Hace dos semanas comenzó a gestarse el peor viaje que he hecho manejando a un lugar. Por lo general mi viejo es el que va manejando y yo voy durmiendo al lado en el asiento del acompañante, pero como el chabón ya está cansado esta vez tuve que viajar solo…
Era un martes tipo 0:30 de la noche (¡Dale Ingrid Dale!), y mi viejo me avisa a esa hora que va a despertarme a las 5 am para que nos vayamos de viaje a nuestro patio trasero, si… nuestro viejo y no querido St. John (lo pongo así porque es de la única manera que me suena bonito San Juan).
Cuando me avisó a esa hora lo miré con cara de odio y resentimiento, o sea culiado me tengo que levantar super temprano y ¿me venís a avisar recién ahora? No iba a dormir un choto, estaba cenando, dejé de morfar y ver Tinelli, (porque pajero se nace) y tipo 1 am ya estaba durmiendo. El reloj del celular me dijo la Alarma sonará en 3hs 59 minutos… Ya estaba destinado a que el día empezara como el orto…
Me suena el despertador a las 4:50, cazo el celular como puedo y desactivo el chillido infernal que me hace despertar todas las mañanas, como ya me ha pasado antes tuve que dejar el celular lejos de mi cama para poder levantarme y no quedarme acostado porque si no todavía estaba durmiendo. Eran las 5 en punto y mi viejo no se levantaba todavía, tenía que llevar a mi hermano al Liceo y después nos íbamos a Maipú a buscar la camioneta. Voy y lo despierto, me dice que se había puesto la alarma a las 5:15, se tapó y siguió durmiendo esos mugrosos quince minutos.
Cuando por fin se levanta me dice que en el corredor del oeste seguro se iba a demorar, que él tenía que hacer muchas cosas ese día y si no me molestaba viajar solo a San Juan. Con mi peor cara de buenos amigos y un tono de mierda que cualquier persona entiende que no es nada bueno le dije que sí. Sacó el Corsa que está usando porque fundió la Kangoo y me llevó hasta Maipú, a todo esto eran las 6 am cuando salimos de mi casa porque él se puso a desayunar tranquilo en mi casa cuando lo único que yo quería era irme a la mierda…
Llegamos a Maipú, por ahí cerca de la Emilio Civit, me bajo del auto, arranca y se va super apurado como si realmente tuviera cosas que hacer, cosa que no es cierto porque el tipo está desempleado prácticamente. Abro el portón, miré cómo la helada había caído sobre techo y capot y ya comencé a pensar en lo muchísimo que le iba a costar arrancar al armatoste gasolero ese. Le dí contacto temeroso y al primer giro comenzó a cascabelear como un tractor fundido… pero arrancó de una. Me dispuse a salir, cerré el portón y me fui a cargar gasoil. Salí de le estación de servicio y por esas cosas de la vida decidí irme por la Aráoz hasta el Acceso Sur, o sea hice el camino más largo sin sentido, por eso los viajes de mierda tienen cosas inexplicables que los hacen más de mierda aún.
Después de largo recorrido hasta llegar al Acceso, recién empezaba lo “divertido” en el viaje que es manejar como una Marta hasta que te empiece a dar sueño, prendí la radio y me puse a escuchar la primera mañana de Radio Mitre Buenos Aires, Cada Mañana el programa de Marcelo Longobardi, porque facho y golpista se nace. Ya para cuando empecé a pasar la rotonda del Avión por la Costanera, había perdido todo signo y rastro de calor que habitaba mi cuerpo, la calefacción de la camioneta estaba desconectada y mi viejo, que siempre quiere que aprenda las cosas a la fuerza, tampoco me había enseñado a conectarla.
Ya saliendo de Mendoza, con la noche como paisaje, porque a esa hora todavía no amanecía ni por casualidad, empezaron los primeros cabezazos del viaje, como había dormido poco empecé a dormitar mientras iba manejando, tuve que cambiar la radio y poner música desde el celular y tratar de cantar las canciones para no dormirme. Alrededor de las 8:30 recién amanecía en la provincia de los niiiños y la semita, un poco tarde porque como no les gusta trabajar ni el sol sale temprano para los onanistas esos.
