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Tres espantosos ejemplos de sinceridad entre mujeres

Un gran dilema se presenta en la vida de toda mujer. Todas nos hemos encontrado en este situación sin saber qué corno hacer. ¿Cómo mentirle a tu amiga? ¿Cómo sincerarte con ella cuando sabes que la vas a herir indefectiblemente?

Ejemplo 1
No sé porqué tu amiga media jugada de curvas agraciadas, se puso la bikini de Rasputia este verano. Tal vez le resonaba el slogan de Nike: “Just do it”. Y vaya que lo hizo. Y la muy cruel te pregunta a vos cómo le queda. ¿Qué hacer? La sinceridad no te sale y preferís que toda la sociedad se burle a espaldas de ella antes que “herirla” vos. Ahora bien, que no pase una mina cualquiera que haya cometido estos desatinos, ahí si que nos sale la serpiente venenosa, la Cruela de Vil de adentro. Somos crueles, despiadadas.

Ejemplo 2
Es ley que en un grupo de amigas el novio de alguna es un reverendo pelotudo, todas lo reconocen como tal menos ella. Encima sabes que es malo en la cama. Aclaro que esta habilidad se adquiere a través de años de análisis sociológico en diversos lugares observando detenidamente a los ejemplares masculinos, testeando algunos, sumado a un talento innato que posee quien les habla que no sé de donde mierda salió, pero que me permite vaticinar las habilidades amatorias de cualquiera. Volviendo al ejemplo en cuestión: Ya le ocultaste la verdad cuando te preguntó qué te parecía el flaco apenas lo conoció. Sabiendo de antemano que así le dijeras que es un imbécil, igual ya se había enamorado, así que optaste por mentirle. Pero…cumpliendo todos los pronósticos, cuando la estúpida de tu amiga no quiso salir porque el novio se quedaba a dormir, ocurre lo que ya sabíamos. Detrás de la pilastra del lugar más turbio de la ciudad, lo encontrás entrándole a cualquier gato. Vos estabas ahí de casualidad obvio esos lugares no te van ni ahí. Y ahora que problema, ¿no? ¿Que hacés? ¿Le decís que lo viste? Te vino una puta idea a la mente después de todo el espumante que te tomaste: ¡¡¡Una foto!!! ¡¡¡Más creíble que eso imposible!!! Cuando estabas saboreando tu cara de “te lo dije” mientras le mostrás la imagen a tu amiga, recordás que al celular ultra archi top que tenías se le rompio el flex, que no sabes qué es, pero el caso es que tuviste que desempolvar el Nokia 1100 como lo has hecho infinidad de veces. Fuck. Ya te ha pasado tantas veces. Ir corriendo a contarle significa sólo una cosa: Apenas lo vea al prometido, y éste le diga con su mejor cara de perrito mojado “nada que ver mi vida, es que tienen envidia de esto tan lindo que tenemos”, la cornuda le va a creer. El debate interno entre sinceridad e hipocresía se manifiesta ahora con todo su rigor.

Ejemplo 3
Esa amiga fulera, que la madre naturaleza la mandó al mundo desprovista de armonía arquitectónica en su cuerpecito. No hablo de pasarse con los postres, pintarse como Lady Gaga o vestirse como una dragqueen. En este caso no hay remedio posible, es fea y no hay nada que hacerle. En la humilde opinión de quién les habla, éste es el único caso en el que tenemos que vestirnos de político en campaña, venderle el mapa del delito completo, incluido Scotland Yard. Pobre mina, solución no tiene. 

Y sí, queridas féminas, acá es cuando se ve que la amistad pura no existe. Las amamos, haríamos cualquier cosa por ellas y viceversa, pero a la hora de ir con la verdad la cosa se complica demasiado. Nunca más cierto que la verdad duele y no me digan que no han cometido estas acciones en pos de la autoestima de tu hermana del alma. Ahora veamos a los hombres: Poco les importa el asunto, salen con lo que quieren, y generalmente se pongan lo que se pongan, cualquiera sea la forma de su físico, siempre reciben la bardeada sincera de la barra. Y son felices.

Tal vez deberíamos pensar en que somos bellas por donde se nos mire, seas alta, muy flaca, te vistas mal o bien, seas “hornito” (categoría dentro de la cual me encuentro) o seas chichón del suelo. Una gran variedad para todos los gustos y placeres, y ahí si dejaría de afectarnos la opinión negativa y sincera. Y al momento de largar la crítica, completarla con una frase que leí en el Mendo: “Las feas hacemos los mejores petes”.

 

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