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Para Elisa (Für Elise)

¡Qué mujer! De esas que engalanan el género.

Te extraño María Elisa…

Norton Farmache para los más formales, Eli para sus seres queridos, María Elisa para nosotros.

Te escribo en la oscuridad, casi con vergüenza, o quizás timidez. Me pongo sin querer al frente de estas líneas, y como todo buen fracasado, consciente de sus temores, decido dedicarte estos pensamientos.

Siempre sostuve que el que escribe es porque no puede o no se atreve a vivir intensamente, entonces cobardemente se esconde detrás de las palabras, como aquel apasionado deportista que no pudo llegar a loores y se refugia en la enseñanza.

Te extraño sin conocerte y reflexionando te extraño aun mas, debe ser porque añoro esa parte de mi “ser” que hace mucho tiempo no se manifiesta. Esa parte que se atreve a desafiar a lo mundano, a lo cómodo, a lo aconsejable, a lo políticamente correcto, y quiere hacer lo que corresponde. En estos días de egoísmo egocéntrico, soberbia y apariencias, aparecés vos y nos dejás pensando sobre lo banal de nuestra existencia, lo vanas de nuestras preocupaciones, lo difusos de nuestros principios, lo tergiversadas que están nuestras prioridades… y así quedamos vacíos, recordándote, extrañándote, extrañándonos.

No quisiera caer en el facilismo de los tecnicismos académicos. ¿Qué importa si te dieron un papel autografiado por la burocracia de turno? ¿Qué importa si ese título dice Médico o Cuasi médico? Vos fuiste mucho más allá de eso. Vos te enfrentaste al destino, ese “sino” cruel y autoritario que amenaza con tener todo calculado, y le diste un revés inesperado. ¡Elegiste vivir! Y con esa elección te inmortalizaste en todos nuestros corazones, que muchos de ellos sin conocerte, te extrañan, te recuerdan, te lloran…

Nos diste un ejemplo de dignidad en esta era de absurdas mezquindades. Nos guiaste hacia un Norte de esperanzas y convicciones. Y sobre todo, y sin siquiera sospecharlo, nos regalaste una valiosísima enseñanza sobre la “Virtud”, ese “don de gente” que ya no se ve, que solo se encuentra en los manuscritos apócrifos de algún olvidado poeta.

Te quiero por enseñarme, te extraño sin conocerte, te recuerdo sin olvidarte…

Hay personas que aprenden valiosas lecciones de la vida, y otras personas de las cuales la vida aprende valiosas lecciones.

Nunca fue demasiado tarde princesa…

N. de la R. esta nota acompaña y fue inspirada por la cruzada comenzada por mi amigo y colega Aureliano Buendía: María Elisa


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