/José Luis Cabezas, el héroe de la cámara

José Luis Cabezas, el héroe de la cámara

La foto del millón

José Luis fue a Pinamar en febrero del 96, acompañado por su esposa Cristina, su pequeña hija y su amigo y colega Gabriel Michi. Fue con la excusa de veranear; aunque solo él sabia los verdaderos motivos de su visita.

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Un informante del que nunca se supo el nombre, lo había contactado y le tiro una data invalorable en el ambiente periodístico “Yabrán está vacacionando acá, podemos señalarlo”. Es que por extraño que nos parezca hoy en día, no existía una sola foto del poderoso empresario, su rostro era un bien preciado desde que Domingo Cavallo lo catalogo como “el mayor mafioso del país”. Yabrán era una de las personas mas poderosas del país en los años 90, dueño de una enorme inmobiliaria, una compañía de taxis aéreos, negocios agropecuarios, pero por sobre todo, uno de los grandes beneficiarios de las privatizaciones fraudulentas dado que manejaba OCA al momento de desmantelarse Correo Argentino.

José Luis no era un periodista político, José Luis era un periodista gráfico en una época donde todavía existía el anonimato, donde los poderosos como Yabrán podían vivir tranquilos, exentos del escrache público. José Luis estaba en la playa con su familia, expectante, cuando lo vio, estaba casi seguro que era él, concordaba con la descripción, caminaba tranquilo como cualquier hijo de almacenero. Paso por delante de él una, dos veces, como hace el pescador al tirar el anzuelo, permaneció inmóvil, esperando que su presa entrara en confianza. Su esposa Cristina posó frente al mar, el disimuladamente apuntó el objetivo hacia el empresario y tomo la foto, la foto del millón, el final del anonimato…

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«Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente”

Yabrán ataca de nuevo

“Yabrán ataca de nuevo”, tituló Noticias en su tapa del 5 de marzo de 1996. La imagen de Cabezas acompañaba una investigación escrita por Michi donde revelaba los negocios del empresario en Pinamar. Yabrán no era bebe de pecho, ni era la primera vez que sería investigado, pero ese halo de misterio y de invulnerabilidad que lo envolvía desapareció para siempre. José Luis Cabezas lo había vencido, sin tirar un solo tiro, sin decir una sola palabra, le había puesto cuerpo y cara al oscuro empresario.

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La venganza es un plato que se sirve frío

Un año después de que Cabezas tomara la foto, regresó a Pinamar junto con Michi, con el objetivo de realizarle una entrevista al empresario más poderoso de la década menemista. “Todos nuestros movimientos eran seguidos desde un edificio por los custodios de Yabrán, nos miraban con binoculares”, comentó Michi, desde el lugar donde seguían los pasos del empresario.

La noche del 25 de enero del 97 asisten a la fiesta de cumpleaños del empresario postal Andreani, Michi se retira alrededor de las 4 am, Cabezas se queda un rato mas. Sería la última vez que se lo vería con vida.

José Luis se retira del lugar en su automóvil particular y es interceptado por la banda conocida como “Los horneros”. José Luis fue esposado y ejecutado de dos disparos dentro de su coche, para después ser incinerado.

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Las condenas

Los perpetradores no se molestaron en ocultar sus rastros; y en un juicio históricamente veloz, fueron condenados a prisión perpetua por el crimen: Gregorio Ríos, mano derecha y jefe de la custodia de Yabrán, considerado instigador del crimen; Gustavo Prellezo, que se desempeñaba como policía y fue acusado como el presunto ejecutor; Sergio Cammaratta y Aníbal Luna, ambos policías, supuestos participantes en la logística del homicidio; y Horacio Braga, Sergio González, José Luis Auge y Miguel Retana, miembros de la banda “Los Horneros”, que habrían sido delincuentes contratados por Prellezo para realizar el secuestro de Cabezas.

En un juicio posterior también recibió sentencia a prisión perpetua Alberto Gómez, ex comisario de Pinamar y acusado de liberar la zona del homicidio.

Ninguno de los condenados se encuentra en prisión.

No pierdas la cabeza

Luego del juicio, el juez del caso dictó la orden de arresto contra Alfredo Yabrán, se dio a la fuga para ser encontrado en en San Ignacio, Entre Ríos, el 20 de mayo del 98, con un disparo de escopeta en la cabeza, que lo dejo irreconocible.

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El hecho de que el disparo lo dejara irreconocible y de que tuviera una fortuna que le permitiría vivir apaciblemente en cualquier rincón del globo, alimentan el mito de que Yabrán no se suicidó; y que el cuerpo hallado era el de otra persona.

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