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El partido de mis sueños

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Ese domingo había llegado la final del campeonato que jugábamos con mis amigos del barrio, veníamos jugando varios campeonatos antes pero éste era el primero que llegábamos hasta la instancia final, estaba eufórico y apenas pude dormir esa noche. Llegamos media hora antes del partido, nos cambiamos, entramos en calor hasta que llegó el momento de empezar el encuentro. Después de 15 minutos parejos, muy friccionado y pocas llegadas conseguimos un córner, fui al área y me ubique cerca del portero, estaba entre mi marca y el arquero, Martín tiro el centro al primer palo y fui directo a tratar de peinarla, en ese momento mi marca y el arquero fueron hacia la pelota al mismo tiempo así que me dispuse a ganar esa pelota como sea y al momento de saltar para cabecear…

No se que había pasado después de esa jugada, todo se volvió oscuro y fue como si me hubieran desconectado de mi cuerpo, luego de un instante pude ver una luz blanca pero no sentía mi cuerpo, la luz poco a poco se iba acercando o sin darme cuenta yo me acercaba hacia aquella luz blanca… de repente vi un señor, me hablo muy cortes y me dijo:

– Bienvenido Cristian, te estábamos esperando…

– Pero… ¿Dónde estoy, que hago acá, quien es usted?

– Mi nombre es Pedro, no quiero ser descortés pero el señor Jock Stein lo está esperando.

– Pero como…- Ese nombre, ¿Sera el mismo Jock Stein que ganó todo con el Celtic? – Pero como es posible, si él está… – y ahí me di cuenta de todo, de donde estaba. -¿Y Para que me necesita? – pregunté.

– Necesita de jugadores para seguir disputando el partido contra el infierno, necesita piernas frescas y jóvenes. Te llevare hacia donde se encuentra jugando el partido, hace mucho empezó tal juego y aun no pueden desempatar y hay demaciado en juego.

– Está bien – dije, sin dudarlo.

Me dispuse a seguirlo, y con mucha prisa fuimos hacia donde se estaba disputando el mismo partido, en el camino me fue contando que hace poco llegó una persona cuyo poder maléfico y perverso hizo que los poderosos y sanguinarios espectros tuvieran más fuerzas y poderío, ese mismísimo señor me contaba que era muy conocido en el mundo de los vivos, odiado por muchos y enfrentando por pocos, hasta que murió en su cargo, vivió hasta el último aliento de su vida en su sillón donde supo hacer de las peores fechorías en la historia del fútbol, esa misma persona era el propio Julio Humberto Grondona, cuando me dijo su nombre quede atónito aunque no tan sorprendido, creo que hasta muchos podrían esperar algo así de aquella persona.

Nos acercamos hasta el lugar, donde una cancha con un césped perfecto. Un billar como pocas veces pude ver. Las dimensiones, desde donde pude percibir, no eran las mismas que en una cancha normal del mundo de los vivos, no sé cuántos jugadores había por equipo.

Un equipo con camisetas blancas y solo con números en la espalda, era el equipo celestial que protegía al mundo de los vivos, y desde el otro lado de la cancha unos seres cuyos aspectos físicos eran muy similares a los humanos pero parecían sombras, parecían que fueran almas negras, eran espectros enviados del mundo de los muertos, su velocidad eran muy llamativa como pocas veces pude presenciar en un partido, su fuerza no era como la de un humano común y corriente, pese a que tuvieran una potencia física que no eran comparables con un humano normal, su fútbol carecía de juego, carecía de estrategia, carecía de pasión… En ese momento San Pedro me presento con el señor Stein, apenas pude reconocerlo. Pedro le dijo.

– Señor Stein, acá está el chico que llego hace poco a nuestro humilde lugar.

– Muy bien Pedro, me hacía falta piernas nuevas, mis jugadores a duras penas están resistiendo a los hostiles ataques de los espectros, déjalo conmigo y yo me ocupe de él, gracias por traérmelo hasta aquí.

– Un placer señor Stein, que tenga mucha suerte.- dijo San Pedro y se fue hacia el lugar por donde habíamos llegado. En ese momento Jock, el director técnico del equipo celestial me dijo que me sentara en el banco que en cuando pudiese pedía el cambio por alguno de los jugadores que viese cansado.

Observé el partido, no pude evitar ver algunas caras conocidas en el equipo del cielo. En el arco no podía creer lo que veía, no podía creer quien estaba, era la leyenda de “La Araña Negra” Lev Ivánovich Yashin, en la defensa estaba el mariscal “Perfumo”, el mejor central de nuestro fútbol argentino, acompañando esa saga central por el inglés Bobby Moore, el mejor defensor en la historia del fútbol inglés, a pesar de sus nacionalidades ambos defendían a muerte cada pelota, luchaban como gladiadores hombro a hombro, eran luchadores incansables defendiendo el arco de nuestro mundo. Mientras el partido iba en marcha a una velocidad impresionante, había un jugador que sobresalía del resto pese a los grandes talentos y técnica inconmensurable de la mayoría, su gambeta parecía imparable, su juego estaba a la altura del mismo Diego o Pelé, dejaba a los espectros en el camino como si nada, era el gran Alfredo Di Stefano “La saeta rubia”. En el trascurso del juego pude ver también a Garrincha, George Best, Eusebio “La pantera negra”, Ferenc Puskás, Johan Cruyff y varios integrantes de “La máquina” de River Plate.

El partido era de una intensidad abismal en la cual todos dejaban el cuerpo y corazón en cada pelota como si fuera la última. Garrincha dejó a dos en el camino y logra hacer un cambio de frente hacia Cruyff que la baja de pecho y sigue el juego para Eusebio, La pantera deja a un espectro en el camino pero el segundo con una tijera lleva puesto la pelota y jugador con una fuerza salvaje, dejó en el piso inmóvil a Eusebio pero el juego siguió como si nada hubiera pasado, el árbitro no hizo nada al respecto debido a los poderes oscuros de Grondona, entrenador del equipo del mal.

Juan Carlos Muñoz trato de recuperar el balón pero quedó en el camino, luego se aproximó Felix Loustau pero el jugador del mal se las ingenió para pasar a duras penas. En ese mismo segundo de una barrida elegante y majestuosa del Mariscal, logra recuperar la pelota y hace un pase a la ubicación de la Saeta Rubia al cual estaba marcado por varios y se las ingenió para ganar un saque lateral y aprovechar que hagan un cambio por el lesionado Eusebio.

En ese momento Stein rápidamente me llama y me dice que me ponga la camiseta que tengo atrás para entrar a la cancha, algo en mi interior me dijo que no dudara y me dispuse a ponerme esa camiseta blanca, sentía un aura y una energía que me envolvía a través de esa camiseta la cual en su espalda tenía el número “23”.

El partido paró para hacer el cambio y el técnico gritó hacia el capitán de nuestro equipo – Ángel, organiza para hacer dupla con el chico nuevo. – Después de ingresar a la cancha se acerca un señor morocho con bigote al cual entendí que no lo llamaban así por ser un ángel, sino por ser el mismo Ángel Labruna, mi corazón latía a mil por segundo y me dice – Pibe, yo juego por izquierda.

Pronto me fui hacia el lado derecho sabiendo que mi deber era hacerle llegar y acompañar al máximo goleador histórico de mi querido River Plate. Los espectros seguían atacando con una tenacidad extraordinaria pero la saga central era una muralla impasable por la cual apenas podían entrar, pero el monstruo de La Araña negra soviética no dejaba ningún rebote. En ese momento se la deja a El mariscal que hace un pase cruzado hacia el lado derecho donde la recibe Adolfo Pedernera “El cerebro” de la gloriosa Maquina, con su derecha hace un pase corto a José Manuel Moreno que de primera se la toca a Loustau, Loustau sin mirar y de primera la cruza a la izquierda, la recibe Angelito que pasa a uno con una elegancia como pocas veces vi, rápidamente la toca a Di Stefano que engancha y la devuelve a Moreno que con un simple movimiento la deja pasar sobre sus piernas engañando su marca y dejándola servida a Pedernera que con un pase quirúrgico lo deja libre a Labruna, jamás había visto un juego tan perfecto, tan elegante y sorpréndete, jugaban de memoria, ni el mejor Barcelona de Pep Guardiola era comparable con los movimientos que pude ver en esa jugada que armaron en cuestión de unos minutos, jamás me imagine presenciar en vivo a la gloriosa Maquina de River de la cual tantas veces escuche.

Labruna queda libre pero en un instante lo marcaron 3 jugadores del mal, su velocidad era diferente al del humano y por eso era tan difícil lograr pasarlos pero no se daban por vencido. Angelito se la pasa a George Best, logra dominarla y pasa a uno, engancha con una clase para pasarla a Puskas que logra aguantarla hasta que por la derecha, pasa a toda velocidad Muñoz que desborda dejando en el camino al espectro que lo marcaba, logra sacar un centro pero el arquero la despeja hacia la derecha dejándome la pelota a unos metros de donde estaba parado, corrí para llegar antes que el rival, logre agarrar el rebote pero ya tenía un defensor mordiéndome los tobillos así que levanté la cabeza y vi libre a Cruyff que levantó la mano en señal para que se la pasara. Acomodé el cuerpo para que el espectro no me sacara el balón y la crucé como pude y de un movimiento con su pie derecho la mató como si nada. Se acomodó para tirar un centro rápidamente al área y aprovechar que el arquero rival estaba aún mal parado después de esa jugada, cuando vi que hizo el movimiento para tirar un centro corrí hacia el área en la cual se encontraba Puskas y Labruna, el centro fue corto por el cual Puskas tuvo que peinarla, en eso llego al área y me quedo parado en el punto penal, la pelota iba al otro palo donde se encontraba Ángel que de un movimiento entre 3 espectros logra sacar una chilena, la chilena no iba al arco sino era un pase al medio donde me encontraba ubicado, anticipe el movimiento y deje a un defensor del mal detrás de mí, el arquero trato de cortar el centro pero quedo a mitad de camino, solo quedaba yo en frente del arco, la pelota se acercaba y me dispuse a pegarle a la pelota con la derecha entonces…

De repente escuche una voz desconocida que gritaba “DESPEEEJEEEN” y sentí un calor en mi pecho como un shock que oprimía mi cuerpo. Abrí los ojos, vi a muchos hombres sobre mí con un aparato en las manos, sentía el semblante débil pero lo sentía de vuelta. Después de unas horas se acercaron mis padres y mis amigos a contarme lo que había pasado. Me contaron que había sufrido un fuerte golpe en una jugada que fui disputar con el jugador del otro equipo. Me dijeron que perdimos la final 3 a 0, a mí mucho no me importaba haber perdido la final, yo estaba feliz. Pude jugar el partido de mis sueños…

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