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Radiografía de la mujer moderna

Son las 6:00 AM. El despertador no para de sonar y ella no tiene fuerzas ni para tirarlo contra la pared. Está acabada. Quiere quedarse en casa, cocinando, escuchando música, cantando, etc. Todo, menos salir de casa, meterse en el auto y tener que poner el cerebro a funcionar.

A ella le gustaría saber quién fue la bruja imbécil, la matriz de las feministas, que tuvo la grandiosa idea de reivindicar los derechos de la mujer, y por qué hizo eso con ellas, que nacieron después de ella.

Estaba todo tan bien en el tiempo de su abuela: ella se pasaba todo el día bordando, intercambiando recetas con sus amigas, decorando la casa, podando árboles, plantando flores, recogiendo legumbres de las huertas y educando a sus hijos. La vida era un gran curso de artesanos, medicina alternativa y cocina.

Y después se puso mejor: tenían servidumbre, llegó el teléfono, las novelas, la “pildorita” del día después, la tarjeta de crédito ¡Cuántas horas de paz! Hasta que, según ella, vino una tarada, a la que por lo visto no le gustaba el corpiño, ni dedicarse al hogar. Vino a contaminar a varias otras tontas que se pensaban rebeldes, inconsecuentes, con ideas raras sobre “vamos a conquistar nuestro espacio”. ¿Qué espacio ni que mierda? ¡¡¡Si ya tenían la casa entera!!! Todo el barrio era de ellas, el mundo a sus pies… Tenían el dominio completo sobre los hombres; ellos dependían de las mujeres para comer, vestirse…Y ahora… ¿dónde carajos están?

Termina muerta al final de cada día, ni hacer el amor quiere, le duele la cabeza, argumenta mil excusas por cansancio…

¿Nuestro espacio?, esbozó ella… Ahora los hombres están confundidos, no saben qué papel desempeñan en la sociedad, huyen de las mujeres, como el diablo de la cruz, les da miedo, tanta independencia acabó por hacerlos huir.

Ese tonto feminismo acabó llenándolas de deberes. Y lo peor de todo, acabó lanzándolas dentro del calabozo de la soledad crónica aguda.

¿Por qué, díganme por qué, liberación femenina????…sí la mujer sólo necesitaba ser frágil y dejarse tratar como a una reina, y le dio por competir con los “machos”…

Miren el tamaño del bíceps de ellos y miren el tamaño del de ellas. Estaba muy claro, cada quien en su sitio desde el día uno… para ella, la liberación femenina no terminaría bien.

Ella no aguanta más ser obligada al ritual diario de intentar estar flaca como una escoba, pero con tetas y culo duritos, para lo cual tendría que matarse en el gimnasio, además de morir de hambre, ponerse hidratantes, antiarrugas, padecer complejo de radiador viejo tomando agua a todas horas, y demás armas para no caer vencida por la vejez, maquillarse impecablemente cada mañana desde la frente al escote, tener el pelo impecable y no atrasarse con las mechas, que las canas son peor que la lepra; elegir bien la ropa, los zapatos y los accesorios, no sea que no esté presentable para esa reunión de trabajo, tener que resolver la mitad de las cosas por el celular, instalarse todo el día frente al PC trabajando como una esclava (moderna, claro está), con un teléfono en el oído y resolviendo problemas uno detrás de otro, que además ni son sus problemas.

Todo para salir con los ojos rojos (por el monitor, claro, porque para llorar de amor, no hay tiempo).

Están pagando el precio por estar siempre en forma, sin estrías, depiladas, sonrientes, perfumadas, uñas perfectas, sin hablar del currículum impecable, lleno de diplomas, doctorados y especialidades.

Se volvieron súper mujeres, pero ellos se quedan con los puestos de jefes y les dan órdenes.

¡¡¡Basta!!! Gritó.

Quiere que alguien le abra la puerta para que pueda pasar, que corra la silla cuando se va a sentar, que le mande flores, que la haga sentir valorada y querida. Si ella ya sabe que tenía un cerebro y que lo podía usar. ¿¿Para qué había que demostrárselo a los tipos??

Son las 6:30 AM y tiene que levantarse… ¡Que fría está su solitaria y grandísima cama! Quiere que un hombre llegue del trabajo, que se siente en el sofá con ella, quiere disfrutar de una cena con alguien, que le haga el amor, que la haga sentir mujer… porque descubrió que es mucho mejor servirle una cena casera que atragantarse con un sándwich y una Coca-Cola Zero mientras termina el trabajo que se llevó a casa.

Ella habla muy seriamente, quiere renunciar a su puesto de mujer moderna.

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