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Mendoza es igual que la India

La India al igual que Mendoza es una sociedad dividida en castas y funciona. O en realidad para ser exactos funcionó hasta no hace mucho tiempo atrás.

En la india la idea básica es la siguiente “La base de toda la moral hindú está en la idea de que cada ‘varna’ o casta, tiene sus propias reglas de vida o «senda del deber”. Después sigue con las huevadas de las reencarnaciones y demás yerbas.

Estas castas iban desde los sacerdotes en el tope de la escala social a los intocables en la base.

El Mendolotudo medio, no está preparado para vivir en la modernidad progre que nos rodea. Y seguía a su manera la división por castas al igual que los indios ( de la India huevonazos, los de acá eran indígenas o como dicta la Kultura K pueblos originarios), y somos, gracias a la virgencita de La Carrodilla patrona de los viñedos, una sociedad llena de estereotipos, que aunque no crean funcionaban, y funcionaban bien.

El cheto, careta o como le quieran llamar (equivalente al sacerdote de la India), no se mezclaba con los del medio ni con los de abajo más allá del laburo o función que le ocupaba a cada uno en la sociedad.

Por ejemplo, llevando a las modas actuales, un negro  (esclavo en la India) no pisaba un VIP de ningún boliche porque no levantaba ni tierra. De la misma manera un chetito caía a la bailanta y tampoco levantaba nada, con la diferencia, que para que entendiera que estaba en el lugar equivocado lo molían a palos en la puerta.

El cabeza hacía un fortuna porque era inteligente, y se hacía flor de casa en el barrio donde ya vivía, el cheto heredaba al abuelo y se iba a vivir a Chacras. El salto entre grupos no existía, al menos no de manera radical (entiéndase  radical por de golpe, no de ese partido centenario que a veces son vice del PJ y otras oposición), se necesitaban al menos 3 generaciones para generar el cambio, y siempre basadas en la educación; aquí vemos claramente expresado el hinduismo de la reencarnación hacia un ser mejor.

Lo mismo pasaba con la pérdida de categoría, no importaba que la familia estuviera en la ruina, importaba lo que tus viejos te habían metido entre las orejas.

En el medio habíamos un montón que dependiendo de cuanto se pelaban el culo los viejos en mandarte a buenas escuelas (ya fueran privadas y aunque Ud. no lo crea las mejores eran del Estado), y durante cuantas generaciones se hubiera mantenido la buena costumbre, se pertenecía a uno u otro lado. (En la India andarían entre comerciantes y guerreros, los comerciantes para abajo y los guerreros para arriba)

Y no se crea que estas diferencias, permitían faltarle el respeto a nadie, venía el dueño de la finca y lo puteaba al contratista y este sin que se le moviera un pelo le bajaba los dientes diciéndole:

Permítame don Arizu pero usted se la buscó. Mientras le daba con el mango de la zapa. Don Arizu no decía ni pío y lo recomendaba con la finca de al lado si es que lo echaba, previo pedirle perdón.

En esta modernidad progre, nos ha igualado pero para abajo. Hoy cualquiera que emboca un billete importante, ya sea por laburo (lo digo aunque no me la creo),  choreada, estafas, corrupción, quiebras fraudulentas; va se compra una casa en un barrio privado, manda los hijos a una escuela de doble apellido y es un señor aunque tenga un empacho de eses.

No se premia la cultura, ni el esfuerzo. Ya nadie le dice Señor /a a alguien que peine canas.  Antes (y no hace tanto) hasta por los autos se diferenciaban, los 0km los tenían los chetos, los del medio se los comprábamos y los negros en bondi. Hoy cualquiera se compra el 0km y después no tiene ni para pagar la cuota de la casa del IPV.

He dejado para un párrafo aparte los intocables, que esa sigue inamovible, que es la triple frontera como le llaman hoy. Esos eran y son intocables, pero por diferentes motivos a los de la India. Los de allá levanta la merda humana con la mano, los de acá te los encontrás de noche y el que levanta merda con la mano es uno.

Como diría mi amigo el Ángel Gris, que también nos deleita con sus letras en este pasquín, para que vamos a arreglar lo que no está roto. Pero bué a alguien se le ocurrió arreglarlo.

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