Cuando yo tenía 14 años pensaba que el mundo no era injusto. Que íbamos a vivir hasta viejitos y que lo peor que me podía pasar era que mi mamá no me dejase ir a algún bailecito.
Abriendo el Messenger o Mipoio (única pseudo red social con la que contábamos los millenials), encontraba a Maxi, a Kevin, a Pablo, y a muchos más. Todos decían que tenían entre 16-23 años y me parecía una picardía charlar, citarnos a vernos en alguna plaza en el centro.
Yo era ingenua, como toda chica a esa edad, y entre mis 14 a 18 años me encontraba con gente que conocía, desconociendo el peligro, porque pensaba que todos eran quienes decían ser, nadie actuaba de mala fe.
¡Cuán equivocada estaba! La semana pasada me desperté con la noticia de que una nena de la misma edad de mi hermana, de 14 años, fue asesinada por una pareja que la encontraron por una red social, la engañaron, y la mataron.
Y como ella, lamentablemente muchas más han padecido su juventud: ser jóvenes, inocentes, creer en que la gente que conocíamos por redes sociales no tenían dobles intenciones y eran quienes decían ser.
Yo ahora veo que tuve suerte. Que a mis 16 años era “genial” salir con chicos de 23, me decían “sos muy madura” y la realidad era que yo era chica y se aprovechaban de eso. Yo no era madura, ellos eran pedófilos.
Yo le mentía a mi mamá y le decía que me iba a ver con una amiga para salir con algún chico. Yo tuve suerte. Yo siempre volví viva.
A mi abuela la violaron en el campo a sus 14, a mi mamá la acosaron a sus 13, a mí me intentaron abusar a los 15, y me aterra lo que le puedan llegar a hacer a mi hermana.
Eso es lo que tenemos que pasar por ser mujeres. Desde los 11 años que nuestras madres nos deben hablar sobre abuso, violaciones, y demás cosas.
Recuerdo cuando mi padre me decía cómo evitar una violación, yo tenía 13 años. ¿Por qué? Pregunto yo. ¿Por qué tenemos que aprender a cuidarnos sobre predadores sexuales que pueden estar escondidos en perfiles falsos haciéndose pasar por chicos o chicas de 13 años?
El grooming es una de las peores cosas que nos ha dado la virtualidad, ese falso anonimato para buscar víctimas, abusarlas y matarlas, como a Flor.
Ahora el alma se me hace pedazos por ella. Por mi abuela, por mi madre, por mi hermana, por mis amigas. Nosotras hemos tenido suerte, y no alardeo de ello porque es triste que tu sexo defina tus posibilidades de vivir o morir por ser joven e ingenuo.
Perdón Flor, por la sociedad en la que te tocó vivir y morir. Perdón Flor, por la llamada del 911 que algún inepto no atendió, por tus gritos que quedaron sordos y callados cuando se fue el último rayo de vida que te quedaba.
Hoy es un día de mierda, hoy yo sigo saliendo como hacen años con una navaja en la cartera por si “me quieren hacer algo”, porque por ser mujer camino por la calle con miedo.
Se me parte el alma por Flor y por todas las que se fueron y no volvieron, por todas aquellas cuya vida fue arrebatada por algún psicópata escondido atrás de una pantalla, escudado en un perfil falso.
La culpa no es de la ropa. La culpa no es de la hora. La culpa no es de ella por salir, la culpa no es de sus padres. La culpa es de la policía que no atendió el llamado al 911, la culpa es de los que la abusaron y le mintieron. La culpa, también es de todos. Este es, sin dudas, un mundo injusto.