/Atranco navideño: la indigerible “mesa dulce”

Atranco navideño: la indigerible “mesa dulce”

La navidad se acerca y en casa ya se empiezan a escuchar propuestas para estos festejos. Donde la vamos a pasar, quienes  van, que vamos a comer, etc, etc. La planificación en un 70% esta totalmente ligada a la comida, la bebida, y los regalos.

Algo que no logro entender, es lo mal que entendemos la navidad, Jesús nació hace 2014 años, en verano, en un pesebre, y nosotros lo relacionamos con un pino, lleno de bolitas de colores, luces con efectos varios, y un tal papa Noel, que antes era verde y la coca cola lo convirtió en rojo.  Para nosotros es pleno verano, 35º de calor, 400º de sensación térmica, el aire acondicionado no da abasto, parece que tuviera asma que solo tira ráfagas de aire frío y nosotros le ponemos nieve artificial a un pino. Y el pesebre ahí abajo, a un costado, con los muñecos protagonistas que cada vez son menos, faltan ovejas, los reyes magos son dos este año, se perdió uno, (o no pusieron al negro Baltasar por si tenia ebola) a José  le falta la mitad de la cabeza, a la virgen María un brazo, porque son esos de porcelana que se caen y se hacen bosta.

Lo que verdaderamente me molesta en navidad, es la mesa dulce, terminada la cena, se levantan los platos y llega lo dulce, se preparan las infinitas variedades de cosas que se comen en navidad. Vamos por parte:

El turrón

Seco como él solo, es como el viento zonda hecho comida, los supermercados alternan la mercadería nueva con la sobrante del año pasado, así que nunca sabes si te va a tocar uno duro o uno blando, la fecha de vencimiento son menos creibles que los datos del indec, asi que da lo mismo leerlo o no. Lo gracioso es que lo meten en la heladera pensando que a la hora de comerlo se va a volver fresco, imposible de masticar, chicloso que se pega a los molares y difícil de tragar, baja por el esófago lento como el andar de un caracol.

El mantecol

Es rico el mantecol, no lo vamos a negar, pero me suena a más invierno el tema. Aunque te dan ganas de entrarle al mantecol, como a cualquiera de las jugadoras de hockey de la selección de holanda. Con un pedacito alcanza, porque entre el calor que hace, el cerdo que te comiste anteriormente, y la grasa manteca que tiene este, tu cuerpo no da abasto. El mantecol a penas entra a la boca, pareciera que no baja hacia el estomago, directamente se va por la piel y se convierte en grasitud que derivan en unos días en unos granos de esos con mayonesa, en ese momento ya aumento la temperatura por lo menos uno o dos grados mas. Ya no hay cerveza que refresque el asunto, pasan los minutos y los botones de la camisa se van desabrochando solos.

Los polvorones

Si son caseros o industriales no importa, son riquísimos para disfrutar con unos mates, son sabrosos, pero bastantes secos también, menos húmedos que vagina sexagenaria. En ese momento estas deseando un flan o un arroz con leche, queres algo fresco, y ya chupaste tanto que queres tomarte un ratito para retomar, sino no llegas a salir de joda. ¿Pero viste como son las abuelas?

– Proba uno, dale, come uno solo, dale – insiste como si no te hubieran visto comer, y encima tu vieja te mira como diciendo

– Dale el gusto a tu abuela, no seas malo

Entonces vos agarras uno y te lo mandas, ¡ya no entra mas nada! No pasa esta mierda, sentís como los pulmones ya tienen menos espacio para inflarse y desinflarse, encima te comes el polvorón y se te manda el polvito por el tubo equivocado y empezas a toser migas como un hdp. Para que me lo metí a la boca, hasta la escupida sale seca y con pedacitos de turrón que todavía no baja.

Demás porquerías

Tu abuela te sigue ofreciendo cosas como confites, panteones, turrón alemán, chocotorta, y vos decís basta, quiero birra nomas, y te vuelven a poner el plato enfrente pero esta vez con pan dulce, es un poco mas suave, si esta fresco un poquito no hace nada, si  tiene frutas pasa mejor. ¡Noooo! es de chocolate también, ya queres vomitar, pensas estos yankis del orto que nos metieron estas costumbres de invernales de mierda y nosotros como unos pelotudos los imitamos, una tía te pone un gorro de papa Noel de frisa y empezas a transpirar como si estuvieras adentro de una bolsa de dormir.

Se caen las gotas de tu cuerpo como cuando descongelas una heladera, miras el arbolito y un boludo compro chocolate en rama y lo envolvió con un papel grueso, por los costados del paquete se ve que chorrean de un lado blanco y del otro negro. Más asco te da. Cuando le das la ultima probadita a una macita dulce, ¡caes! ¡bingo! Se te prende la lamparita y te das cuenta que esto lo vas a cagar en año nuevo, una semana sin ir al baño vas a estar. Y cuando vayas vas a saber que siente por las noches Flavio Mendoza.

Pero no importa, es navidad, estamos con la gente que queremos, nos vamos de joda, a ponerle onda.

Y para terminar con estas curiosidades poco agradables de la navidad, otra cosa que sucede muy a menudo es levantarse al día siguiente terriblemente descompuesto, por el efecto lavarropas por el cual atraviesa tu estomago, y tu viejo te dice:

– Debiste haber tomado un poco menos- y vos no lo podes creer, después de la terrible panzada que te diste, el lechón bailando con el mantecol en el estomago, ahora la culpa la tiene el alcohol.

Y lo buenísimo es que todo eso que no me gusta de la navidad, lo vas a repetir en año nuevo.

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