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Mi forma de ver el arte

Cada vez que las personas me preguntan sobre lo que hago, a varias se les nota que sólo lo hacen para que mi respuesta les cuadre en sus conceptos previamente armados. Dicho de otra forma: lo que les diga, será puesto en una cajita y acomodado en sus estanterías mentales; para que nada se altere, para que esté allí, clasificada como información  que será utilizada en el momento que sea requerida. Esta ocasión puede ser alguna reunión, o alguna discusión sobre un tema artístico que claramente no dominan y no les interesa en sí mismo, sólo ganar la discusión o quedar como persona informada. A esa clase de personas les digo: no me pregunten nada de arte si no son infantilmente curiosos, porque enfrente tienen a un maldito intuitivo saca fichas que se aburrirá con sus preguntas complicadas de manual, y encima corren el riesgo de que me ponga grosero.

En cambio, existen otras personas, generalmente de media o baja educación cultural, que se permiten a sí mismos ser naturalmente desestructuradas; preguntan casi sin pensar, con lo sensitivo a flor de piel, y ahí me doy cuenta que todo lo que hago es para ellos. Me gusta caminar junto a esa gente el camino de descifrar lo pintado por mí mismo, me agrada mucho que me ayuden a redescubrirlo. Que lo interpreten a su antojo, que digan lo primero que se les ocurre sin el pacato e insensato temor a no saber académicamente de arte. Esas opiniones son muy valiosas para mí, porque me conectan con el alma humana sin filtro, de una, así directo.

Lamentablemente, el común de las personas espera que el artista le ayude a solucionar los enigmas propios con su obra; esperan una visión loca y a la vez reveladora manifestada por un discurso. Amigos, les bajo el mono de la palmera de un hondazo con esto: La mayoría de los más lúcidos artistas, no saben ni manifestar en palabras lo que sienten; se expresan a través de lo que hacen. Son absolutos idiotas tratando de explicar sus visiones, y encima son muy inestables emocionalmente si uno los acorrala con preguntas naif o muy sofisticadas.

Por último, y a modo de humilde guía, les dejo esta reflexión:

No existen niveles de percepción al ver una obra. Hay gente muy culta que sí clasifica los niveles, pero eso lo hace para organizarse y establecer una crítica de fondo, pero no es trabajo del público hacer este tipo de análisis. La obra atrae la vista primero, emociona luego y dispara sentidos después. Corta.

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