Hace poco una persona muy cercana a mi tuvo la valentía de abrirse al mundo tal cual es, manifestar que su orientación no es la que está heteronormativamente aceptada, sino que es «torcida, enferma, alterna». Luego de meses, años e intentos de terminar con su vida, logró sacar a flote lo que sentía. Hoy vive mejor. Varios lo celebran como un acto de valentía.
¿Lo es? Lamentablemente sí. ¿Cómo que lamentablemente? ¡Si! Es lamentable que sea un acto de valentía, cuando en realidad tiene que ser un acto como cualquier otro. Reformulo, no tiene que ser un acto per se. A nadie le debe interesar la orientación sexual de nadie porque es una sola de las múltiples facetas que nos hacen humanos.
Yo no soy heterosexual únicamente. Yo soy Valentín, músico, actor, bailaor de flamenco, programador de sitios web, vendedor de publicidad y marketing, amigo de hombres y mujeres, amante de muchas, confidente, chongo de otras tantas, ex novio de dos mujeres hermosas que he amado con mi alma, actualmente amo a una mujer a la distancia y doy mi vida por ella, aunque cada uno de nosotros llevamos una vida sexual y emocional abierta y libre; soy hermano, hijo y padre de un niño que nunca nació. Y heterosexual. NINGUNA de ellas me define como persona. ¡NINGUNA! Lo que me hace «buena o mala» persona son mis actos, mi relación con los demás. No mi sexualidad, no mi capacidad de decidir a quién amar. No mi preferencia sexual de mujeres por encima de hombres. No mi negativa a formar una familia monogámica estable con hijos bajo el mandato de Dios (quien no manda porque no existe o tiene cosas más importantes que ver) casado con una mujer.
No olvidemos casos lastimosamente célebres como el de Alan Turing quien fue condenado a tratamientos por homosexual y se suicidó a causa de ello. Gracias a su conocimiento hoy tenemos computadoras y además salvó la vida de millones en la Segunda Guerra Mundial. Si, querido baluarte de la moralidad heternormativa, el celular con el que me lees asqueado es gracias a un gay, siéntete libre de dejarlo a un lado y continua usando lápiz y papel.
El amor es dar cariño, es dar tiempo, es DARSE hacia otre (si, «otre» porque el objeto de amor puede ser hombre, mujer, trans, gay y un largo etcétera) es hacia otra persona. Otro ser humano. Y eso es algo que tiene que ser puro. Y privado. Nadie puede decirle a quien puta amar, ni juzgar porque prefiere satisfacer sus deseos sexuales con personas del mismo sexo. NADIE puede ni debe decir si es sano, normal, antinatural, pecaminoso. Métanse sus categorizaciones moralistas arcaicas por el culo. Vean un poco su ombligo en vez de sentir que son instrumentos de un ser supremo.
Es una pena que tengamos que celebrar este acto de valentía de alguien que estuvo al borde de la muerte y de la marginalidad social (sociedad mendocina hipócrita, pseudo cristiana, rancia como pocas). Cuando los que deberían estar encerrados en un closet son aquellos que critican y tildan de enfermos a los homosexuales. A aquellos que dejan de lado a su amigo gay, a esos «padres»· que no aceptan a su hijo homosexual aunque sea un excelente y brillante profesional.
A todos esos, váyanse bien a la mierda, enciérrense dentro del closet con sus cruces y santos, con sus libros de moral, y hagan el favor de no salir más. Quien se sienta ofendido, pues busque gente como ustedes, pueden no seguirme en las redes. Total…
Que sea un acto de vergüenza admitir estar en contra de la homosexualidad. Que sean ellos quienes deban sentirse fuera de la sociedad. Por su odio. Como dicen por ahí, que el amor venza el odio.
Siéntanse con ganas de compartir. Animemos a otros a salir adelante. Y que nunca más un hombre, mujer o sujeto no binario esté al borde de la muerte por reprimir su orientación sexual, su ser.
Escrito por Valenchu
Excelente! Un grito desde el alma.