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Mano sucia

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Curiosa es la raza humana capaz de crear hasta lo imposible. El hombre ha viajado al espacio, a caminado por otros planetas, ha hecho tecnologías impensadas que facilitan la vida cotidiana. Ni hablar de los avances de la medicina y ha sabido ir mucho más allá alimentando el alma a través de las artes. Ni hablar de la Mayoliva o de la santa mezcla Fernet/coca. Parece imposible que algunas situaciones simples son tan difíciles de solucionar, como cuando se te rompe el auto. Muchas personas son ignorantes para aquello, y no está mal, tal vez su campo de acción engloba otros ámbitos. En estos casos la solución para muchos puede tener dos opciones, la tarjetita que nos da el tipo que nos cobra el seguro, que dice SOS o el número telefónico que encontramos en nuestro directorio que dice PAPÁ. El héroe de casa que todo lo sabe y soluciona.  Probablemente la mayoría de los conductores principiantes termine utilizando la segunda opción.

Sin embargo algún ruido en nuestro vehículo, rotura de alguna pieza o alguna refacción de mantenimiento desembocan en el auxilio de aquellas personas de manos sucias, que la sociedad llama “MECANICOS”. Aquellas enigmáticas personas que son las que van a solucionar nuestro problema. Una raza totalmente distinta a la gente normal, con características únicas como son el pelo revuelto, no se peinan, su barba a medio afeitar, vestidos con un mameluco azul que alguna vez fue nuevo y estuvo limpio, tal vez solo un día, pero lo fue y lo estuvo. Un físico privilegiado, aunque no a nivel estético, es privilegiado para hacer fuerza, encontrar posiciones casi imposibles para introducirse en los vehículos, y en aquellas manos trabajadoras, encontramos la flexibilidad y fuerza necesaria para realizar todo tipo de tareas. Con respecto a las manos podemos decir también que la delicadeza no las caracteriza. Sus uñas mal cortadas y embadurnadas de grasa, seguida por sus poros bien distinguidos con olor a nafta o gasoil y algún que otro corte como trofeo de guerra. Siempre con un cigarrillo al borde de ser consumido al cual no le hizo falta tirar la ceniza. Estos héroes saludan de una manera especial, dan la muñeca y no la mano, es para no manchar, pero ya se ha hecho tan típico que aunque tengan las manos limpias saludan así, en reuniones familiares, cumpleaños de 15, casamientos y demás. Aunque estén aseadas siempre hay rastros de su profesión, la lucen con orgullo, esas manchas de grasa en las uñas que ni el jabón blanco las quita, anulando la teoría de nuestras madres y abuelas que piensan que todo se quita con jabón blanco.

En fin, nuestro salvador, nuestro chapulín colorado son ellos. Llevamos nuestros vehículos a su sala de terapia intensiva, laboratorio, o más comúnmente llamado taller, taller mecánico.  Aunque siempre están trabajando pareciera lo contrario, siempre que uno entra este está ahí, tal vez haciendo algo importantísimo pero a nuestros ojos está descansando, charlando con algún vecino, tomando mate o dando vueltas buscando algo. Viene a nuestro encuentro y lo saludamos, no conocemos su nombre. La jerga tallerista incluye sobrenombres bien machotes y comunes como cacho, pepe, lito, tito, coco y algunas veces con sus rasgos característicos como negro, flaco, gordo, pelado, etc.

Observamos su lugar de trabajo y es totalmente particular, en él podemos encontrar más allá de autos desarmados, piezas y herramientas por todos lados y algún que otro mueble viejo, lo que nunca falta, como un perro, que por supuesto no es de raza, o en su defecto raza terval ( terreno valdio) con un pelaje totalmente sucio y desprolijo, como si trabajara allí, lo bueno es que no es de temer, siempre están echados como descansando, ni se mosquean cuando entra la gente, ellos están ahí, al pedo. En su sala de operaciones  ( siempre hay un cuartito con maquinas para su labor) encontramos aquellos almanaques artísticos con figuras femeninas sin ropa, pero lo curioso es que son de hace unos 20 años. Dichas mujeres son totalmente naturales, con sus pechos en forma de pera y no redondas con silicona, su bombacha está tan estirada que tocan las costillas, hasta parecen tiradores en algunos casos, igual podemos calcular la fecha por sus peinados simil rockeros de los ‘80, bucles espusos y largos. Inocentemente pensamos que tal vez ese calendario de 1992 no está ahí por la figura femenina sino tal vez porque marca alguna fecha importante, o quien sabe si algún dia será necesario.

La cuestión es que dejamos nuestro tesoro, en manos de aquellos cirujanos automotrices, con un poco de desconfianza, prometemos volver por él el día en que el mecánico nos diga, casi siempre es de un día para otro o dos( lo que ellos dicen). Sin embargo esto nunca se cumple, el proceso de recuperación fue mal calculado ya que te lo tiene 7 días aproximadamente.

Llegado el día de retirar el auto, el mecánico sabio y astuto antes de pasarnos el valor de su trabajo nos muestra lo que ha hecho. Chino básico es para nosotros cuando nos dice, tuve que rectificar la tapa, cambie la homocinética, le puse cazoletas nuevas, aproveche y te cambie los tensores de distribución, le puse un árbol de leva nuevo y la bobina que fallaba la cambie. Mostrándote todo lo cambiado, nosotros imaginamos que aquellas piezas que puso son de alguna nave espacial que tenía en el patio, o intentamos asemejarlas con electrodomésticos que vemos en casa. Como puede ser que nuestro auto tenga todo eso adentro, si el de los picapiedras era con las patas. Sin embargo es lo que cambio. Eso te sale $2,50, y uno dice “ buenísimo que barato” hasta que te dice… y de mano de obra son $800. Vivo el señor, nunca más de 1200 mangos de mano de obra, sino nos daríamos cuenta ¿no? Pero ¿quien juzga su trabajo? ¿Qué sindicato le pone valores a su esfuerzo? ¿Qué formula contable, financiera o económica puede decir si es correcto o no? Ninguna, sentimos el dedo en el culo. Pero ya fue, ya está, queremos que nuestro auto vuelva a casa.

Sacando el auto del taller, y agradeciendo infinitamente su ayuda, nos despedimos, pero no por mucho tiempo, él lo sabe y vos también.

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