hilo de las conversaciones.]

Desconcertado, como debés estar vos ahora que me estás leyendo, estaba el oficial.

–          Bueno, y esta problemática que estoy teniendo con la sociedad y con mi vida en general, me ha llevado a pensar ciertas cosas relacionadas con la muerte y otras yerbas.

[¡Me lo temía! Ya empezaste a hablar de la muerte, que tema recurrente viejo. Encima sos un cagón porque no te da.]

–          La vida es complicada para personas inquietas como yo, inquietas esputurualmenti, aaa , espiritualmente. Una constante búsqueda, tan exhaustiva que me pierdo en casi todo lo que hago ¿Que sueño no? Bueno el tema es que he decidido que no quiero seguir viviendo así.

Se escucha que comienza a llorar. El oficial, ya nervioso empieza a hacer recorrido por la habitación, se había detenido demasiado tiempo en el radiograbador. El departamento contaba con una habitación amplia, un pequeño toilette y un ambiente único con un comedor pequeño, la cocina y el estar. Mientras el peritaje se realizaba el radiograbador seguía emitiendo:

[No te vas a animar… estoy tranquilo porque sé que no lo vas a hacer]

–          Siempre pendiente del qué dirán, basta…

[Bueno, me estas poniendo un poco nervioso, soltá esa pistola si no sabés como manipularla. No te hagás el loco (va, más loco de lo que estás). Quedamos en que era solo una reflexión no un mensaje póstumo.]

El oficial recordó donde había encontrado tirado el radiograbador: en el piso cerca del placard. Abrió el placard…

–          Chau, él no me va a manipular nunca más… a….

[N….]

¡¡¡PAAAAAAF!!!! El oficial estaba aturdido, y visualizaba desesperado a un solo cuerpo acostado contra el placard, con la cabeza estallada…el radiograbador continúa…

Se escucha una puerta que se abre estrepitosamente…

–          Uh parece que se mató el loco de mierda este ya me había cansado…

–          Sí, siempre pidiendo que le laváramos el traje, que se tenía que ir a laburar… pobre no entendía nada.

–          ¡Já! Decía que laburaba en tribunales

Se escucha nuevamente la puerta abriéndose y una voz grave dice:

–          Disculpen señores he venido a revisar la situación, han llamado diciendo que se ha oído un disparo ¿Ustedes saben algo?

–          Si oficial, nosotros somos los vecinos del al lado, con el ruido nos asustamos y vinimos a ver qué pasaba. Como estaba la puerta abierta entramos pero parece que no está en casa…

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