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Crónica de las típicas vacaciones en Mendoza

La primera quincena de enero es un garrón, pero mal. Los quiosqueros, como les fue bien (porque no hay plata ¿vitéh?) se fueron todos al Caribe de vacaciones, se compraron un audi y se dan el lujo de quejarse. Quedamos los perejiles muertos de calor y sin poder comprar una gaseosa fresca a 1km a la redonda. Para colmo ahora a los supermercados se les da por cerrar por cualquier cosa, así que tampoco es garantía ir y comprar “lo del mes”.

Quedaste vos y un puñado de conocidos, que no llegan a ser amigos, ya que solo los ves en vacaciones. Porque están igual de secos que vos. Pero ahora se asustan todos cuando llueve, los encontras  agazapados bajo un techo de 2cm, por que la lluvia “los agarro” caminando. ¡Ja!, como si la lluvia en Mendoza “agarrara” a alguien. Ven unas nubes y ya no quieren salir, “no vaya a ser cosa que se largue”. ¿Qué pasa menducos? ¿Son alérgicos al agua? Las ferias o lo que sea que halla masomenos entretenido (por qué a esta altura uno se conforma con cualquier cosa) no aparecen “por miedo al agua”. Y lo mejor es que los días que no llueve, hacen 40 grados bajo la sombra, entonces ni tus amigos ni vos quieren salir.

Lograste salir, convenciste a tus amigas que no va a llover, que no se van a oxidar, y fuiste a un boliche. Claro, como dijimos antes, solo los secos nos quedamos en Mendoza, y los que no están secos están esperando irse en unos días, así que tampoco tienen un mango. Saliste con la plata justa como para unos tragos y la reserva del taxi “por si acaso tu amiga del auto se va, o lo que sea”.  Estas muy tranquila, la música que ponen esta buena y elegiste un lugar bajo el ventilador del boliche, (aunque te despeine la plancha que te hiciste por 2 horas). La noche viene bien, hasta que un infra dotado se te acerca y te pregunta: ¿Por qué tan linda y tan sola? Con los ojos clavados en tus gomas. Después de que amablemente le haces entender que no querés hablar con él, este personaje no parece entender, y sigue empotrado cual columna. Llegan tus amigas de la barra y entre todas hacen que el tipo se aleje, hasta le dicen que tenés herpes y cualquier otra enfermedad. Te invitan al baño 50 veces, se hacen las descompuestas. Hasta que el señor entiende la “indirecta”  y deja de perseguirte como mosquito a la luz.

Finalmente te vas del boliche, bastante sobria y sola, claro. Si solo el descarte quedó en Mendoza, y ni una cerveza te convidan, es más, algunos hasta quieren tomarte tu trago y les da la cara para pedirte el teléfono, después de ese acto tan poco varonil.

Por suerte al otro día, te invitan al río, con asadito incluido, ni una nube en el cielo… Un mediodía caluroso pero con pinta de que será un lindo día. Llegas al río, hasta el culo de gente, todos en malla, aunque nadie se mete. Ves al grupito de los “Fotos” que parece que solo salen para sacarse fotos, subirlas al facebook, y aparentar que tienen una vida, aunque su vida sea solo eso. Unas minitas más allá posando con cara de pato, auto foto con cara de pato, foto con la amiga, foto metiendo panza y cara de pato, foto de “no me cago de calor” y Los vagos sacándose fotos, fotos al asado, fotos a una piedra, fotos al río, fotos a las minas que se sacan fotos  y el desatinado que se mete en las fotos ajenas y te caga la onda.

Después del asado, adoras a tu amiga, esa de la que siempre te burlas por andar con un cubo de hielo en la botella, la amas a ella y al cubo de hielo. Agua fresquita, solcito, unas cartas de truco y no podes pedir más.

Unas nubes a lo lejos te preocupan. Propones irte (ya se te pego el cagaso del agua) pero nadie te da bola. Te caen unas gotitas, siguen sin darte bola. Se larga maaaal y todos corriendo al auto, tapándose la cabeza, recogiendo lo que queda tirado. Arrancan y el auto se queda varado en el barro, así que todas a empujar y tratar de salir (justo que te habías puesto esos pescadores blancos que te quedan tan bien). La lluvia te cago no solo el pantalón, si no un posible chamullo: justo te habías puesto a conversar con ese bombón, si, el de las fotitos, y no alcanzaste a darle tu número ni en su defecto, el facebook.

Y así pasan los días en Mendoza, alegremente, muertos de calor, muertos de hambre por falta de lugares de expendio, llenos de picaduras de mosquitos, quemados y vos casi tan sola como un hongo.

Pero bueno, cuando los demás llegan te ven bronceada y delgadísima (casi famélica) y vos le decís que la pasaste joya, que conociste gente súper divertida y que te alegra un montón no haberte ido, y así ahorras para las próximas vacaciones y ¡que se mueran de envidia!