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A las mujeres nos gusta tener problemas

Estoy muy feliz, últimamente todo me sale bien. Ustedes dirán ¿Qué tiene eso de malo?

Mi problema vendría siendo que no quiero estar feliz, ya que cuando estoy feliz no tengo problemas (en realidad si los tengo pero se vuelven invisibles) y si no tengo problemas, no tengo de qué escribir.

 A las mujeres históricamente nos gustó tener problemas es como que siempre tenemos ese comodín para decir “Si es verdad boluda te entiendo, pero por suerte no te pasó lo que me pasó a mi el otro día que…”. A nosotras nos encanta hablar, no nos gusta que nos den soluciones. No queremos admitir que casi todo es tan simple como “Si se puede resolver, para qué amargarse y si no se puede resolver, ignóralo”. Cuando tenemos un problema nos gusta pegárnoslo en la frente y contárselo hasta al verdulero de la esquina, simplemente por vicio al quilombo. Porque aunque no lo queramos admitir, en el fondo (algunas no tan en el fondo) somos así, pelotudas.

Estoy tratando de pensar que mañana es lunes, pero eso tampoco me deprime. Me parece tan desubicado de mi parte ser feliz un domingo por la noche, que tuve que cometer el crimen más grande de mi vida. Le puse play a Ricardo Arjona, el solo hecho de escuchar a ese hombre amante de la contradicción debería haberme preocupado, pero no, no fue así y eso no sé si ya es un problema. Estuve a dos canciones de Ismael Serrano de ponerme a llorar, entonces tendría los problemas de otro, me inventaría problemas, pero no, tampoco pude hacer eso. Es tan poco femenino no poder inventarse problemas cuando no los hay…

Tampoco entiendo, siendo el lunes un día tan de mierda porqué las minas decidimos justo empezar la dieta, el gimnasio y dejar de fumar ese mismo, como si ya de por sí no fuese feo el solo hecho de saber que empezamos la semana. La gente programa actividades horribles para el lunes, la gente es incoherente.

Hace tres semanas, mi habitación es un desastre porque mi gato se lleva mi ropa arrastrándola con la boca hacia donde yo esté y se la empieza a garchar, eso realmente me tiene muy preocupada. Podría escribir sobre eso pero la verdad que más que preocupación me da risa. Además no puedo atribuirme los problemas de un felino, sería triste.

Entonces voy a resignarme a pasar este domingo a la noche feliz y creo que ese sería mi problema, que no tuve de qué escribir. Porque cuando no tenemos problemas, solemos inventarlos y sin darnos cuenta escribimos siete párrafos de catarsis. Así somos las mujeres, pelotudas.

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