No hay ser humano que respire el oxígeno bajo la atmósfera de esta tierra que, alguna vez, aunque sólo sea una sola, no se haya preguntado, ¿por qué? Ni habrá persona sobre la faz de nuestro mundo que no se haya mirado al espejo y, con cierta Repugnancia en su mirada, e incluso con algunas tímidas lágrimas asomando, no se haya preguntado, ¿por qué eres así? Agradecemos tener la capacidad de análisis, sí, la capacidad de apuntar causas, problemas y consecuencias. Pero, oh, que opuesto tan absurdo padece el ser humano cuando se muestra incapaz de corregir. Pues, ¿de qué sirve el análisis si es inconsecuente? Entiende el lector, o eso espero, que no afirmó que el humano sea incapaz de corregir, pues, ¿no se escribió una constitución estadounidense? ¿No se corrigió después para incluir a la población de color en sus derechos? ¿No se corrige el racismo poco a poco? Sí, y el fascismo ha dejado de ser en España e Italia, y el nacismo en Alemania, (y el comunismo en la mayor parte del mundo, añadiría).
Vagaba ayer por YouTube y vine a dar con un video de Kikillo, un youtuber de mi agrado por ser de Almería, mi ciudad natal. El video, que se titula “el sistema educativo de España”, es una dura crítica al sistema educativo español. Una crítica merecida, además, que utiliza el análisis para apuntar a la malísima calidad de éste. En cierto punto del video, Kikillo dice, «es tan fácil como copiar el sistema de nuestros vecinos los finlandeses». En mi opinión, quien dice los finlandeses, dice los alemanes o los estadounidenses. Entonces, aquí se formula la pregunta, ¿por qué no copian los países del mundo los sistemas educativos con éxito? ¿Por qué? No creo que la gente quiera apegarse al fracaso, pero entonces, ¿por qué?
Por supuesto, después de preguntarse una cosa así, uno empieza a cuestionarse otras cosas. Digamos el sistema económico. Tenemos los ejemplos de países desarrollados, países ricos que prosperan y prosperan. ¿Por qué no copiamos su modelo? ¿Por qué? Si sabemos, con mucha certeza, que las drogas son malas, destructoras, ¿por qué nos tienta consumirlas? ¿Por qué? Digo yo, que uno no deja la mano en el fuego; la quita rápidamente, con desespero, porque duele. Sin embargo, el hombre, en ciertas cosas, parece querer dejar la mano en la brasa; como si achicharrarse la carne fuera el mayor orgullo posible. Por eso reincidimos en hacer cosas que nos hacen daño, porque pensamos que algún día nos harán favor.
Todos esos por-ques, tienen una respuesta. Yo os voy a dar la que creo correcta. Diré que el hombre es orgulloso; un orgulloso que se afilia a un sistema, una ideología. Hace de su mundo un nombre, y hace del nombre un mundo; adora a un líder y hacer del líder su nombre. Ahí van los socialistas, de rojo, rememorando el nombre de Marx, defendiendo todo en su nombre y su ideología. No hay más. Yo defiendo la variedad de ideologías, pero también defiendo el individualismo en las ideologías. ¿Ha de ser un hombre eternamente socialista porque así lo siente? ¿No hay cambio posible? El orgullo ahuyenta el cambio, entorpece el análisis.
Aquí te respondo, Kikillo: la razón por la que España no copia el sistema educativo de los vecinos, es la misma por la que los futuros drogadictos prueban la droga. Por ahí van los habitantes, en un mundo sistematizado; un mundo donde existe la derecha y la izquierda, donde existe la virtud y el vicio, donde existe el amor y el odio. Un mundo donde se puede elegir entre público o privado, un sistema educativo u otro; en fin, un mundo donde hay que buscar un ídolo, un líder que nos guíe y nos dicte lo que debemos pensar. Y, una vez que elegimos, nos afiliamos y nos apegamos a muerte a la ideología. Hacemos de los sistemas nuestra personalidad.
La razón por la que España, o cualquier otro país, no cambia el sistema educativo, es el orgullo; querer probar que nuestra idea es buena a toda costa, defendiéndola con brío y coraje. Aunque en el interior, nuestra capacidad analítica pita desesperada, indicando nuestro equívoco.
La próxima vez que te mires al espejo y te preguntes, ¿por qué eres así? Dite, «porque eres un orgulloso».