/Mitología a la mendocina: «Efesto El Laburante»

Mitología a la mendocina: «Efesto El Laburante»

El ser humano desde sus albores, buscó la explicación a cada fenómeno de la naturaleza, por ende, los griegos adaptaban a la mitología estos fenómenos.  Los volcanes, las islas, el fuego. Las erupciones volcánicas no eran otra cosa, que obra y arte de Hefesto.

Sobre su nacimiento y la causa de su renguera, hay varias versiones. Pero al final, todo resultaba en lo mismo, su expulsión del Olimpo y la cojera que lo acompañaría para siempre.

En su caída del Olimpo, Hefesto, creaba los volcanes y se dedicaba, sobre todo,  a los oficios metalúrgicos. Además, este ir y venir, daba la explicación necesaria, para la actividad o inactividad de los volcanes.

Hesiódo cuenta que, Hera  lo concibió en solitaria, ya que en esos entonces, estaba peleada con su marido Zeus y cómo el pendejo nació rengo y feo, lo revoleó por los aires y fue a parar al fondo del mar. Allí fue criado por las oceánides Tetis (madre de Aquiles, si el de Troya) y Eurínome. Aquí es dónde el Dios del fuego practicó en una forja, las artes de la metalurgia y  en dónde, entre otras tantas cosas, forjó el escudo y la armadura del ya mencionado Aquiles.

La versión número dos, es que Zeus lo dejó rengo. Parece que el dios de dioses, enojado con Hefesto, porque éste se puso de parte de Hera, lo agarró del pie y lo arrojó al mar Egeo. Y a consecuencia del golpe, es que quedó así,  tullido. Obvio que la relación inter pares, quedó resentida y bien sabemos, como reza el cantar popular “No hay rengo que no sea culiado”.  Las relaciones estaban así como tirantes , no obstante, Hera descubre que su  denostado hijo, era un artesano de la puta madre y esto lo llevaría de nuevo al Olimpo. Y Hefesto a manera de agradecimiento, le regala a su madre un trono maravilloso (diría Virginia Lago).  Pero, Cuándo la Diosa se sentó en él, quedó inmovilizada por cadenas invisibles que nadie pudo deshacer.

Contento por su venganza, Hefesto regresó a su isla. Allá tuvo que ir Dionisio (dios del vino) a tratar de convencer al rengo, de desatar a su madre, cosa que logró después de varios litros de vino dulce (¿habrá sido mistela?).  Ya devuelto al Olimpo (sobrio al fin) y antes de desatar a su madre, le sacó la promesa a Zeus de darle en matrimonio a la más bella del Olimpo, no era otra que Afrodita.

Convengamos que Afrodita, ligerita, no estuvo mucho tiempo sin ponerle los cuernos a su hacendoso esposo. Y tomando como amante a Ares, se dedicó a la gran vida. Pero “alguien” puso en vivo a Hefesto y éste regresó antes de lo previsto a casa y se encontró a los dos tortolitos cogiendo a todo motor.  El Rengo enfurecido, los inmovilizó con una malla invisible e indestructible, los convirtió en un espectáculo XXX, e Invitó a todos los Olímpicos a que vieran la escena.

Era en la isla de Lemnos en dónde el Dios Herrero era adorado por sobre los demás y dónde se creía tenía sus dos talleres, uno en el interior del volcán Etna.

 

El origen de nuestros males…

Prometeo, es el creador de todos los seres vivos del la Tierra y casi al final,  creó al ser humano a imagen y semejanza de los dioses. Epimeteo, se encargaba de dar el rasgo positivo a los seres creados por su hermano, pero tarde se dio cuenta que ya no le quedaban, pues los había otorgado a los demás seres vivos.  El Hombre había quedado desprotegido. Apiadándose de su indefensa creación, Prometeo, robó el fuego del Olimpo para que la humanidad pudiera calentarse. Según algunas versiones, Prometeo robó el fuego del carro de Helios (en la mitología posterior, de Apolo) o de la forja de Hefesto. En otras,  Prometeo robaba las artes de Hefesto y Atenea, llevándose también el fuego porque sin él no servían para nada. Obtuvo así el hombre los medios con los que ganarse la vida.

Para aplacar la furia de Zeus, Prometeo dijo a los humanos que quemasen ofrendas a los dioses, pero entonces le engañó de nuevo dándole los huesos y tendones del sacrificio en lugar de la carne. Para vengarse, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla, a la que llamó Pandora. Zeus le infundió vida y la envió a Prometeo, junto al ánfora que contenía todas las desgracias con las que quería castigar a la humanidad. Prometeo sospechó y no quiso tener nada que ver con Pandora, por lo que fue enviada con Epimeteo, quien la desposó. Pandora terminaría abriendo la caja a pesar de las advertencias de su marido.

Zeus se enfureció al ver cómo Prometeo se libraba de Pandora, e hizo que lo llevaran al monte Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos. Envió entonces un águila para que se comiera el hígado de Prometeo. Al ser inmortal, el hígado volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada noche (Si, como en el God of War).

La fragua de Hefesto

Hefesto fabricó muchos de los accesorios que lucían los dioses, y se le atribuye la forja de casi todos los objetos metálicos con poderes finamente trabajados que aparecen en la mitología griega: el casco y las sandalias aladas de Hermes, la égida de Zeus, el famoso cinturón de Afrodita, la armadura de Aquiles, las castañuelas de bronce de Heracles, el carro de Helios, el hombro de Pélope, el arco y las flechas de Eros, el casco de invisibilidad de Hades, el collar que regaló a Harmonía y el cetro de Agamenón. Asimismo era el forjador de los rayos de Zeus.

También fue el forjador de Criaturas…

Talos, el gigante de bronce que Zeus dio a Europa para que fuese el guardián de Creta. Las Kourai Khryseai (“doncellas doradas”) eran dos autómatas de oro con la apariencia de jóvenes mujeres vivas. Se decía que poseían inteligencia, fuerza y el don del habla. Atendían a Hefesto en su palacio del Olimpo. Y la ya mencionada primera mujer, Pandora.

Hefesto trabajaba ayudado por:

Cedalión era aprendiz en la forja de la isla de Lemnos. Allí llegó el gigante Orión tras haber sido cegado por Enopión como castigo por violar a una de sus hijas. Hefesto se apiadó de él y le dio a Cedalión para que le sirviera de lazarillo sentado en su hombro. Dos Cabiros: Alcón y Eurimedonte, hijos gemelos de Hefesto, ayudaban a su padre en la forja de Lemnos. Análogamente, los Palicos, también sus hijos gemelos, le ayudaban en la forja de Sicilia. Los tres Cíclopes inmortales y sus hijos trabajaban en la fragua de Hefesto en la Isla Vulcano (cerca de Sicilia) y las Kourai Khryseai.

A pesar de estar casado con Afrodita, Hefesto no tuvo descendencia con ella, salvo que Virgilio hablase en serio cuando afirmaba que Eros era su hijo.

En la Ilíada, la consorte de Hefesto es llamada Caris. Hesíodo afirmaba que era la más joven de las tres Cárites: Aglaya, ‘la gloriosa’. Según la tradición órfica, fueron padres de:

Eukleia, diosa de la buena reputación y la gloria.

Eupheme , diosa del correcto discurso.

Euthenia , diosa de la prosperidad y la plenitud.

Philophrosyne, diosa de la amabilidad y la bienvenida.

Según Apolodoro, Hefesto intentó violar a Atenea pero no lo logró. Su semen cayó al suelo, y así Gea engendró a Erictonio, uno de los reyes de Atenas. Atenea crio entonces al bebé como una madre adoptiva. Alternativamente, el semen cayó en la pierna de Atenea, y ésta lo limpió con un trozo de lana que tiró al suelo, surgiendo entonces Erictonio de la tierra y la lana. Aún otra versión dice que Hefesto quería que Atenea se casase con él, pero que desapareció en el lecho nupcial, y Hefesto terminó eyaculando en el suelo.

Higino propuso una etimología, según la cual Erictonio procede del ‘conflicto’ (Eri-) entre Atenea y Hefesto, y ‘de la Tierra’ (-ctonio). Algunos autores sugieren que una Atenea más antigua y menos virginal se oculta tras esta retorcida reelaboración del mito.

En cualquier caso, hay un Templo de Hefesto (llamado «Hefesteo» o también «Teseo») situado a los pies de la Acrópolis, cerca del ágora de la ciudad.

Se decía que Erictonio creó los carros para ocultar la deformidad de las piernas de Hefesto.

A veces se consideraba a Hefesto padre con Etna de los Palicos, los daimones ctónicos de los géiseres y los manantiales de aguas termales de la región de Palacia (Sicilia).

Hefesto estaba de algún modo conectado con la arcaica religión mistérica frigia y tracia de los Cabiros, que eran llamados los Hephaistoi (‘hombres de Hefesto’) en Lemnos. Éstos, hijos de Hefesto con la ninfa Cabiro, eran daimones que moraban en la isla de Samotracia (mar Egeo) junto con sus hermanas, las ninfas Cabírides.

También se cuenta entre su descendencia a Talía, la ninfa siciliana a la que amó Zeus.

Hefesto y tal cómo todos los demás dioses,  fue también padre de los siguientes mortales:

Ardalos, un escultor inventor de la flauta.

Caco, un bárbaro gigante lacio al que mató Heracles.

Caca, hermana de caco y diosa del hogar en los principios.

Cécrope, rey de Atenas, según una versión minoritaria.

Cerción, un bandido de Eleusis que solía luchar y matar a los viajeros, a quien mató Teseo.

Filamón, músico y rey de la Fócide (Grecia).

Oleno, un rey de la ciudad griega del mismo nombre.

Palemón, habitante de Olenio y uno de los argonautas.

Perifetes (también llamado Corinetes, con Anticlea), un bandido de Epidauro que solía aporrear con su garrote a los viajeros hasta que lo mató Teseo.

Pilio, un hombre de la isla de Lemnos que curó de su mordedura de serpiente a Filoctetes, héroe de la Guerra de Troya.

Radamantis, uno de los jueces de los muertos.

Servio Tulio (con Ocresia), rey del Lacio (en la mitología romana).

Higino nombra también a Filoto (Philottus) y Espínter (Spinther) entre los hijos de Hefesto, sin dar más detalles.

Fuentes consultadas

Moncaio Xavier. (HyV)

Coterrel, Arthur. Mitos y Diccionario de Mitología Universal

Graves, Robert. Los mitos griegos

Hesiódo. Teogonía, trabajos y días.

es.wikipedia.org 

Higino: de las Fábulas y de la Astronomía poética 

Próximo y último capítulo:

12- Afrodita la ninfómana

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