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Histerias de un pelotudo

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Me parece bastante alarmante las estrategias que utilizan algunos hombres para lograr cometer su crimen más preciado: garchar a costa de lo que sea. No sé si solo me rodean a mí y a mis amigas los salames sin filtro pero estoy en condiciones de predecir que se trata de una plaga, como las de Moisés pero ninguno está bueno o al menos no lo suficiente para hacernos olvidar que es un pelotudo con batería inagotable.

Si te quieren “conquistar” como le dicen ellos o enterrarte la batata sin anestesia hasta el fondo, dicho en criollo, no les importa pecar de pelotudos porque éstos y los hijos de puta se jactan de su título. Lo llevan adjuntado junto al currículum y para ellos tiene más valor que el título secundario (los que lo tienen) y le rinden cultos y homenajes. Le hacen tanto honor que después sos vos o yo, la boluda que lo tiene que padecer. Nos culpan a nosotras por caer siempre a los pies de imbéciles que nos endulzan el oído con chamuyos baratos y de poca originalidad, porque innovar y sorprender parece no ser algo importante para estos impresentables a la hora de buscar a alguna dama que le haga compañía… En la cama, claro.

Bueno, yo les digo que no. La culpa no es completamente nuestra ¿Por qué? Porque no somos responsables de pensar que alguien puede cambiar por tu compañía, le creés el cuento de amor nacido en doce horas y está bien. Tienen un máster en forrear y la experiencia es su fuerza bruta. Funcionan así: Te escriben únicamente para mojar la vainilla, olvídate del chamuyo previo y de las falsas promesas o de un “te amo” mentiroso después del coito. Lo máximo que podés espiar de un pelotudo es a que te acerque a tu casa y no te pida ningún favor sexual en el auto.

Si te ve en algún lugar público es capaz de simular un brote psicótico a lo Matías Alé con tal de que no se le junte el ganado, porque es un pelotudo no un boludo. La diferencia entre éste y el “hijo de puta” es que al segundo le gusta enamorarte y dejarte pensando en él cada vez que escuches una canción de Sabina mientras te fumás el décimo pucho. Al “pelotudo” no le interesa mentirte y por eso lo querés, te vuela la peluca. Porque es el único hombre capaz de decirte la verdad. Te recuerda siempre que no quiere algo serio pero si te pinta estar con alguien más te reclama que no quiere algo fugaz, en realidad no sabe bien qué quiere pero te entra igual. Te busca la mirada cuando nadie los observa solo por el placer de hacerte sentir incómoda, como la vez que te puso en cuatro una hora contra el mármol.

Al principio te indignás pero después cuando le das bola se sabe interesante, y como ya tuvo de vos todo lo que sexualmente podés ofrecerle se va y te deja ahí en modo “boluda, date cuenta que no te quiere” mientras sube a su auto a otra bestia como vos o como yo. Pero claro después de un mes se vuelve a acordar de vos y decide hablarte para desordenarte la vida un rato, como hacen los pelotudos.

¡Vamo a ser honestas! Está bueno sacarte chispas con alguien, que sea mutuo y todo fluya. Lo malo es cuando vos creés que eso lo sienten los dos y en realidad te estás conformando con dos polvos por semana para reemplazar los mensajes que no te manda. Si te vas a divertir, sacale brillo mamu y si no podés, hacele y hacete pasar la mejor noche y aunque te duela durante mil vidas no lo veas más. Hacele lo mismo que él te hizo a vos, porque dudo que a los hombres no les gusten las minas hijas de puta como a nosotras. Les pediría que me hagan caso o lo intenten al menos pero sé que pedirle a una mujer que se calme es como querer apagar un incendio con nafta. Nos amo por eso.

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