Hace un tiempo nos pusimos a ahondar en tierras desconocidas en materia de redes sociales y buscar algo nuevo para nosotros, usuarios activos de Facebook como lo somos la mayoría de los Mendolotudos, necesitábamos nuevas experiencias salvajes.
Así fue que encontramos una red social que parece tendencia en estos últimos tiempos conocida como Instagram, al poco tiempo de explorar este ecosistema inhóspito identificamos varios especímenes especiales (algunos más bien ezpezialez) y otros similares a la fauna facebookera, pero con sus hábitos más potenciados y marcados.
Acá les dejamos un recorrido turístico con los más abundantes:
#InstaVedette:
Sube fotos mostrando sus partes para que los virgos le miren las tetas pero ojo, no le podés comentar algoporque te borra. En su mayoría chetas, viven en Luján.
Nunca sale mal en ni una sola foto, sube 50 por día y en todas sale bien, seguro te preguntas cómo hace, bueno si alguna vez has estado con una de ellas, o cerca, notarás que clava una selfie cada 5 minutos, desde 10 ángulos, 40 poses y siempre la misma cara de petera.
Pero no se dejen llevar por esta primera y casi única impresión, hay mucho atrás de horas de edición y revoque make up. Ellas quieren que tengan en cuenta sus sentimientos, no es una simple foto apretando las tetas para que suban más, no es que quiebren la cadera hasta la lumbalgia porque sí, lean que seguro pusieron una frase conmovedora arriba tipo “el amor es una guerra y yo la perdí por vos”, de algún filosofo contemporáneo como Maluma o con suerte Coelho.
Su foto distintiva es la típica antes de salir con un microvestido prensado, tacos de 25 centímetros taco aguja y tirando un besito al espejo del baño.
#InstaDiarioPersonal:
Hace todo una cronología desde que se levanta a las 7, desayuna (foto), sale de su casa (foto), llega al laburo (foto), salen (foto), llegan a su casa (foto) cenan (foto), se van a dormir (foto) y así en un círculo vicioso cotidiano.
Suponemos que le falla la virola y flashea que vive en la casa de Gran Hermano. Posta ¿Quién quiere ver tu café con leche? O peor ¿quién quiere ver tu cara de ojete antes de dormir? Pero rueguen que no tenga problemas de pareja o sentimentales porque vas a tener un aluvión de fotos melancólicas en sepia. No lo identifica una imagen sino su increíble capacidad de publicar cualquier pelotudez.
#InstaChef:
Te postea fotos de comida cada 3 horas, los comentarios son en mayoría de las veces puteadas. Es que vos probablemente estás en el trabajo a mate amargo con galletitas de agua, y él muy cara de caca te sube una parrilla completa, un plato de ravioles, una torta gigante, un postre todo decorado, esa es su imagen distintiva. No importa cuando llegués a tu casa tenés una lata de picadillo la mitad en la heladera, no compensa, sólo lo vas a seguir puteando con la boca llena…Matías “Chacho” Sosa, si estás leyendo esto ¡SI, ES PARA VOS!
Pero también tenemos al que flasheó con la cocina gourmet, vio un tutorial de mierda y sube una foto de un revoltijo de pejerrey con papas y champiñones, que se ve francamente repugnante, pero argumenta que es una receta francesa muy fina. Se nota que recién descubrió para que sirve ese lugar de la casa lleno de ollas, sartenes, fuentes y utensilios y está dispuesto a usarlos a todos…a la vez. Es una milanesa no una obra de arte ¡dejá de sacarle fotos con filtro!
#InstaCheto:
Como sólo se pueden subir imágenes, esta es la red social por excelencia para refregar cosas, nada como caretear con los Ray-Ban bien puestos.
Sus visitas a McDonald’s son ampliamente documentadas pero nada supera a su amado Starbucks, es motivo de selfie obligada con el vasito mostrando que tiene su nombre, que no es choreado ni prestado sino que va ahí siempre porque el mocafrapeporongachino es lo más y le cambio la vida. Las fotos que caracterizan a este infeliz son las lugares del mundo, probablemente fue hace 5 años pero te sigue restregando la foto chota con la torre Eiffel y sosteniendo la torre inclinada de Pisa (seguro le dice Picsa).
#InstaHípster:
Si hay una tribu urbana que encontró su hogar en una red social es esta.
