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Con la guitarra no

Ni la Policía del Sabor que decomisa sanguchitos de salame, ni el Escuadrón del Buen Oyente deben impedir la libre expresión del hombre y de la mujer en la calle. No estoy seguro si lo que hacía el guitarrista era arte, pero tampoco estoy seguro si lo que hacía la policía era legal. Sea como sea, todavía no encuentro la razón de por qué considerar al gobierno actual como económicamente “neo-liberalista”.

El liberalismo propone la libertad del hombre en toda su medida, la económica y la social. En el liberalismo el hombre es libre de: elegir su género; drogarse con lo que desee; defender su propiedad privada; abortar si lo considera necesario; practicar la religión que desee o no; y una serie de máximas que bregan por la libertad del individuo.

La tasa impositiva no es propia de un país considerado “capitalista”. Países vecinos como Paraguay tienen un IVA del 10%. Dícese que los países más cercanos a la derecha del espectro político tienen impuestos bajos. No logro verlo en éste país. Argentina tiene una tasa del 21%, una de las más alta de América Latina.

Lo que refiere a propaganda, es un gobierno bastante totalitario. Un ejemplo claro son los distintos departamentos creados para guiar al hombre y la mujer argentina hacia un supuesto aterrizaje primermundista tales como:

  • El Departamento del Yoga y el Mantra.
  • La Secretaría de la Bici Fomentada.
  • El Ministerio de Inducción al Turismo Holandés.
  • El Batallón del Fetiche Finlandés.
  • La Dependencia del positivismo New Age.

Un hombre es mejor que mil gobiernos. Ni éste gobierno ni ningún otro debe decirnos a quien nos debemos parecer. Ningún gobierno es mejor que su pueblo. No necesito que me iluminen diciéndome que soy un argentino promedio y que tengo que encontrar la luz a través del yoga y viajando a Holanda porque “allá sí es primer mundo”. Además, en los países primer mundo por los que se moja el actual gobierno, los monopolios como Clarín no existen porque tienen una ley anti-monopolios fortísima que impide cualquier amiguismo político y chantaje social.

Al pueblo no se le exige, al pueblo se le da. Mucho menos al pobre. Al pobre no se le pueden exigir esfuerzos desorbitados cuando su instinto primario es luchar para no caerse del sistema. El pobre no quiere ser un suizo que habla a la perfección inglés, que come palta y toma agua a temperatura ambiente. El pobre come lo que tiene, come grasas y carbohidratos porque es lo que le alcanza y le rinde. De paso le da energía para las largas horas del infinito día. El pobre no puede darse el lujo de ser vegano y comprar en un greenmarket. Eso es para los mini burgueses urbanos que no tienen mucho que hacer. El pobre tiene que trabajar. Mucho. Es una tomada de pelo aconsejarle “Tips para una nutrición saludable :)” a una persona que de pedo tiene un paquete de fideos para comer. Una vez satisfecha las necesidades básicas, la persona podrá optar por un tipo de alimentación u otra, por un tipo de educación u otra, por un tipo de vida u otra. El pobre no es tonto. Es consciente de su alimentación, de su educación y de su vida. Pero quiere progresar, y primero necesita del trabajo. O en su defecto, de la libre expresión…

Escrito por Anónimo para la sección:

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