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5 frases con las que las mujeres nos boicoteamos

No hay nada que me haga hervir más la sangre que aquella mujer que para zafar de una situación equis recurre a la traición al género al que pertenece. Mi cabecita comienza a imaginar una serie de escenas nada pacíficas donde el resultado es mucha sangre derramada, pelos revueltos y yo en las manos una ametralladora, cuchillo, bazooka o simplemente, las uñas largas. Y empiezo a contar hasta mil, y a veces no me basta… entonces comienzo una de mis peroratas archiconocidas sobre el machismo y la continuidad de los estereotipos.

Es que no puedo comprender cómo una mujer que se pela el orto para demostrar que es igual de buena trabajadora que un hombre, que su desempeño laboral compensa alguna futura licencia por maternidad, que es capaz de acatar órdenes y de darlas también, que “el asunto” no es una imposibilidad para trabajar, que nuestro intelecto no está dominado por vaivenes hormonales y trabajamos parejo todo el mes; es capaz de en un segundo tirar por la borda todo lo conseguido en el inconsciente colectivo masculino diciendo alguna pelotudez mayúscula como las que voy a intentar exorcizar del lado oscuro de mi cerebro, (aquellas que gatillan mi instinto asesino).

  1. “Perdón, es que me vino/estoy ovulando/me está por venir” ¡Por favor! Esa es la excusa más chota del universo… está bien que sirve en algún punto para manipular a los hombres; porque el tipo no puede ni quiere saber si es cierto que estás en el día 14 de tu ciclo y si eso te genera algún trastorno mental, pero si así fuera, las mujeres no serviríamos para otra cosa que pintarnos las uñas y hacernos las gomas… Entonces es una salida fácil en el momento, pero le hacés creer a los varones que las mujeres somos seres extraños y poco confiables, que ante el más mínimo aumento de progesterona o estrógeno nos volvemos pelotudas o hipersensibles.
  2. “Ay, sí, es que las mujeres nos hacemos las amigas pero competimos”. Evidentemente vos sí, sos competitiva, pensás que traicionando al género crecés en la estima del sexo opuesto… y puede ser, momentáneamente, que los chabones se te hagan los amigos para sacarte información sobre Paulita o Beatriz, y que vos le cuentes la vez que una se tiró un pedo o la otra se curtió al brasileño en Mar del Plata estando de novia. Sos vivísima, ¿no? ahora ellos te pasan a buscar por tu casa y te invitan al bar de la esquina, vos pensás que te consideran la mejor de las amigas, y “qué copados son estos pibes, no como la Paulita que se hace la linda y se tira pedos en todos lados. Y seguro que habla mal de mí, porque si YO soy mujer y hablo mal y envidio a mis amigas, ELLA que también es mujer seguro que hace lo mismo que yo. Pero el tener chucha me da permiso para ser forra, porque como dice mi papá, mi mamá y mis amigos, las mujeres somos re forras entre nosotras.” ¿Y la superación personal, nena? Que vos sucumbas ante la manipulación masculina y traiciones a tus “amigas” por una  aparente popularidad (y no te das cuenta que cuando te vas los pibes dicen “esta mina es una forra”), no quiere decir que todas las mujeres seamos iguales. Está bueno echarle la culpa a algo físico, como los hombres que dicen que por naturaleza son infieles. Pero sabelo: ser yegua, forra, chismosa, entregadora, TRAIDORA, no es por una cuestión biológica, HACETE CARGO.
  3. “¿Por qué te ponés así? Parecés una mina.” Esta frase me hace saltar como si me hubieran metido un palo en el orto. ¿¿¿¡¡¡Por qué, dios mío, por qué pero remil por qué una mujer puede decir esa frase!!!??? ¿Por qué un comportamiento histérico y poco racional, propio de un loco o un boludo se atribuye a la femineidad? Quizá porque durante muchos años muchas mujeres se escudaron en sus variabilidades hormonales para justificar sus pelotudeces. Quizá porque no hay peor insulto para un hombre que se lo compare con una mujer, o se aluda a su falta de masculinidad. Quizá el desprecio a la mujer está tan pero tan naturalizado que hasta nosotras mismas identificamos ciertos defectos con un par de ovarios y un útero.
  4. “Es más puta…” Nos gustan todos, nos bajaríamos a más de un amigo y a más de un vecino. Pero que no lo hagamos porque no nos animamos, porque nos traería problemas, porque no queremos estar en boca de todo el barrio, porque lastimaríamos a nuestra pareja, u otros motivos, es elección nuestra. Ahora, ¿por qué tildamos de puta o rápida o trola a una mujer que eligió cogerse al vecino, al primo, al jefe y al hermano del marido? Si a ella le gustan,  y los tipos gustan de ella, son felices todos (menos el marido pero eso no es asunto nuestro), cuál es el maldito problema si nosotras no lo íbamos a aprovechar… Hay que dejar vivir al prójimo, en este caso, a la prójima. Y primero preguntate: si fuera un tipo, ¿te escandalizarías igual? Si la respuesta es no, entonces estás jugando en contra de tu propio equipo, y estás dando calce para que se te juzgue como si tuvieras que ser una especie de santa por el sólo hecho de ser mujer.
  5. “Es una mina muy loca… es que nunca se casó, ni tuvo hijos” No te digo que no hayan mujeres medio rayadas, como hay hombres medio locos. Pero que se le atribuya su locura a que nunca fue madre o no tuvo un macho que la dome es la demostración cabal de que las mujeres todavía estamos bajo un yugo de mandatos sociales crueles y denigrantes. A cualquier mujer que no ha sido madre y pase los 40 ya se la mira como si tuviera alguna discapacidad, y cuando pasa los 50 directamente ingresa al equipo de las “viejas locas”, sin ningún tipo de miramientos. Y que un tipo piense así porque entonces se considera fundamental en la salud mental de las mujeres, el salvador de la integridad neuronal femenina, y bueno, es medianamente comprensible. Pero que las mujeres sean las primeras en emitir semejantes juicios de valor, sin pensar que quizá ellas mismas no quieran o no tengan éxito al formar una familia el día de mañana, es como darle de comer a un pequeño tigre que en cuanto tenga tamaño suficiente te va a morfar a vos.

Estas y otras más, son frasecitas sueltas que se dicen sin mucha intención la mayoría de las veces, así como al pasar. Pero no es tan así. Mientras en algunos casos uno se asombra de que un tipo mate a golpes a su mujer; en otros parece normal que una chica se opere hasta deformarse más allá de los límites del estereotipo, finja ser mucho más tonta de lo humanamente posible y dé a entender que sólo sirve para ser manoseada y ridiculizada por un tipo, lo que sería un maltrato consentido no sólo por la víctima sino por todos los telespectadores que sueñan con encontrarse una igual y poder usarla de muñeca inflable, de payaso y también de puchimbol…

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