¡Ay, juventud divino tesoro! cuantos recuerdos, las salidas a La Morena, Zapping, los años de secundaria, las cédulas truchas, algunas modas bastante feitas, pero modas al fin. Adolescencia, efervescencia, primeros amores, primeras decepciones.
El otro día veía la típica película “Yankee” donde la chica era la DUFF (Básicamente, en criollo, la amiga fea y gorda del grupo) y se daba cuenta que ella era la invisible para que sus amigas resaltaran… Hola, me pasó toda mi vida.
En mis años de colegio (jardín, primaria y secundaria) siempre fui un ente, literal, era la que siempre se sentaba sola, la que escuchaba “música rarita”, la que cuando jugábamos al futbol terminaba de arquera y en muchos casos, la ultima a la que elegían.
En la secundaria tuve mi propio grupo de amigas, nos íbamos a Potre para el día del estudiante, salíamos, teníamos juntadas, etc. Siempre era la amiga gorda del grupo, la que usaba el jogging gigante y era amiga de los vagos, usaba cola al estilo Pablo Lescano y mi cara llena de acné me delataba, pero cuando empecé a arreglarme “mejor” me daba cuenta de que era lo mismo, pero en otros ambientes, como el boliche.
¿Quién no se sintió el descarte del grupo en el bolo? Ver como tus amigas levantaban a lo loco y cuando los rebotaban, acudían a la “AGG” (Pongamos siglas por favor) o si no, te miraban con carita rara y se iban, y vos con el trago intentando no sentirte una pelotuda.
En Potre era exactamente lo mismo, juntadas en las cabañas con pibes y mientras todas chapaban, ahí estabas sentada vos, en un tronquito afuera, cagándote de frío esperando a tus amigas.
En el colegio pasabas desapercibida, a tus amigas las invitaban y a vos te invitaban para no quedar mal y no ser tan crueles, pero al final, terminabas yendo por ser “la amiga de”.
Y generalmente los flacos te buscaban para eso, para hacerles el aguante con tus amigas, entonces vos para quedar como “la piola” ante el chabón que te gustaba pero que no te daba ni la hora, ibas y hacías el aguante, mientras te dabas los atracones de comida cuando mirabas el Messenger.
Y ni hablar cuando te decían: “Ay boluda, vamos a salir con (inserte el nombre del pibito), vení y te presentamos a un amigo”, y ahí iba la “AGG”, friendzoneada hasta los ovarios, pero contenta por su amiga.
La “AGG” fue siempre la invisible, la que lloraba en los probadores y cuando salía a bailar tenía que ponerse “vestiditos holgaditos” para no parecer un matambre mal atado, mientras las otras iban hechas unas bombas. La “AGG” era la portera de las amigas, la que siempre tuvo que aprobar a los pibitos que ellas se comían porque a ella no le daban ni la hora y la friendzoneaban todo el tiempo diciendo: “Es que te veo como una hermana, sos una amiga del alma.” Y ahí estabas vos, tragando comida como conchuda.
El tiempo pasa, los cuerpos pasan, las modas pasan, las angustias pasan y solo quedan los recuerdos. Te vas dando cuenta de a poco de que hay otros valores, otros puntos, cosas más importantes que unos kilos de más, te sumergís en otros mundos, te volves interesante, culta, bicha, divertida, atrevida y pensante, pero siempre está ese fantasma que intenta llevarte al lado oscuro, frívolo y naif de lo exterior, de lo que se ve a simple vista… de la gilada. Y así sin darte cuenta, con algo de conciencia y salud, cuando ya no te importó más una mierda… dejaste de ser la AGG.
Si, yo fui la “AGG”, pero ¿adivinen quien salió ganando? Yo, porque ahora tomé todo eso, lo transformé en algo hermoso y me pude dar cuenta de que las personas que te quieren te quieren de verdad.
¡Ah y porque soy hermosa y están casi todas hechas mierda, eeeee!