/El día que fuí comunista

El día que fuí comunista

La militancia política es muy interesante, debería ser la mayor expresión de interés por el bien común entrelazado con grandes ideales, realmente admiro a quienes los tienen y defienden. Por otro lado no soy partidaria de los fanatismos absurdos, de aquellos que se ciegan, se cierran ante un amor irracional a un partido político sin dejar lugar al dialogo o la disidencia, cosa que ya manifesté en mi nota sobre “La plaga de militontos”.

Mi historia con el Comunismo comenzó de una manera particular, seguro estarán pensando que en mis épocas de facultad me enamoré de la posibilidad de una sociedad justa, igualitaria, porque me mantenían y no sabía lo que era pagar impuestos, pero no.

Creerán que cuando tuve que empezar a pagarlos e ingresé al sistema, quise revelarme contra el capitalismo salvaje que nos oprime, pero tampoco. Todo comenzó en un boulevard del centro de mi cuidad mientras escabiaba cervezas con mis amigos sentada en el baúl de un auto.

Próximos al tiempo electoral, nos pusimos a divagar sobre política, y se me ocurrió la brillante idea de ponerme a revisar si alguno estaba afiliado. Descubrí esta bella página, donde ustedes pueden corroborar si pertenecen a algún partido:

https://www.padron.gov.ar/cne_afiliados/

Uno a uno cargué los datos de mis amigos, de los cuales hasta los que sospechaban haber sido afiliados, no figuraban. Para lo último cargué toda mi información para descubrir que: “usted está afiliado a un partido político de Mendoza”.

Para los que dudan que sea mujer

En ese momento tuve ganas de correr al monumento a San Martin que se encontraba próximo y putear a toda la democracia tercermundista argentina. Pero como era fin de semana me tuve que contener hasta el lunes.

Al próximo día hábil, suponiendo que era un partido de Mendoza, debían ser los Demócratas. Fui a la sede y había un mamerto atendiendo, que aparte de no tener idea me contestó:

– ¿No te habrás afiliado sin darte cuenta?

Y mirá de la misma manera podría encajarte un piñón por pelotudo y decir que se me escapó, pero me limité a contestar:

– Me hubiera dado cuenta que estoy firmando una ficha de afiliación…

Así fuí todo el camino de vuelta a mi casa

Al otro día me dirigí al Concejo Deliberante, donde el mismo partido Demócrata me atendió muy bien, corroboró que no estaba en sus padrones, y consultó a los demás partidos que con mucha amabilidad me dijeron lo mismo, supongo que debía verme algo molesta.

Sigo preservando mi identidad

A esta altura me veía como miembro de un partido de unos 10 integrantes, militando por los nazis, aliens o Ricardo Fort. Pero me quedaba una sola opción, como dice la página que les dejé más arriba, ir personalmente a la sede central que se encuentra en el Correo Argentino en nuestra capital provincial. Para los que no saben, y deleite del resto del staff que me dice “campesina”, no vivo en ciudad, es más estoy en la loma del rosquete, unos quilómetros más allá, por ende tuve que esperar a tener que ir por algo más, porque no me iba a hacer un viaje de casi 4 horas por esto.

Meses más tarde cuando pude ir personalmente a resolver esta hermosa situación, subí al cuarto piso del edificio anteriormente mencionado a buscar mi ficha de afiliación, la misma tenía datos viejos, un domicilio antiguo y mi firma re contra re mil falsificada, realmente tenía ganas de hacer un sacrificio humano.

No pude salir del asombró cuando descubrí el partido del que me habían hecho miembro, resulta que era del “Partido Comunista”, ¡¡¡comunista!!! Nunca en mi vida tuve nada que ver con ellos y ni siquiera conozco a ninguno de los tres pejelagartos que deben tener inscriptos por gusto.

El señor mayor que atendía el lugar pudo percibir este instinto asesino en mi persona, y me aconsejó:

– Anda abajo y desafíliate, si querés hacerles juicio tenés que conseguirte un abogado, corroborar las firmas y encontrar al tipo del partido, cosa que es prácticamente imposible. Esto pasa todo el tiempo, con todos los partidos, lo veo siempre. Vivís muy lejos, ahórrate otro dolor de cabeza, andá abajo, llená la ficha y olvídate…

Le agradecí, y baje puteando por todas las escaleras. Como había sacado numero apenas llegué, no esperé más de 10 minutos, me dieron la ficha, la completé rápido y me fuí. Tres días más tarde me fijé en la web y era independiente de nuevo.

Parte del financiamiento público de los partidos políticos viene de la cantidad de votos que recibieron en la elección anterior, no del número de afiliados. Así que no sé qué beneficio sacan actualmente de inflar artificialmente el número de seguidores, que no hacen nada realmente por ellos.

Si sé que me sacaron mi derecho de participar en las internas, a las que fui antes de que existieran las P.A.S.O. y no salía en los padrones, robaron mis datos personales (supongo que cuando estaba en la facultad porque son los de esa época), falsificaron mi firma, y sobre todo pasaron por arriba mi libertad, mi derecho a elegir, cuando deberían ser los que los protejan, qué ironía ¿no?

Así fue mi paso por el comunismo, un fraude del que fui consciente por UN día, lleno de indignación pero con la misma seguridad de siempre que la única manera de que no nos caguen es estar atentos, son representantes que elegimos y abalamos en el poder nosotros, no dueños de nuestro destino y menos de nuestra voluntad.

Un saludito a RAMON SANTOS ABALO, apoderado del Partido Comunista que avaló esto …