/Diferencias entre los mendocinos y los cordobeses

Diferencias entre los mendocinos y los cordobeses

Como buen mendocino que odia al mendocino, nacido, criado y establecido en esa ciudad, algún día se me secó el cerebro cuyano y quise buscar otros rumbos. Como Buenos Aires era demasiado y cualquiera otra ciudad excepto Rosario era muy poco me incliné por el medio, Córdoba capital. Llevo acá unos 3 años por ahí algo interrumpidos con idas y vueltas pero que totalmente alcanzan para sacarle la ficha a cualquier oriundo del rincón del mundo que sea. Es tan así que hasta uno toma conciencia de su propia tonada, algo que tal vez alguna vez si grabaste tu voz o te escuchaste en algún video de amigos pudiste reconocer, pero les aseguro que no a tal punto.

Los mendocinos somos tipos de tonada rara. Sí, rara, tal es así que en Mendoza sólo por pronunciar las eses (por ej. los ojos en lugar de loojo’) que allá pensaban que era porteño y acá piensan que soy chileno. Algo que pasa más habitualmente en Buenos Aires pero acá también y mucho, y molesta como a los tucumanos que los confundan con bolivianos.

De movida, el tema de la pronunciación es algo que separa más que un celular desbloqueado. Acá en Córdoba se pronuncia todo mal, pero a diferencia de los mendocinos, lo hacen sabiendo, disfrutándolo, acariciando cada pifie verbal como si fuera su himno nacional. Cito algunos ejemplos clarificantes:

Remis: una palabra jodida. Debería tener acento en la “i” para ser una aguda que pueda pronunciarse como creemos que se pronuncia, pero al no tenerlo nunca escrito ni en los vehículos ni en ningún lado, el cordobés se lo tomó a pecho y lo pronuncia como lo ve. Esto es: “Rémis” (en muchas ocasiones sin ese)

Duarte Quirós: esta es fantástica. Es el nombre de un tipo que ni conozco la verdad pero que si bautizó una calle céntrica debe haber sido alguien importante. Esta sí posee en todas sus direcciones la tilde necesaria para matar cualquier sospecha ortográfica pero no hay caso, el cordobés insiste con agravar todo; el habla. Por lo tanto no hay uno que te encuentres que no te diga “Duarte Quíros”. ¿Por qué? No lo sabemos.

Papel Creppe: el inglés y los idiomas extranjeros en general no son para el cordobés promedio. Acá se pronuncia bien ruidoso, que llame la atención como corresponde: “papel Crepé”. Ni hablar del Home Theater que en muchos casos lo escuché como jomtíter.

Las Heras: Uno de los lugares más visitados por los que gustan de los boliches cuarteteros y algún que otro antro están en el Bv. Las Heras, pero no intente preguntar por el Bv. Las Heras como usted lo está leyendo en su cerebro porque no llegará a ningún lado. Es lajeras y es lajeras para todo el mundo, el promedio y el que no. ¿Por qué? No lo sabemos.

Esos son algunos de los ejemplos que ahora se me vienen a la cabeza pero les puedo asegurar que son innumerables. Acá les gusta ser así, auténticos. Ese es uno de los grandes abismos con el mendocino promedio. El menduco odia ser comparado con un negro, con un ordinario, con uno más del montón, el cordobés lo ama. Ama ser quién es, “yo soy negrazo y me encanta”, no te la caretea para nada y la verdad al principio es simpático y luego bastante odioso. La autenticidad está buena hasta que te toca padecerla.

Ellos dicen de nosotros que somos muy educados por ejemplo, pero yo pienso que es porque no nos conocen demasiado. Dicen que somos muy tranquilos para hacer todo, pero no saben lo que es pedir un servicio en esta ciudad. Creo que los santiagueños le ganan una carrera en cuclillas.

Cosas buenas, sí tienen miles por supuesto como nosotros los mendocinos, pero el sentido de esta pequeña reflexión es describir lo que un provinciano ve de otro provinciano no vecino pero argentino como tantos. Acá es el paraíso de la simpatía como en Mendoza el paraíso de la cara de culo. Esto es, cuando subís a un taxi, te atiende un kiosquero, o necesitas pedir una dirección ellos son muy predispuestos y si no te pueden ayudar buscan uno que sí lo haga y lo hacen con verdadero gusto. El mendocino te hace el favor pero no cambia la cara de cajero automático ni regalándole dinero. En las fiestas y lugares de diversión nos sacan ventaja a nosotros y al resto del país, eso lo sabemos no hace falta recalcarlo.

Otra de las grandes diferencias y muy notorias con el mendocino es que nosotros buscamos todo el tiempo y aunque me lo nieguen lo sostengo, parecernos a los porteños. En todo, en la “sh”, en la ropa, en las palabras de moda, en las radios y televisión, etc. En cambio el cordobés odia de manera alarmante al porteño. Tal es así que si el mismo día que juega River y Boca juega Talleres- Belgrano al otro día ni el diario habla del clásico del fútbol argentino. Acá juegan el papel del más grande del interior y eso hace ruido con el más grande del país y eso se nota. Acá todo es cordobés, no existe el neutro argentino en los medios, es cordobés. Escuchas la tonada en una publicidad, en las noticias, en una llamada de alguna empresa de celular, en absolutamente todo y aunque a ellos les moleste esto es así el cordobés exagera su tonada a más no poder y sobre todo si ha ingerido alguna bebida alcohólica como el fernet. Cosa que nosotros no podemos porque tendríamos que hablar en quichua más o menos.

¿Las mujeres más lindas? Mmmm, viniendo de Mendoza es difícil darle ese crédito a cualquiera. Son tal vez tan lindas como las mendocinas y como dicen también las rosarinas. El tema no es la belleza, el tema es la aglomeración de belleza. Esto es: sin en Mendoza pasan 20 chicas lindas mientras cruzás la calle, acá pasan 45. O sea, es una cuestión de número más que lindura.

Y por último como para ir cerrando estas reflexiones digo que nunca encontré una provincia tan parecida a nosotros a pesar de las grandes pequeñas diferencias. Los lugares de moda, las juntadas en el río y esa magia de ser ciudad grande pero sin dejar de ser provinciano. Eso sí Mendoza está mucho más organizada estructuralmente y aunque no lo crean se maneja mejor. Acá andan rápido pero mal, en Mendoza andan mal pero por lo menos no tan rápido, incluyendo colectivos y taxis. Y una cosa más, me parece innecesario esa costumbre cordobesa de tener que obligatoriamente ponerle un apodo a cualquiera. Los nombres son nombres y están para usarlos aunque resulte divertido no hacerlo, no todos pero una mayoría importante.

Y como dicen que los mendocinos somos vuelteros para todo los dejo con una pequeña historia del Titanic. Está lleno de mendocinos, cordobeses y porteños y el barco se hunde como todos sabemos. ¿qué hace cada uno? Los porteños son los primeros que agarraron los pocos botes que había, los cordobeses les chupa un huevo y se quedan bailando con la banda hasta que se hunda y los mendocinos se agolpan en la bitácora del capitán esperando que este salga a explicarles por qué carajo se están hundiendo el barco.

Escrito por El Nene Carrizo para la sección:

ETIQUETAS: