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Cosas que deberíamos saber acerca de los forros

Puede ser que ya lo sepan, y que lo recuerden en el día a día, actuando de forma cuidadosa para no ser víctima de estos seres mal llamados forros, porque en realidad son gente que te usa como si vos fueras un forro. Pero el término ya está aceptado así y se entiende perfectamente. El caso es repasar unos puntos fundamentales acerca de estos personajes que te agarran desprevenidamente de un día para el otro y vos te quedás, como diría sabiamente Charlie Harper, como un tipo con Alzheimer en un burdel: “te sorprende que te cogieron y no querés pagar por ello”. Un bajón.

Un ejemplo clásico: el forro de la oficina, gran generador de rumores de todo tipo, que la secretaria se acostó con el portero, que la jefa toma todo tipo de pastillas, que el nuevo siempre llega tarde, que el viejo se la pasa mirando porno. En general va de a uno, según su necesidad y conveniencia. Cuando va a haber algún tipo de decisión importante, como un ascenso o reestructuración, el rumor crece y recrudece.

Otro ejemplo: el rompe-familias. Para ambos sexos. Ni siquiera hace falta que la familia efectivamente se rompa, el forro obtiene su placer viendo cómo con poco esfuerzo (a veces no tan poco) hace tambalear los votos de fidelidad del comprometido. Ejerce su podercito destructor y se retira satisfecho para no ver la mierda que explotó por todos lados.

Pero para los que todavía no lo vivieron, o bien para los optimistas boludos como yo, que se olvidan de los malos tragos y comienzan a ver todo color de rosa otra vez, acá van unos Postulados sobre los Forros. Que les aprovechen.

1- Los Forros Existen. Sí señores. Uno por ahí que es medio pánfilo y va por la vida pensando que el resto del mundo es como uno, no tiene en cuenta esta verdad. Y esto es porque la mayoría de la gente es buena onda, se alegra cuando te va bien y se entristece cuando te va mal. Entonces uno todo pajarón se relaja y se olvida… y ahí el forro te anota en la lista. Es un postulado medio boludo, pero hay que partir de la base.

2- Los Forros no saben que son Forros. Claro, nadie sería feliz sabiendo que es un ser despreciable y digno de cuidado. Él opina que el mundo no es de los más inteligentes, sino de los más rápidos. No es que él sea forro, sino que vos sos muy lento, dejás las cosas ahí tiradas y él las va a aprovechar mejor… o no las dejás tiradas pero él las toma más rápido. Como el chorro que se justifica “si no lo tomo yo, lo toma otro”, esta persona sólo ve la oportunidad y actúa, sin pensar un segundo en las otras personas ni en su derecho a invadirlas, casi carnalmente.

3- Los Forros Se Camuflan. A un forro de ley nunca lo vas a ver venir, a menos que seas otro forro o te hayan cogido tantas veces que desarrollaste un radar a un kilómetro a la redonda. Generalmente el recién empomado suma a su tristeza circunstancial la decepción de enterarse que el empomador era una persona de su confianza. El Forro siempre cae de diez, es aparentemente sincero, charlatán y alegre. Pero si uno pudiera darlo vuelta como una media descubriría que es todo mierda debajo de esa cáscara, mierda mezclada con envidia de todo y de todos, resentimiento, poca autoestima y nulo amor por los demás. Desgraciadamente esa cáscara de alta autoestima, simpatía y solidaridad es dura y muy bien cimentada a través de años y años de práctica. Sí… a medida que envejecen se ponen más peligrosos. Pasan de ser forros-junior a forros-senior.

4- Los Forros Tienen Cómplices. Y los usan maravillosamente, al punto de no poder distinguir a veces cuál es el Forro y cuál el Cómplice. La maquiavélica cabeza de esta organización de cuarta se mantiene lo más oculta posible, y los brazos suelen ser los demás. A través de esta manga de incautos (o de aprendices) el Forro acciona muy sutilmente, porque lo suyo no es la inmediatez, sino la invisibilidad. Es la gota que horada la piedra. Es el elefante que se la da a la hormiga (con paciencia y saliva). Si fuera un tipo, no te violaría ni te drogaría, sino que te enamoraría, para poder entrarte mejor. No siempre puede usar cómplices, además, corre el riesgo de que alguno sea un tapado y lo termine durmiendo. Todo depende de cuál sea el objetivo y por supuesto de la habilidad del Forro en cuestión.

5- Los Forros Son Ubicuos. Es gente que despliega todos sus encantos premeditadamente, con la precisión que EEUU ubica sus porta-aviones, hacia tres tipos de personas: al superior, o que se encuentra en situación de ventaja para determinado objetivo; a la futura víctima, a la cual debe tomar desprevenida y si es posible con el culo al aire; y a los cómplices, fundamentales en la recolección de información y la diseminación de rumores. El resto del mundo (que no esté usando en ese momento) bien puede sucumbir a una plaga, arder o inundarse. Le chupa un huevo. Puede organizar una salida eventual para mantenerlos en stand-by. Pero si lo hace es porque ya tiene los planes escritos hace tiempo. Siempre son amigos del que conviene, y mejores amigos del que necesitan.

6- No se le Gana al Forro Siendo más Forro. No conviene, una vez producido el ultraje, con las heridas abiertas y calentitos los panchos, intentar pelearle de igual a igual al Forro para vengarse. Por que el Forro viene practicando hace años, tiene coartadas, talento y ganas, tiene mañas, tiene cómplices, tiene metodologías y experiencia. No confía en nadie así que es imposible conocer su punto débil. Tiene las fichas importantes (personas con poder de decisión) en su bolsillo.

Al Forro se le gana… no tengo idea cómo. Si tenés la suerte de poder desenmascararlo de frente y con todas las pruebas en la mano, es un golazo… Igual es sólo una batalla, el Forro se aleja, se rearma y vuelve como si nada. ¡O recargado! ¿Con la indiferencia? No se le mueve un pelo, y se fortalece con la impunidad obtenida. ¿Intentando poner a todos contra él? Dificilísimo ya que hay que dejar de vivir para ponerse a rosquear como loco, y si uno ya no es así de movida, sale para el orto. ¿Mostrándonos felices delante de él? No, él es un maestro para hacer lo mismo, no necesita vernos tristes para saber que lo estamos.

Lo primero es ganar en salud mental: nos alejamos del Forro aunque sea emocionalmente. Luego, yo creo que la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena (qué buena frase ¿no? se me ocurrió recién). Pero sí podemos ver al Forro a los ojos con carita de lástima, y decirle con la mirada que nosotros sabemos que adentro no tiene nada más que mierda. Y mandarle al Gurkha. Eso nunca falla. 

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