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Ideología de género: ¿Buena o mala?

Los educadores tenemos la obligación de brindarles a nuestros alumnos las herramientas necesarias para que sean ellos mismos quienes desarrollen un pensamiento crítico y autónomo. Todo aquello que se enseñe por imposición siempre va a ser malo y será rechazado.

Estas organizaciones, tanto defensoras como detractoras del Programa Educación Sexual Integral (ESI), se creen con el derecho de imponer su visión de la vida como saber absoluto, y ese es el punto donde radica la polémica.

En lo personal me adhiero a los contenidos y propuestas de la ESI en las escuelas. Niños y adolescentes tienen el derecho de recibirla, ya que son fundamentales para el buen desarrollo de su persona y que lleguen a estar libres de discriminación y prejuicios. La ESI no es una asignatura, sino que forma parte del proyecto educativo de la escuela, y lejos de lo que creen algunos de los que están en contra, no les enseña a los adolescentes a masturbarse, no les enseña a ser promiscuos, no los incentiva a tener relaciones homosexuales, ni a dudar de su identidad. Sino que la ESI, atendiendo a las inquietudes e intereses propios de la edad, promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones responsables ante la sexualidad. Presenta a los alumnos la variedad de métodos anticonceptivos para evitar embarazos adolescentes y mediante imágenes de alto impacto las enfermedades de transmisión sexual. Promueve igualdad de trato y oportunidades para mujeres y varones. Aborda temas relacionados con la trata de personas, la violencia de género, la discriminación por orientación sexual, identidades de género, apariencia física, diferencias étnicas y culturales; el cuidado del propio cuerpo y persuade a los chicos a no callar y denunciar una violación o abuso.

Todos estamos de acuerdo de que, salvo excepciones, los padres son los mejores educadores de sus hijos y que dichos temas, siempre que sean tratados en pos del desarrollo de la persona y de las sociedades, serán mejor abordados dentro del núcleo familiar. Pero frente a casos de familias donde todavía son temas tabúes, o carentes de un espacio de confianza que propicie estos diálogos, bienvenido sea el programa ESI en las escuelas.

Sin embargo pienso que siempre que hay una causa noble, es tristemente habitual que aparezcan los fanáticos a querer arruinarlo todo. Tanto los extremistas que están a favor como los que están en contra de la ley, están dando muestras de su ignorancia.

Como dije en el inicio “todo lo impuesto es malo y genera rechazo”, y los fundamentalistas que defienden con ardor la ESI, traen consigo intenciones subrepticias de imponer la idea de que el sexo es asignado por la sociedad, en lugar de estar determinado por los genes. Aciertan en luchar por la igualdad de las personas y la identidad de género, pero es una ficción negar las diferencias biológicas. Ignorar esta variable, es un error y un sin sentido, ya que, todos aceptamos que lo biológico no implica que la vivencia interna de cada persona deba corresponderse al sexo con el que nace. Y ante esta falacia totalitaria, aparecen los detractores con sus banderas “con mis hijos no se metan”, a hacerles frente y con razón. Pero éstos por su parte, centrándose sólo en lo biológico, incurren en el error de negar la influencia cultural y social y los roles que la sociedad atribuye a la persona según el sexo que tenga, además de creer que fanáticos defensores de la ideología de género estarán a cargo de dictar la ESI adoctrinando a sus hijos con sus fantasías. Mientras tanto los racionales sin distinción de bandos, elevan los ojos al cielo. Y los chicos sufriendo los enfrentamientos de los adultos.

Cuando seamos capaces de unificar puntos comunes entre las diferentes posturas, recién ahí vamos a vislumbrar el camino que nos lleve hacia una sociedad más igualitaria, donde podamos disfrutar de plena dignidad, oportunidades y libertad personal.

Mientras siga esta ola de grupos minoritarios intransigentes, construyéndose con mentiras y argumentos inválidos, otorgando a sus reclamos un enfoque victimista y forzando al resto de la sociedad a hacer su voluntad, más crecerá la ideología del odio.

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