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¿Te has preguntado que quizás el amor no exista?

Muchas veces me planteé el significado y la interpretación de esta gran palabra. Pero dicen que las cosas que se sienten no se pueden explicar…

¿Cuántas respuestas distintas podríamos encontrar si cada ser que habita la tierra nos diera su definición de «amor»? Pffff, infinitas.

 Entonces me pregunto ¿Cómo es que una palabra que no se puede describir, que no se puede definir, una a dos personas? ¿Cómo es que esas dos personas piensan y confían en que se aman por igual? ¿Es posible amarse por igual? ¿Es posible «amar»? ¿Qué es «amar»? ¡Qué flaca neurótica soy!

Si el amor es incondicional, como también dice la gente que «sabe», ¿es esa la razón para que dos personas que se aman estén distanciadas? ¿Es esa la razón por la que dos personas que se aman lo soporten todo? Incondicional: que no tiene límites. Un enfermo de amor, un loco obsesivo, una loca «atracción fatal» de esas que te meten el conejo a la olla… A mí me da miedo eso de incondicional.

¿Y si todo es un invento de alguien que necesitaba vender peluches, chocolates en forma de corazón y flores?

Quizás el amor no exista y sea el invento perfecto jamás creado. Quizás sea por eso que uno nunca tiene la certeza de haberlo encontrado.

Y eso de que el amor es «para siempre», otras dos palabras asignadas por el hombre y tan asquerosamente repudiables por mi persona. Nadie es eterno, y en caso de existir la eternidad, nadie la conoce. Entonces decir que un amor es «para siempre», es faltar a toda cordura, faltarle el respeto al momento presente y a lo que pueda suceder en un futuro. Es dar las cosas por sentado, boicoteando la inteligencia humana y creando realidades que quizás nunca existan. Quizás sea crear ilusiones, esas mismas que terminan por separar a las parejas.

Seguramente ahora comenten los defensores de pobres y ausentes, los moralistas de cupido: «el amor es algo que se siente», ¿cómo el dolor de pansa, de cabeza? ¿En dónde se siente, en el corazón, en el pecho, en las entrañas?

Ni hablemos entonces de un «amor no correspondido». Jodete por sentir lo que sentís sin razón alguna. Estás obligado a sufrir porque te tocó amar a alguien que no te juna. Jodete. Y jodete más si en algún momento se te pasó por la cabeza el decir «para siempre». Amarás y sufrirás del mismo modo y con la misma intensidad por el resto de la «eternidad» (¿3 meses?, quizás).

¿Y si el amor fuera una bonita y elegante manera de poseer al otro? Quizás sea el reemplazo de tantas otras palabras fuertes que carecen de poesía:  quiero hacerte el «sexo», el «compañero» de mi vida, muero de «soledad», te «deseo» con locura. Todas esas prolijas formas de decir que uno no puede estar solo, no quiere estar solo.

Tal vez el amor sea el resguardo de los necios, de los luchadores, de los sufridos.

Quizás necesitaban aferrar a una palabra una catarata de cursilerías, de flores que se abren, de pájaros que cantan, de mariposas que vuelan, de bocas que besan, de caminos que se unen, de cosas que no acaban. Pero el amor se acaba, así, sin más.

No entiendo a las personas que hablan de amor, no logro comprenderlo. Será que del amor no deba hablarse, quizás sea una palabra que se personifique y haga presente con la acción. No sé.  Quizás.

Fuente imagen:
www.antonioaguilera.blogspot.com.ar

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