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Hablemos del aborto

Lo que sigue a continuación es mi humilde opinión. Humilde pero no por ello menos apasionada, menos meditada, menos verdadera.

Muchas personas cultas, formadas, inteligentes, que hablan muy correctamente y con fundamentos, salen por la tele y otros medios hablando sobre la necesidad de legalizar el aborto (despenalizar, que suena mejor) en Argentina mediante una ley nacional, que asegure la salud y seguridad de las mujeres que deciden finalizar con un embarazo, dando números sobre la cantidad de muertes anuales. Por otro lado, entrevistan a viejas chupacirios que no saben hablar y mezclan a los gritos religión, familia, vida y elecciones sexuales junto con su posición acerca de proteger la vida de un bebé. Ante tal disparidad de voces, me parece necesario que de mi opinión, que no será de la altura de las sociólogas magíster de la UNC, pero tiene fundamentos biológicos y sociales, a mi entender, bastante lógicos.

Primero, repasemos los principales argumentos pro-aborto:

  • El feto no es una persona/Matar un feto no es asesinato
  • Derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo
  • Muertes/internaciones de mujeres por practicarse abortos clandestinos
  • Niñas/jóvenes/mujeres violadas
  • No estar en condiciones económicas/mentales/sociales de tener hijos en ese momento
  • Los niños que viven en la calle (tenidos por madres que no los querían) sufren mucho

Muy bien. Ahora me toca a mí:

El feto no es una persona/Matar un feto no es asesinato: No hay absolutamente ninguna razón biológica para sostener que un feto no es una persona. Algunos científicos se basan en que antes de que el feto desarrolle su tubo neural no siente nada por lo tanto, no es persona. Nada más cruel y frío que pensar de esa manera, es como pensar que una persona muy loca, en coma o con grave deficiencia mental es menos gente que la que tiene plena conciencia de sí misma, y por ende su vida no vale. La capacidad no define el ser, menos aún en este caso, ya que es un hecho que la va a desarrollar. Desde la mismísima concepción, la persona ya es persona, ya tiene en su código genético toda la información necesaria para desarrollarse plenamente, y que necesite tiempo para ese desarrollo no lo separa en ningún modo de su esencia humana. Nadie pensaría en matar a un bebé porque no entiende nada ni puede caminar… todos sabemos que es cuestión de tiempo para que nos maten a preguntas o nos persigan por toda la casa pidiéndonos un Ben 10 o una Barbie. No podemos decir que un limonero no es un limonero porque no da limones, si lo corté antes de su primera floración, ¿no es cierto?

Derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo: Aquí hay un error desde el vamos. Un bebé, en cualquiera de sus estadíos de evolución, no es propiamente parte del cuerpo de la mujer. Ante cualquier duda, hágale un ADN y fíjese si es el mismo que el suyo, verá que no. Un bebé, desde embrión, es un ente totalmente distinto de su madre, o de la dueña del cuerpo,  lo que posibilita entre otras cosas el alquiler de vientres. ¡Lo que hay del endometrio para adentro, no te pertenece, querida! Si no me crees, preguntale a tu mamá si se siente dueña de tu ser, si tiene algún derecho sobre tu cuerpo; si ya que saliste de su útero, serías como un cáncer con patas. En cualquier caso, ¿las obras sociales deberían cubrir tanto el aborto como la mutilación de un pie o un riñón? No se puede contemplar seriamente que cualquiera decida sobre su integridad física a gusto y piacere, hay mucho loco suelto (ejemplo burdo para exponer los alcances del derecho sobre el propio cuerpo). Otro dilema, si hablamos de “pertenencias”, porque mucha gente sigue pensando que los hijos son bienes muebles: aunque el padre no lo acune en su interior, éste tiene tanto derecho a decidir sobre la mitad de su ADN como la mujer. En este caso, un hombre podría obligar jurídicamente a la mujer a abortar un hijo suyo que él no quiere tener, o viceversa. Es tan “dueño” de la criatura como ella. Si no, no estamos cumpliendo con la parte de “igualdad de derechos inter-género”, que tanto gusta proclamar las chicas con la bandera de “derechos sobre el propio cuerpo”.

Muertes o internaciones a mujeres que se practicaron abortos clandestinos: darle a la mujer un ámbito higiénico y protegido donde pueda deshacerse de su hijo, sin correr riesgos. Está muy bien si perdemos de vista que la mujer en cuestión quiere matar a alguien sin arriesgar su salud… Si con un riesgo tan grande de morir tantas personas se someten igualmente, ¡imagínense la cantidad de muertes de bebés que habría, de propiciar gratuitamente esas prácticas! “Tantas mujeres mueren por año por practicarse abortos clandestinos” A mí me gustaría saber el número de bebés muertos por abortos clandestinos y/o legales. También son muertos. Pero a éstos nadie los llora.

Siguiendo este razonamiento, también deberían existir lugares donde matar a otra persona, por ejemplo un marido posesivo, sin tener que ensuciarse las manos, en un ambiente seguro y que lo cubra la obra social. Librarse de un abuelito enfermo, de un hijo problemático, de un vecino molesto. Y allá cada uno con su conciencia, claro. Las personas deben tener el derecho de construir su vida sin tener que perder su libertad por culpa de otros. Si hablamos de que hay que despenalizar el aborto porque la decisión debe quedar  en manos del responsable de esa vida, y de su conciencia, entonces todos los demás tipos de asesinatos deberían estar sujetos a la misma lógica.

