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Los niños, los borrachos y la ropa ajustada

El otro día, como es habitual, estaba haciendo las compras en Wall-mart, en un horario no habitual para mí, ya que estaba lleno de gente. Yo, haciendo la fila más larga del mundo y pensando de qué carajo podría escribir la próxima nota del mendolotudo, revoloteaban un par de ideas, hasta que una niña empezó a llorar a todo pulmón; casi se queda afónica.

La madre le daba la mamadera, la arrullaba, hacia hasta lo imposible. Claramente todas mis ideas se fugaron y ahora no recuerdo ninguna de esas genialidades. Pero llego un momento en que todo el mundo se quedo en silencio, hasta la bebé se calmo y dejo de llorar del espectáculo que se estaba presenciando.

Se puso en la fila la doble de Rebel Wilson, con un atuendo muy ajustado que dejaba poco a la imaginación.

En una provincia parca como Mendoza, los murmullos no tardaron en llegar, pero solo uno quedo en mi mente:

“Mira Laura, los niños, los borrachos y la ropa ajustada siempre dicen la verdad”.

Me puse a analizar esta frase:

El primero, lo sabemos.

Aquello que se les cruce por su inocente mente, lo arrojarán, sin vergüenzas, ni pudores, ni ediciones ficticias. Son transparentes por naturaleza y esa “cualidad” sólo se verá amenazada por una importante tanda de pellizcos, propinados por su madre, o por la boquiabierta víctima. Nunca voy a olvidarme del encantador vecinito de mi ex que una vez le dijo a toda voz y sin estupor, cuando sacábamos a pasear al perro: “Mira mamá, el perro feo y el nene tonto que es el dueño”. Obvio, él estaba indignado y yo que no daba más de la risa.

Estos chiquitos, si tienen que decirte FEA a todo pulmón y sin cortes comerciales, lo harán, y además lo repetirán. La orgullosa madre, (carente de tacto hasta el infinito), le dirá como al descuido: “Ya mi amor, no le digas fea a mi amiga. Ay Lore, es que son tan sinceros, que no miden sus palabras. Lo que sienten, lo dicen…”

Después que caes en cuenta que es un niño y que es inocente de toda falta, pero te embroncas, porque los niños dicen la verdad y todo lo que te dijo, fue como un remolino de cuchillos afilados que se te clavaron en las entrañas. Pero bueno, llegas a tu casa te comes un pote de Nutella mientras ves “the big bang theory” o “the listener” y la cosa se te pasa.

Los borrachos, también es como lo de los niños, pero es mejor no tenerlos muy cerca, por mucho tiempo, porque a veces esa “sinceridad” se vuelve violenta. ¿Pero quién no ha llamado y ha cometido “sincericidio” pasado de copas? ¿O recibido una de esas llamadas? El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra.

Sin embargo, la tercera circunstancia, aquello que no puede encubrir una realidad inamovible: la ropa apretada y me voy a poner como estandarte de esto como mujer. La pregunta es, ¿por qué tenemos que padecer no poder exponernos desvergonzadamente a andar por el mundo forradas como los cuadernos de los niños de primaria?

¿Por qué tiene que ser tan tentadora la ropa ajustada para las mujeres? Todo lo que nos ponemos nos queda tan ajustado que no aguantamos la respiración. ¡Ustedes no saben el alivio que es llegar a casa y desajustarnos toda la artillería textil! ¿Y todo para qué? ¿Para qué no boludo nos marque la sinceridad que gritan nuestros atuendos? Claro… ¡los quiero ver con la camiseta de la selección Uruguaya la madre que los parió! Aaaaa… claro… esa pancita y esas tetitas caídas también se les van a marcar, ¿cierto? ¡Pero no!… no solo no se animan, sino que nos sacan la ficha a nosotras, valientes estandartes de la moda.

No les alcanza con pensar vulgaridades, sino que nos miran como un texto corregido con un marcador rojo Sharpie, que recalca todos los errores ortográficos. ¿Por qué no se ponen los chupines de esos espigados modelos europeos? ¡No se animan cagones!

Claramente la ropa muy ajustada, como tatuada encima de nuestro cuerpo de mujer feliz e ingenua, va a gritar a los cuatro vientos los rollos de la espalda, los de la barriga, y lo que está demás en el brazo. ¡Pero tenemos los ovarios de usarlo! Yo no he visto ningún hombrecito excedido de peso con una camiseta de la selección Inglesa de rugby, ¡pensar que son tan machitos para hablar y tan cagoncitos para usar ropa que envidian!

No es que critique los kilos de más en ellos, eso nunca, pero tienen que reconocer que son criticones e introvertidos para la moda, por lo cual deberían quedarse bien calladitos. Si bien sabemos que hay ciertos atuendos que podríamos evitar, si es que no se quieren resaltar esos atributos, ¡pero nos la fuman! ¿porque limitarnos (como ustedes) a tener que ser un mamarracho en yogin y ropa deportiva por sus inquisitivas miradas? ¡Pero vayan a lavar los platos manga de atolondrados fascistas! Nosotros nos sentimos divinas mostrando nuestra redondez, por más que ustedes crean que parecemos morcillas. Sepan que nuestra venganza se da cuando  todas nuestras amigas (y allegadas, tías, hermanas, primas, vecinas, señoras de la cola del banco, etc) se enteran de su escasa capacidad sexual y sus problemas de disfunción, ¡giles!

En conclusión: Al tipo se lo llevaron en ambulancia de cómo lo fulminé con la mirada, quedó tostado como un enero en Punta Cana, mirando hacia abajo, mientras que mi gloriosa compañera amatambrada siguió luciendo con altivez su atuendo.

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