Hoy en día la lucha que muchxs llevamos como compromiso de vida se desarrolla en todos los ámbitos y territorios factibles de sociabilizar. Ya sea en vivo, cafés, asados, reuniones, debates o en redes sociales. Eternos descargos, puntos y contrapuntos de ambos bandos. Hay algo que llama poderosamente la atención, y son las veces que quienes menosprecian nuestra idea de un mundo más libre, más justo, más equitativo, pretendan defenestrarnos con la frase “son igual a lo que critican”.
Ese manto fascista de la más recalcitrante derecha mononeuronal los lleva a pensar que somos parecidos a ellos, que buscamos lo mismo que ellos, que pretendemos utilizar los mismos medios para lograr nuestros anhelos. Y no, fachxs de escritorio… no somos lo mismo, no somos igual que ustedes, “lo que tanto criticamos”.
Nosotrxs somos la voz de los que ustedes pretenden callar, nosotrxs somos la punta de una lanza marginada, olvidada, silenciosa, bastardeada y ninguneada. No dividimos, no separamos, sino que somos inclusivos y lo hacemos por todxs, y cuando decimos todxs, también nos referimos a tus hijos, a tus viejos y hasta vos mismx.
Nuestro fervor al luchar se desenvuelve en gritos de angustia, en pintadas que intentan canalizar la tristeza, en insultos contra la injusticia, en tetas al viento que suplican libertad, en acidez punzante al escribir pancartas y carteles, nosotrxs no hemos desaparecido a nadie, no hemos torturado a ningún adolescente que opine diferente, no hemos hecho desaparecer poblaciones enteras, no hemos privado de la libertad a ningún político del otro bando, no coptamos medios, ni tramamos oscuros planes de reorganización nacional.
No buscamos callar a quién piensa distinto, porque por ellxs también luchamos. Nosotrxs no pretendemos el beneficio de las clases acomodadas a costas del olvido, la desidia o la opresión del resto, sino que pretendemos la equidad en todos los ámbitos sociales y terrenos posibles. Incluso de esas clases acomodadas.
Nuestra lucha va más allá de la seguridad material, el beneficio tangible o el acercamiento a una situación cómoda, nosotrxs pretendemos poder gozar de una justicia social real, de la tranquilidad de sentirnos vivxs y sin miedos, de un escenario de igualdad concreto y de un usufructo auténtico de las libertades personales. Se trata de una cuestión empática, que dista de su modo de desarrollo social, de pensar en el otro, de ponernos en el lugar y la piel del vecino, de inmiscuirnos en sus dolencias e intentar acompañar.
No somos iguales a lo que “tanto criticamos”, ni pretendemos serlo, porque su visión del mundo nos resulta anacrónica, obsoleta y caduca. No concebimos un presente, en donde debería primar la razón, que aún se sostengan las ideas y principios que ustedes pregonan. Mucho menos sus viles métodos de imposición.
Nuestra lucha está a la vanguardia de un grito de furia mundial, de una cuestión social a nivel global, de un pedido de todxs, no somos simplemente una porción de la población argentina con pañuelos verdes reclamando por lo que nos corresponde, sino que somos un lazo universal, humano, porque eso es lo que somos y queremos ser… simplemente humanos, por eso no somos iguales.
Escrito por Enrique Rosi para la sección: