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Memorias de un hijo de puta: «El asesino de canarios»

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Hace unos años atrás había encontrado laburo en una farmacia. Empecé como administrativo y poco a poco fui aprendiendo el oficio del mostrador, sabía recetar para dolores simples, sobre obras sociales y cosas así, básicamente hacía de todo.

Los dueños eran dos, con el viejo me llevaba bien, pero con la vieja me llevaba pésimo, creo que no me rajaba porque nunca le daba un motivo verdaderamente valedero y porque me tenían en negro, así que la vieja temía que yo la denunciara.

La cosa pasó en verano, un jueves cualquiera. Yo me encontraba revisando las cuentas corrientes de nuestros clientes, realmente me importaba que el viejo no perdiera guita. Entonces noté que uno de nuestros clientes adeudaba un par de meses y justo era un viejo ortiva que me caía para el tujes. Siempre que entraba me bardeaba, me canchereaba, me hacía sacar diez mil perfumes y terminaba llevándose un talco, el muy hijo de puta. Justito se me regaló, cuando vi lo que adeudaba le corte la cuenta a la mierda, lo malo es que no le avise ni pedí autorización a nadie, total yo era el encargado de esa parte.

Al medio día me fuí tranquilo, solo laburaba medio turno porque iba a la facultad en la tarde. La cuestión es que el viejo cayó a comprar esa tarde y mis compañeros no le vendieron fiado porque el Gurkhita le había bloqueado la cuenta y se comió el garrón. ¿Que hizo el hijo de puta? Habló con la dueña, me dejo para el orto, saco en cara sus años de cliente y bla bla bla. Cuando me contaban todo el argumento que expuso era digno de un discurso de un rey. Obviamente al otro día me re contra cago a pedos la vieja bigotuda, ¡fua! Me ardió a puteadas y me decía…

– ¿Quien te dio autorización, pendejo? Don Gómez es cliente mío de toda la vida, ¡te voy a echar a la mierda!

Otra vez me salvo el pobre dueño que aguantaba todas las cagadas que yo me mandaba, creo que en el fondo, él sabía que yo lo quería.

Bueno, paso una semana, pero yo me había quedado con sangre en el ojo mal, con el viejo bufarreta de Don Gómez y con la gorda lagarta de la dueña. Como la vida tiene esa forma circular y siempre pega la vuelta, la venganza golpeó a mi puerta. Una semana después cae el viejo comepibe a comprar y se pone a charlar con uno de mis compañeros sobre “caniricultura”. Le contaba que tenía canarios de exposición que pin que pan y que había escuchado que a los pájaros esos se les podía suministrar una pequeña dosis de algún complejo vitamínico para que crezcan más rápido y se pongan más pulenta para las competiciones. “Esta es la mía”, pense…y largue toda mi amabilidad y capacidad de sociabilizar inducida por el mismo demonio.

– Mire Don Gómez, yo he escuchado que se le pueden dar unas gotas de supradyn a los canarios y así los pone mas pulentas, les abre el apetito, se ponen hermosos, como tuity pero con vestidos de seda – En mi puta vida había escuchado todo eso, el chamullo me afloraba como notas de guitarra.

– ¿De verdad, mijo? – Don Gómez me prestaba atención, ya era mío.

– Pero si hombre, usted le pone unas gotitas en el agua y va a ver como mañana amanecen esos canarios como Rambo amarillo.

– Y ¿ pero cantan igual de bonito?

– Pffff… son como Hugo del Carril con plumas.

– ¿Y cuantas gotas le pongo? – Mala pregunta.

– Y dejeme pensar… unas 30 pongale – Ahí se armó la cagada, me la acaba de mandar.

La dosis que le dije era como para un adulto promedio de 50kilos, imaginate a los pajarracos esos como les vino. A la semana explotaron a la garcha todos, eran como pequeñas granadas de mano amarillas, llenas de músculos y ojos furiosos, tenían trastornos de conducta, psicópatas, asesinos, se empezaron a matar entre ellos, era canibalismo o “canarinismo”, da igual. Explotaron.

Era un viernes de verano, cuando lo veo que entra el viejo putarraco con una jaula y una huevada amarilla adentro que parecía He-man con alas.

– ¡¡¡Hijo de puta, me explotaste los canarios!!! – Así arranco el viejo, che.

– Ehhh amigo ¿porque el enojo? – Hacete el boludo mode on.

– Siii, ¡¡¡pendejo hijo del demonio!!! Mira lo que hiciste – En eso sacó un canario finado que traía en el bolsillo. Se había muerto peor que Jimmy Hendrix el bicho culiao ese, el pico cruzado, las  alas extendidas duras como de yeso, los ojos blancos, las abdominales todas marcadas.

– ¿Que hago ahora, hijo de puta? ¡¡¡ Me hiciste perder una fortuna en guita!!! – me puteaba en todos los idiomas.

– Mire como primer medida, pongale el seguro a la porquería esta porque si cae volamos todos a la mierda – ya no aguantaba la risa, me pinto el gracioso, mi final estaba escrito… que mierda, lo iba a disfrutar – y a la otra poronga que tiene en la jaula, alejelo de mí porque me mira como si me quisiera comer vivo.

No va que el viejo deja la jaula arriba del mostrador y el canario del orto me empezó a mirar con cara de ocote loco y arrancó con un silbido medio diabólico. Era como una cumbia canaria una onda así, hicimos silencio todos y de repente como que abrió las alas para agarrarse de la jaula. Imaginate  el julepe mío, ahí nomas pense “Esta cagada va a abrir los barrotes y yo salgo re cagando” y dale che y seguía silbando y cada vez mas fuerte, hasta que en eso se escucho un “¡¡¡ppiiirrirppririiirgooordoooculiaaooo!!! ¡¡¡BANNNGG!!!” ¡Se inmoló el hijo de puta!, hizo cagar la parte de perfumería, quedaron plumas y tripas para todos lados, canario pakistaní de mierda.

Por supuesto que al llegar la dueña, el trolazo de Don Hómez estaba esperándola para ponerle las quejas, yo a esa altura ya había juntado mis cosas, le había enseñado a mi compañero lo necesario del sistema, me seguía cagando de risa y demás. Así que cuando bajo la gorda de su oficina, venía con cara de gozo, como que por fin me podía rajar y el viejo afeminado venía de atrás.

– Gurkha, supongo que sabés que estas despedido – Dijo la gorda.

– Si, todo bien, pero ¿que hacemos con el huevo?

– ¿Que huevo?

– ¡El que me chupa, gorda lagarta!

Así fue que me quede sin trabajo en aquel lugar, volví a las calles, sin un mango, pero había cumplido con mi venganza, me consideraba bien pagado.

Hasta la próxima historia amiguitos…

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