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Entre mocos y panfletos electorales

Estoy enferma, en cama o como se diga. Y bueno, después del golpe de defensas bajas after las mesas de examen, compartir mate con 6 desconocidos y tomar 5 helados en un mismo fin de semana; era de esperarse. Pero aparte está el bendito frío.

Cuando el frío crudo y horrendo del invierno llega a mi puerta cada año, además de putearlo, intento dejar que no me afecte. Tomo vitaminas, me mentalizo, lo ignoro, me encapucho con bufandas…lo cierto es que siempre consigue entrar por alguna rendija el maldito bastardo ese, dejándome durante un par largo de días tirada en la cama viendo el techo, comiendo sopitas de todo tipo y con el jugo de naranja por intravenosa.

El temita acá fue que al achancharme por el estado de mocos y presión craneal que me afectaba, dormí mucho. Les cuento que cuando duermo mucho, sueño mucho (en un porcentaje estimativo el 80% de las cosas que sueño son realmente estupideces) y ahora sumemos a lo anterior que tenía fiebre y por lo tanto tremendos delirios. En fin, el sueño que tuve anoche…fue muy loco.

Mi sueño comenzó con un viaje en una Hummer blanca con Su Gimenez. Nosotras dos, amigas de toda la vida, charlábamos entusiasmadas de lo importante que es saber contestar las preguntas del millón para poder ganárselo, cosa obvia che. En el entretiempo, estábamos entretenidas persiguiendo la cabeza flotante de Amy Winehouse, así onda globo aerostático, mientras no perdíamos de vista a la traffic con forma de perro que estaba delante de nosotras (imaginen que la traffic era igual que la de la peli “tonto y re tonto”, así como de peluchito y con las orejas colgando a los lados). Cabe decir que nunca alcanzábamos a la Amy porque todos los semáforos mal coordinados de la ciudad de Mendoza nos lo impedían.

Tanto viajar, pasó que llegamos a un lugar extraño en donde dos sujetos oscuros con trajes hula-hula nos recibieron hablando en portugués. Yo muy animada y al ritmo de los tambores, les contestaba en un idioma fluido y con bastante contenido sensual mientras hacía capoeira; nunca pude hacer la vertical, y estaba copada con la capoeira… En fin, el lugar de arribo era un aeropuerto y el destino era desconocido. La Su se me perdió de vista en segundos que me descuidé, seguramente porque el vuelo a Miami se le estaba yendo o el pichicho que traía en la cartera descomió en el interior de la misma.

Redepente y sin previo aviso aparecía yo en medio de una manifestación, más que eso un guerra, en donde todos los políticos se tiraban bollitos de papel hechos con las boletas electorales. Yo, desesperada, les gritaban que se calmaran y sorprendentemente todos me obedecían. Chocha de la vida y con el Nobel de la paz bajo el brazo, me retiraba a tomar un cafecito con “El Alberto” al hotel de potrero, un tipo copado el puntano hasta que me invitó a verrrrrle “esa”  y tuve que clavarle un bofetón por desubicado.

Todo el espectáculo se veía interrumpido por la Barbieri que discutía al lado nuestro con su marido, reprochándole que no le había dado la medicación y que la había engañado con la Moria. Y para no ser menos, Alfonsín Junior me quería llevar de viaje a conocer todos esos países re locos que cuenta en sus propagandas políticas. Otro desubicado.

Llegado ese punto, con tanto griterío y con dos políticos peleándose por mí, desperté. Chivada mal de tanta fiebre, conmocionada por todo lo ocurrido (y lo creíble de las imágenes del sueño) y totalmente aturdida con los dolores propios del resfrío, me dije a mi misma: Barrilete, tranquila…sólo fue una pesadilla, lo bueno es que las primarias ya terminaron para vos. Chausito, me llegó la hora de tomarme el antimoco.

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