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Negros de mierda

Lo de negros es un decir, no suelen ser todos negros en realidad, los hay de todo tipo.  Por alguna razón nos acostumbramos todos a decirles así, porque sus acciones nos hacen decirles de esa manera. No son todos villeros, incluso hay gente así en barrios de clase media.

 La inclusión social en este país no sirve. Meterlos en nuestra sociedad de la manera en que este gobierno desea que los “incluyan” es dejar que entren a nuestras casas y nos roben todos para después entrar y salir de la cárcel en el mismo día.  Todos aquellos que piensen que existe tal cosa de la inclusión y que eso es efectivo deberían vivir uno de mis días y experimentar los sentimientos que experimenté el pasado domingo a la noche.

Siempre creí que la gente humilde era humilde por mala suerte en los negocios, porque no todos servimos para trabajar o a muchas personas no se les cultiva el sentido del trabajo desde jóvenes. En mi caso, desde que me egresé de la secundaria intenté buscarme la vida mientras cursaba en la facultad. No nací en cuna de oro, todo lo que mi familia tiene costó mucho trabajo, y creciendo de esa manera siempre quise obtener mis propias cosas con mi propia plata.

Voy a universidad pública, y no tenga necesidad de ganar plata alguna pero aún así siempre quise comprarme mis cositas con el fruto de mi esfuerzo. Así fue que me las rebusqué, y con las herramientas que tenía y recomendaciones familiares,  trabajé y trabajo hasta el día de hoy intentando no pedir plata en mi casa de no ser en casos de emergencia.

De esa manera me compré mi auto, mi primer auto, que me salvó las papas de tener que seguir gastando 3 horas de mis días en colectivos a la facultad. Trabajé y estudié, y no se me cayó el pelo ni se me hernió el cogote.

El domingo pasado se me dio por juntarme con mis amigas de la vida, lasherindias todas inclusive mi persona. La pasamos hermoso, salimos al parque y comimos algo por ahí. Cuando volví a dejarlas en sus casas, tuve un pequeño inconveniente.

Una de mis amigas vive en un callejón, entrar con el auto cuesta y salir aún más, así que la dejé en la entrada del callejón y esperé a que entrara a su casa. Mientras esperaba en el auto con otra amiga, vimos a un grupete de guachines fumanchando (droga, no cigarrillos) que pararon a mi amiga en el camino para pedirle fuego. En este tipo de lugares, como el “bajo Las Heras” y otros barrios bajos de Godoy Cruz y demás, las cosas son así: si te piden cigarrillos y no tenés…tabla; si te piden fuego y no tenés…tabla de nuevo; y así con todo. Si no tenés lo que quieren se rebuscan la manera de querer algo más de lo que tenés en la cartera o los bolsillos.

Mi  amiga tenía fuego y les convidó para sobrevivir el momento, acto seguido salió pitando para su casa. Los guachines, como vieron que estábamos esperando a que ellos no le hicieran nada a ella, nos obligaron a irnos tirándole piedras a mi pequeño tutú nuevo haciéndole varios piquetes en uno de los costados. Salimos pitando nosotras ahora, con la vena de la frente hinchada como gomón inflable.

Los odio. No tienen hambre, no tienen sed…no tienen necesidad básica alguna. Tienen plata para porros, para celulares, para zapatillas y para comprarse un LED. En las villas las casitas de  tienen todas antenas de DirecTV. En los saqueos a los supermercados de hace unas semanas no se robaban carne, leche o pan; se robaban televisores. TELEVISORES.

Todo lo que quieren es lo que los demás tienen, no más, no menos. Como un envidioso cualquiera, sin importar la clase social a la que pertenezcan. Uno camina por la calle y se encuentra con un guachín o guachina, y te miran la ropa, el pelo, las zapatillas…todo lo que vos tenés. Y quieren lo tuyo, y matarían por eso.

Cuando vi que me tiraron piedras, lo único que pensé en gritarles fue: “Trabajen, y van a poder comprarse uno como este”. Mis viejos vivían en una casa de adobe que se llovía y teníamos un fitito con el que nos íbamos de vacaciones a Chile. No nos comprábamos mucha ropa, ni poca…solo lo justo. Comíamos, y al poder hacerlo éramos felices. Veíamos el 7 y el 9, y no nos pasaba nada. Mis viejos trabajaron, vendiendo ropa, seguros, ladrillos…lo que sea, incluso si no era esa la profesión que habían elegido.

Estos negros de mierda, que no entran en la categoría de humildes, que no saben realmente lo que es ser pobres y tampoco tienen valor de pertenencia alguno, no saben trabajar porque no quieren trabajar. No cuidan sus trabajos y no respetan a sus jefes, porque los envidian. Sean villeros o no, vivan en barrios de clase media o no. De estos especímenes los hay en cada esquina de cada barrio, tomando cerveza y fumando porros. Esperando a que su próxima envidia les active las ganas de matar.   

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