Llegué a la ciudad y decidí comprarme un paquete de Oreo y una Coca de medio litro, cuando me lo empecé a comer y tomar se me cortó la puta digestión, por el frío que tenía parecía que me iba a cagar encima en cualquier momento. Me empecé a descomponer y se me bajó la presión, pero como soy aguantador llegué a destino, cargué la mercadería que iba a comprar en la camioneta y emprendí la vuelta a casa.
Paso la circunvalación, que es lo único que distingue a San Juan del resto del país, una cosa horrible que rodea la ciudad y que es confusa tanto para subirse como para bajar de ella, las casas y calles son confusas, todo parece igual porque está roto y descuidado, todas las casas son viejas y feas y pude enganchar la ruta a Mendoza y volver.
Volvía por la ruta cuando el sueño me volvió a atacar, la camioneta ya cargada no pasaba de los 80 km/h, otra vez tuve que cantar fuerte las canciones y con ganas para no dormirme. Un poco más adelante en el recorrido estaba la CNRT parando vehículos y me para a mí. Mi cuerpo y mi mente no estaban al 100% para chamullarme al agente ni al gendarme que me pedían los papeles, resulta que en San Juan, como es jurisdicción nacional, te piden la revisión técnica del vehículo y permiso para transporte de cargas, por lo que me dijeron que me iban a retener la camioneta. Yo no sabía qué hacer, lo llamo a mi viejo me dice que haga lo que sea, que me ponga a llorar si es necesario para que me hagan el parte y me dejen ir. Me bajo de la camioneta mientras el vago estaba revisando los datos, me dice que me quede piola y vuelva a subirme. Habían parado otra camioneta que venía de Mendoza y como no era particular como yo a él si lo iban a detener y secuestrarle el vehículo con la mercadería.
Luego de haber terminado el trámite, con el acta de infracción en mano me llama mi viejo para preguntarme a donde me tenía que ir a buscar y le explico que ya me habían largado. Sigo viaje con sueño, descompuesto, con el cuerpo cortado y con muchísimo frío, ¿qué más podía pasarme? Se me quemó el fusible de la radio, tuve que ponerme los auriculares bluetooth que se escuchan muy bajo porque la camioneta hace un ruido infernal. En todo el viaje iba chamullando con un perfil falso de Facebook que a duras penas me mantenía despierto.
Sigo camino por la recta más larga del mundo, entre los campos más yermos del planeta… el desierto total. De pronto vienen esas partes como badenes gigantes, por donde lógicamente pasan las aguas de tormentas veraniegas y dejan greda y piedras, y, como era pleno invierno mi vista se perdió en los paisajes suponiendo que la ruta iba a estar limpia de cascotes, ¡pum! Agarro de lleno una piedra en el medio del camino. Chau cubierta… llanta partida. De pedo no me puse un palo. Sin gato y haciendo señas, pude cambiar la cubierta gracias a un caminero que se apiadó de mí.
Llegando a Jocolí, con toda la mala leche del mundo, di por sentado que los milicos me iban a pedir algo para no multarme. Sorprendentemente pase sin siquiera ser detenido. Atravesé las cuatro cuadras que suponen ese pueblo del orto y miré hacia el cielo risueño agradeciendo mi suerte… ¡pum! Siento nuevamente… maté una gallina que se cruzó corriendo, chau paragolpes… hola sermón y descuento monetario del sueldo por choto.
Llegué a mi casa temblando, le entregué las llaves de la camioneta a mi viejo y le dije que no contara conmigo para el resto del día. Me fui a dormir y ya no me acuerdo de más nada…
Reflexión: si viajan a San Juan lleven abrigo, un acompañante, arreglen la calefacción de la camioneta, busquen los papeles correspondientes, no saquen la vista de la ruta y récenle a quien ustedes le crean para que las cosas salgan lo mejor posible, porque viajar en esas condiciones es la puta muerte…