Niñas/jóvenes/mujeres violadas: Todo el mundo sabe que la mayoría de los abusos sexuales a niñas/os, jóvenes y mujeres son efectuados por familiares, y que no es un hecho asilado, sino una dolorosa rutina. No es ningún secreto. Muchas veces el embarazo de la criatura en cuestión es la voz de alarma en los demás integrantes del círculo familiar y social (colegio, vecinos), que permite en varios casos la detección del problema y la consiguiente liberación de la víctima. Una legalización del aborto solamente llevaría a ocultar durante mucho más tiempo esa terrible situación. La niña se vería envuelta en un horrendo ciclo de violación/aborto, para mayor satisfacción del pedófilo psicópata inmundo, acallando las posibles sospechas fuera del hogar, y el que pagaría con su vida sería el bebé que no le hizo mal a nadie. Si alguien tiene que morir en ese caso, ¡por favor, matemos a los violadores! Matemos al viejo hediondo y a la madre cómplice re mil culiada, pero por qué, por qué carajos tiene que pagar el niño… Otro argumento: imaginate la pobre chica violada que tiene un hijo, y cada vez que lo ve se acuerda de la cara del violador. Primero, no tiene por qué ser así, ya que el niño hermoso es una persona totalmente diferente. Segundo, ante esa sospecha, en vez de someterse a un aborto que se someta a una cesárea y que lo de en adopción. No entiendo, y nunca voy a entender, cómo puede ser peor vista una mujer que entrega a su hijo, que una que lo mata.

No estar en condiciones económicas/mentales/sociales de tener hijos en ese momento: ¿Y qué pasa si tuvimos hijos durante una buena situación y de repente, nos quedamos sin laburo, o el corralito se llevó nuestros ahorros? Los matamos ahora… no estamos en condiciones de criar hijos así. Es lo mismo pero hablando de un bebé bastante más pequeño y que todavía no vimos, pero no quiere decir que no exista. Ya lo tuviste, amiga. Tiempo de pensar hubo antes de ponerla, y hasta unas horas después. No es tiempo de pensar qué hacer ahora. Y en el caso de una chica discapacitada, o de una niña muy pequeña, bueno, la responsabilidad de ese nietito corre por cuenta de la abuela, que puede decidir entre entregarlo en adopción o quedárselo. Aunque todos piensen en la salida fácil y discreta. El último caso: “todavía no terminamos la facultad… todavía no nos casamos… todavía no saben que soy activa sexualmente”. Razones válidas para no tener hijos, lo comprendo perfectamente. Pero no para matar al que ya tenés en tu pancita. Vuelve a surgir como solución: dalo en adopción. Y que tu familia se entere que sos activa sexualmente, charlen mucho y se copen en subsidiarte con un buen método anticonceptivo.

Los niños que viven en la calle (tenidos por madres que no los querían) sufren mucho: Ah, claro. Ahorrémosles una vida de sufrimiento (que creemos que va a tener) y directamente, no los dejemos vivir. Con ese pensamiento, matemos a todos los que son susceptibles de tener una vida difícil, a todos los que se enteran de una enfermedad terminal, a todos los que están depresivos. Para qué vivir, si va a sufrir, y más voy a sufrir yo cuando pase por la calle y los vea pidiendo, y se me atragante el sánguche en la garganta cuando coma en la peatonal y me pidan que les convide.

En resumen:

1) Un aborto es matar a una persona, lisa y llanamente. Y nunca hay una buena razón para decidir sobre la vida de otro. En el único caso en el que se entiende un asesinato es en defensa propia… y nunca podremos decir que un bebé quiso acabar con nuestra vida, ¡nadie nos lo va a creer! Abortar es matar a una persona indefensa, matar desde el vamos, sin darle ni una oportunidad. Y agravado por el vínculo, porque es tu propia madre la que está decidiendo que tu vida es un escollo en la suya, que su futuro profesional o su juventud placentera es más importante que tu respiración. Sí, la misma mujer/hombre que ve un perrito flaco en la calle y siente que se le retuerce el corazón, esos mismos nada sintieron (quizá por no verlo) cuando te tiraron en una bolsa roja de residuos patológicos a medio formar.

2) Somos tan caretas que preferimos matar a alguien antes de que nos vean embarazadas siendo chicas, que tildamos de puta a una madre soltera que se hizo cargo de sus hijos, deseados/planificados o no, tildamos de pelotudos a dos jovencitos que forman una pequeña familia con trabajos que no pueden largar y no les alcanza para fin de mes, tildamos de asquerosa malnacida a una mujer que da en adopción a su hijo no deseado… pero no vemos lo peor: nuestros propios muertos en el placard.

3) Esto no es para hacer sentir una mierda a alguna chica que quizá en un momento de desesperación y muy mal asesorada tomó la mala decisión de abortar. Es para que no banalicemos la vida, menos la vida de nuestros hijos, que no sea una decisión de conveniencia, que no nos gane el egoísmo, el individualismo feroz que impera en estos días. Nuestros derechos terminan donde empiezan los derechos ajenos, y ¡qué mayor derecho que el derecho a vivir!

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