/Nadie muere de amor (que pasa luego del desamor)

Nadie muere de amor (que pasa luego del desamor)

Me separé.

Hola, ¿qué tal? Vuelvo a unirme al grupo: “soy sola, de capricornio, tengo  perro,  y vengo seguido por acá”.

No voy a hablar de mi ex, al cual tengo colgado de la pared, pendiendo su imagen de mil alfileres. El destino y la curandera se encargarán de él. Hablaré de mí y de este loco proceso del re-renacimiento.

Debo reconocer que no fue nada fácil al principio. Pero acá estoy, escribiendo para decirles a todas que nadie muere de amor.

Lo primero que uno piensa cuando se separa es “¿y ahora qué hago?”. Una pregunta bastante pelotuda y que, al parecer, durante mucho tiempo dependió de otra persona y no de uno mismo.

Porque es verdad que volvemos a estar solteros y andamos como autistas, buscando algo que nos llene ese vacío que el otro nos dejó.  Noche, boliches, gimnasios, deporte, meditación, comida, alcohol… todo en exceso, tratando de rellenar los agujeros del tiempo.

Esos huecos que hay que reemplazar. Canciones que se borran, fotos que se rajan a la mitad, lugares que ya no se transitan, películas que se eliminan, amigos que no se vuelven a frecuentar.

Una nueva vida o un nuevo proceso. Cambios.

Entonces, la tranquila princesita, dulce ama de casa, vuelve a insertase en el mercado del lobo feroz.

Se adelgaza 10 kilos, se empilcha entera, se pinta como puerta y sale…¿A dónde? No tiene ni la más puta idea. Porque hace años que estuvo viviendo dentro de un foco. Es entonces, cuando sus amigos, la perdición de amigos solteros, le ofrecen un tour por la noche mendocina.

Y ahí está, preguntándose cómo es que se bailaba, si no será demasiado el escote que se puso, si estará bien lo que está haciendo, porqué la miran, porqué no aprendió a caminar con tacos cuando era chica, qué tragos son esos que le convidan, qué corno es el gangam style. Inseguridades.

A veces llora, a veces ríe sin sentido alguno. Recuerda, se cuestiona, pero sabe que el tiempo no vuelve atrás, razón por la que no se arrepiente de nada. Aprende a superarse.

Redescubre lo divertido que es salir en grupo, hacer el ridículo, trasnochar sin culpa, gastar dinero en ella, la capacidad de seducir e histeriquear sin llegar a nada, lo fuerte que puede ser una mirada, vuelve a dar el teléfono. Mientras más repele a los hombres, más la atacan, cual buitres en matadero. No cree en que un clavo saque a otro clavo, prefiere ir con el martillo dando mazazos. Se violenta.

Comienza a hacer cosas que le llenen el alma, y ya no solo las horas del día. Lee, escucha música, baila sola, comienza a respetarse y a quererse de nuevo. Se autodescubre.

Creo que así transcurre el duelo, el de terminar una relación con alguien para volver a relacionarse con uno mismo. A veces cometemos la estupidez de perdernos cuando nos enamoramos. Probablemente esa sea una de las razones por las que también terminemos con la relación.

Mujeres, nadie muere de amor, cuando es una la que se ama.

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