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Las elecciones de la decadencia

Desde muy chico me apasionó la política. Tanto por el desarrollo histórico de la misma como por su función como herramienta de cambio. Recuerdo que tuve un tiempo de militancia activa donde sostenía con mucha certeza el siguiente pensamiento: «un buen empleado puede cambiarle la vida a sus compañeros de trabajo y a sus jefes; un buen jefe puede cambiarle la vida a sus empleados, sus familias y el entorno de la gente que vive alrededor de su empresa, pero un buen político puede cambiarle la vida y el porvenir a un pueblo, a una generación, por eso quiero ser político».

Al decir eso sentía una emoción incontrolable, que me llevaba hasta la emoción total y me hacía sentir orgulloso de mi militancia. Nada era más poderoso que esa idea, que esa herramienta, que esa concepción de la política como un instrumento para mejorarle la calidad de vida al pueblo. Con el tiempo y la experiencia comencé a entender la dinámica de la política argentina, que no todo era blanco o negro y que muchas veces nos teníamos que comer «un sapo» para lograr un objetivo superador. Recuerdo a nuestro referente político de ese entonces que marcaba un círculo en la pizarra como nuestro objetivo. Trazaba una línea recta y decía «en la vida profana este sería el camino lógico hacia un objetivo, el directo». Luego agarraba otro fibrón y trazaba un camino aleatorio, rozando diferentes puntos que iban apareciendo, para finalmente terminar en el «objetivo», entonces decía «en política los caminos son distintos, y hay que comerse ciertos sapos y hacer cosas que no queremos para lograr nuestra meta, que es modificar la realidad de las personas». Así me comí el flash.

Fue durísimo el palo que me pegué, la desilusión, la bronca de haber invertido tanto tiempo en un sueño que de un día para el otro se frustró para siempre. Resultó tan doloroso el impacto, que decidí nunca más perder un segundo en política, pero jamás logré quitarme de encima la pasión que me genera. Entonces me convertí en un mero observador, un opinologo, un analista externo, pero no de las políticas en sí o de las ideas y resultados, sino que de las personas. Porque fue tan grande el buzón que me vendieron, que me interesé en intentar entender cómo es la dinámica de estos «encantadores  de serpientes» que nos viven vendiendo «gatos por liebres» y nos llevan «como ganado».

Y dentro de poco se vienen las elecciones… y comienza el circo. Entonces abrimos el abanico de posibilidades y comenzamos a evaluar cada opción, para ver cuál será la que vamos a elegir. Y ahora que lo veo desde afuera es increíble el nivel decadente y nefasto de los políticos Argentinos. Sinceramente no lo puedo creer. Escucho hablar a diputados, senadores, concejales, intendentes, gobernadores, sindicalistas y hasta el mismo presidente y no concibo el nivel de barbarie que se cargan. Realmente es un circo de personajes absurdos y patéticos, pero mucho más absurdos y patéticos somos nosotros que nos seguimos comiendo sus buzones. Nuestros dirigentes no tocan nunca fondo, ya no le tienen vergüenza a nada, son capaces de decir en público las barbaridades más atroces sin tapujos ante la arenga de cientos de monos que aplauden y hacen barullo.

Ni hablar de la clase militante. Una gran mayoría de ignorantes egoístas sin ningún tipo de ideología que sólo buscan el beneficio personal. El «puestito en la Muni», el «carguito en la Institución», el «negocito con el dirigente». Realmente asqueroso. Personajes híbridos sin ninguna capacidad de autocrítica o cuestionamiento, sin doctrina ni estudio, sin lectura ni ejercicio. Preparados para el enfrentamiento y la foto, sin alma, sin metas, sin ideas.

Veo los spot’s publicitarios de los candidatos y sinceramente no entiendo cómo les da la cara para burlarse de nosotros de tamaña manera. Viejos recalcitrantes que han arruinado el país etiquetándose de ser la renovación. Inútiles con gestiones decadentes comprobadas haciendo alusión a avances y crecimento. Despilfarradores impúdicos con gastos sobrehumanos haciéndose los territoriales en barrios que no tienen ni agua potable, para salir en la foto una vez cada cuatro años. Y lo peor de todo… la gente posando para esa foto y votando a ese mierda hijo de una gran puta. Brutos que ni siquiera saben hablar, representando a trabajadores y profesionales. Sindicalistas mafiosos, narcos, acompañados de barrabravas, tumberos, estafadores y demás personajes de poca monta, hablando del pueblo, de los pobres y de justicia social. Imbéciles mugrientos con olor a culo que predican sistemas de gobierno obsoletos, que han fracasado en todas partes del mundo, que han quedado en el pasado.  No entiendo cómo pueden manejarse libremente por la calle sin que alguien los cague a trompadas.

Hombres y mujeres  fracasados en cualquier ámbito de la vida, salvo en el pillaje político. Inútiles de escritorio, marionetas de cotillón, cerdos miserables que sólo buscan enriquecerse a costas del pueblo, abusando del poder que en la vida cotidiana no pueden tener. Tipos oscuros, sin amigos reales, mala leche, con cuentas sin resolver, con números negros, con financistas nefastos, sin ideas, sin metas, sin objetivos.

Hijos de una gran puta que sólo se acuerdan de los pobres un mes antes de las elecciones, que le dan al pueblo pan y circo, que se cagan en todo, que han arruinado el espíritu político, que se han encargado de ensuciar hasta la más pequeña institución, que se han infiltrado como un cáncer en todas las estructuras del país, que han fundido una nación rica, que no hacen absolutamente nada bien, que le han cagado la cabeza a varias generaciones, que han ensuciado conceptos básicos del ser humano como el trabajo honesto, la justicia y la igualdad.

Todos, pero absolutamente todos los políticos argentinos me dan asco, no merecen el respeto de nadie, son un sinfín de adjetivos descalificativos, han arruinado la generación de mis abuelos, mis viejos, la mía y la de mis hijos. Espero que mis nietos logren tener la misma percepción que yo tengo de ustedes para que el día de mañana seamos mayoría los que deseamos verlos pudrirse en la más sucia y oscura prisión.

Los aborrezco.


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