/El día que me junté con el diputado Ramón

El día que me junté con el diputado Ramón

Les voy a contar una experiencia muy interesante que tuve el fin de semana pasado. Resulta que un conocido político me contactó vía Facebook y me propuso juntarnos para discutir los lineamientos de una nueva fuerza política.

Quedamos de reunirnos en la plaza Independencia, cuando lo veo llegar el tipo estaba cubierto con una frazada.

–  ¡Hola Ramón! – le estiro la mano y el tipo hace el ademán para darme un beso en la mejilla, pongo la mejilla y el saca la mano y cuando voy a estrecharla me palmea el hombro.

– ¿Cómo estás Curly?

– ¿Muy bien y vos?

– Eeeee, bien, aunque medio mal, o sea podría estar mejor pero no me puedo quejar.

– Aaaah la puta, ¿bueno vamos a cenar algo?

– No tengo mucha hambre, almorcé pesado.

– Bueno tomemos un café.

– No, porque me cae mal.

– ¿Una cerveza?

– ¿Con el estómago vacío?

– ¿Pero no habías comido mucho en el almuerzo?

– Tenés razón, vamos a cenar.

– ¿Un lomito?

– No, estoy a dieta.

– Bueno, una pizza chica.

– No, me hacen mal las harinas.

– Vamos a Govinda entonces.

– Dale, pidamos un chori.

Después de dar mil vueltas terminamos en La Lucia. Llega el mozo:

– ¿Qué van a pedir?

– Yo un bife de chorizo.

– ¿Usted señor?

– Un lomo.

– ¿Y para tomar?

– Una cerveza.

– No, ¿para qué vinos tenés? – quiso saber Ramón.

– Trapiche y los Haroldos.

– ¿Cuál me recomendas?

– Un fon de cave.

– Genial, tráeme una coca cola.

– En 30 minutos está su comida.

Se va el mozo desconcertado.

– Bueno contame Ramón ¿cuál es tu idea con el Partido?

– Quiero imprimirle identidad, no puedo seguir choteando toda la vida con lo de las facturas.

– ¿Cuál sería su postura política?

– Mira no quiero que sea de izquierda troskista pero tampoco de derecha videlista. Me interesa más algo como una democracia cristiana que esté a favor del aborto y sea laica pero vaya todos los domingos a misa.

– ¿Y con el tema económico?

– Mira quiero libre mercado pero con fijación de precios. No me gusta la intervención pero que tampoco todos hagan lo que quieran ni que se reprima pero el quilombo en la calle no me va.

¿Sabes qué? Voy a decirle al mozo que me envuelva el lomo para llevar y nos tomamos una cerveza en tu casa.

– Dale.

El tipo me pidió que manejará yo porque entre la frazada y la cerveza que terminó pidiendo en el kiosco le era imposible. Lo llevé hasta la casa.

– Espera que te llamo un taxi.

– Dale.

Justo me sonó el celular, me fui a otra parte de la casa para atenderlo, por educación.

– Hola.

– Hola Curly ¿estás disponible para hacer un viaje?

– Si pero me tenés que esperar un ratito porque tengo que ir a buscar el auto. ¿Donde es el viaje?

– Ahí te paso la ubicación….

Entonces me di cuenta que el que me llamaba era el propio Ramón.

– Ramón, me estás llamando a mí mismo.

– Mejor che.

Cuelga y asoma la cabeza por la ventana, yo estaba completamente confundido.

– Che Curly, ya te pedí el coche…

Y así terminó mi convulsionado encuentro con el diputado.

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