Con sus camisas a cuadros, sombreros de lana, tiradores, moñitos, ropa de la abuela que no sé cómo mierda hacen que se vea cool, barbas, anteojos de pasta gruesos, fanatismo por la fotografía pedorra amateur, bandas alternativas que no conoce ni el Moncho, comida con nombres copados de preferencia vegana o vegetariana con ingredientes imaginarios o impronunciables.
Debemos destacar que más allá de las fotos de todo lo antes mencionado su marca clave es el hashtag, mucho hashtag, inclusive en varios idiomas, ellos lo impusieron, y se expandió como mancha de tuco aceitosa sobre tu pantalón limpio: #coffe #instacoffe #picoftheday #selfie #desayunando #morning #vidasana #vivesano #intamilk #cerealconleche #michele #estaessana #hastalaspelotas #nostienentodos #conloshastags #chotossinsentido #holamama
No podemos olvidar los malos conocidos, que migraron y cual plagas no pudieron evitar infestar esta red social también:
#InstaBolichero:
Cada finde religiosamente inunda el muro con una chorrera de pruebas de maratón de joda, empezando por el miércoles en The Bar (de trabajar entre semana o hacer algo productivo ni hablar, típico nene de papi). Jueves en el Pop, viernes en Grita, sábado en Al Sur o Runner y por último el domingo vuelve a The Bar. Su foto icónica tiene el logo del boliche, no puede faltar el efecto de luz o humo más gastado que meme de los Simpsons.
#InstaFitnnes:
Sube fotos en el gimnasio haciendo todo tipos de poses raras y sin sentido solo para mostrar el culo trabajado y la cintura delgada. Calzas ajustadas y short en invierno porque es buena mina, se preocupa de sus colegas de gimnasio y los calienta mientras la ven hacer sentadillas. Existe la versión macho alfa con los bíceps trabajados y su alto nivel de pobreza: nunca usa una puta remera. Suben sus comidas de dieta balanceada a base de carbohidratos, acompañadas de hashtag como #DietFitnnes #FodFitt #FitVasoDeAgua #SalchicaFitt.
#InstaMascoteros:
Su Instagram es un empapelado de fotos de su perro, gato o todos ellos porque seguro tiene más de uno. No sabes si estas en el perfil de tu amigo o de su mascota, lógicamente tiene más fotos de ella que de él mismo. Sube fotos del bicho durmiendo, comiendo, cagando, lamiéndose los huevos, garchándose a una perra callejera, agarrándole la pierna al amigo, sobre la mesa, sobre la comida, atropellado, arriba de sus tetas…búscate un hobbie aparte.
#InstaSinFiltro:
El más desagradable e infumable de todos. La vergüenza la dejó en el útero de su vieja, el muy culeado es capaz de subir una foto yendo al baño, y vos la vez mientras estás comiendo y por dentro lo puteas a más no poder
#InstaVirgo:
No sube fotos, no tiene seguidores pero sigue a 182739 minas y les me gustea todas las fotos, deja su comentario pajero y rápidamente lo bloquean, cada tanto renueva su repertorio de minas para comentarles hasta que lo denuncian. Han involucionado de «hola bebé» a “ola bb”.
#InstaPirateros:
Igual de imbécil del anterior, con la diferencia de que a este se le atrofio el cerebro por ponerla. Evitan salir en línea como en Messenger, no quieren que salga en línea como en WhatsApp, entonces recurren al chat de Instagram. No salen en línea ni conectados y además les da la opción de mandar fotos que caducan al verla después de la segunda vez. Buscan lo efímero y no dejar rastros. Sólo suben fotos en la historia. (Según Wonders “se lo contó un amigo”).
#InstaVejeteVerde:
Sube fotos sugerentes, casi porno, con o poesías pedorras tratando de convencerte que es el hombre de tus sueños. Separado hace unos meses, desesperado, arriba de 40, con dos o tres minihumanos. (Según Pauli nunca se cruzó ninguno, es todo de oído).
#InstaDoña:
Compartidora compulsiva de imágenes de Santos, cadenas absurdas y frases de autoayuda. Siempre fotos de flores y paisajes, nunca una personal que confirme la edad. Mayor de 50, jubilada, se le fueron los hijos de la casa (síndrome del nido vacío), al recontra pedo.
Para terminar, a que estamos, sean “cool” y nos dan “follow” a nuestras cuentas que no tienen nada de lo que acabamos de nombrar, o sea somos pobres y feos, si no fuera por el Mendo, tendríamos las cuentas al pedo: