La semana pasada falleció el padre de un amigo de mis viejos y fuimos a una sala velatoria en la Perito Moreno de Godoy Cruz, todo estaba bien hasta que entramos y empecé a reírme con uno de los que estaba en la sala, entonces decidí hacer esta nota sobre gente de mierda que va a los velorios…
A continuación una lista de los roles que cumple la gente a la hora de llorar a un ser querido:
La viuda desconsolada
No siempre es el cónyuge del fallecido, puede ser un hijo o un hermano, este participante se destaca por llorar mucho, a moco tendido durante todo el tiempo que esté en la sala generando más pena, caos y angustia en el ambiente, recordar cada dos minutos al difunto y sollozar fuerte provocando el odio de todos los allí presentes, arrepentirse de haber sido una mala madre, un mal hijo o un mal marido y no poder decirle al ya fallecido lo mucho que lo quería rematando su más dramática escena digna de un Oscar golpeando el cajón al grito de: ¡¿POR QUÉ TE FUISTE JOSÉ?!
El descolocado
Este es uno que vio luz y subió, un amigo de un amigo que se enteró y llegó, probablemente se haya equivocado de sala, está más perdido que Bomur en el búnker de Macri, seguramente le haya tirado con de todo a la viuda desconsolada en el cajón y se pusiera a manducar todo el morfi como hijo de vecino…
El del morfi
No siempre hay, pero no por eso menos importante la persona encargada de brindar algún refrigerio a las personas que están en el lugar, no siempre te cae del todo bien la comida porque tenés un nudo en la garganta por lo tanto la combinación de lágrimas, llanto, viudas, niños aburridos y gente con cara de tragedia no es la mejor sumada a unos sanguchitos que no te pasan por el nudo que tenés en la garganta de tanto llorar.
El pelotudo que hace reír a los demás
Ya tiene tanto tiempo haciendo guardia en el velorio que perdió la cordura, cuenta chistes, se ríe del muerto y habla mal de él. Se ríe a troche y moche, a carcajadas y no para. Te hace reír hasta con solo mirarte y vos ya no sabés qué hacer para que el resto de los presentes no te mire con cara de ogete, pero… el vago es gracioso.
El cebador de mates
Apenas llegás te da un mate, te sentás te tira uno lavado, te parás te da uno amargo como pedo de yegua, le pregunta a todo el mundo si quiere uno, amargo, dulce, con edulcorante o con azúcar, después de media hora tenés que buscar el baño para cambiarle el agua a las aceitunas, si no estás haciendo malabares para no mearte encima.
Las del rosario
Siempre hay alguna buena señora, por no decirle vieja chota que está rezando las cuentas del rosario, Padres Nuestros, Ave María y La Concha de tu Madre All Boys, invoca a todos los santos espíritus y dioses del más allá, pero andá a saber si el que se murió era ateo, budista o satanista Doña Normaaa…
Los niños
Ya no saben cómo controlarlos, están de los pelos, revolcados en el piso, llorando porque no entienden que pasa, las madres deprimidas los dejan que destruyan el lugar, se cuelgan del ataúd, de las lámparas, saltan de silla en silla, juegan con el rosario, joden con las coronas y terminan por tirarse al suelo a jugar con basura que hay en el lugar, no hay Tablet ni celular que alcancen…
El buitre
Llegó al velorio con el abogado, viene con papeles, porque ya venía viendo que el finado estaba a punto de partir, tiene poderes firmados, escrituras, títulos de propiedad, 08, CR7, 03, 03, 4, 5,6 shalalalalalalalá. Viene a por la firma de la tía Pocha, que en un momento de llanto y tensión sumada a la presión del cuervo, la sagaz lengua viperina del interesado y las ganas de meterse en el jonca con el difunto, firma y el buen muchacho se termina llevando hasta los adornos bañados en oro del féretro donde ya descansa el tan adorado tío Cacho.
No siempre es así, pero seguramente uno de estos personajes te has cruzado en un velorio y se te han puesto los ojitos blancos y gritado para tus adentros ¡pedazo de boludooo! a lo Pepe Argento. Vayan por la sombra, usen forro y no se olviden de tratar de ser un poco menos pelotudos todos los días así no los tengo que andar puteando cada dos por tres… ¡Chauchis!