/Yo también espero un milagro final

Yo también espero un milagro final

Yo se bien que algún día va a suceder, lo soñé varias veces; en realidad se puede decir que lo sueño todos los días.

Ya se que ando por la vida refutando creencias irracionales, que mi racionalismo militante sumado a la práctica del debate de cafés me han hecho ganar discusiones memorables, se que mucha gente teme defender sus supersticiones delante mío por temor al ridículo, pero me importa un huevo. ¿Sabés que?, todos andamos a la búsqueda de esperanzas irracionales, si, yo también. Macho, no hay forma de mantenerse cuerdo si no tenés una pequeña esperanza de que; contra toda razón el milagro algún día ocurrirá.

Mi esperanza en un milagro es modesta, no espero encontrarme con Dios, San Pedro y todos mis muertos, ni que me esperen setenta vírgenes para mi solo –Dios me libre de tamaña responsabilidad-, ni espero reencarnar en faraón, lo mío es tan pequeño que da un poco de vergüenza confesarlo, pero ya empecé, el whisky, el jazz y la soledad de esta noche harán seguramente que termine de decirlo.

El día ese, se conjugarán toda la racionalidad con todos los antiguos misterios, lo esotérico con lo escolástico y sucederá.

¡Que me calienta que no sea trascendente para la humanidad!, ni tan siquiera para mis allegados, ni para vos, del que tanto espero; solo será trascendente para mi. Ese día será mi epifanía.

El tema podrá ser baladí o sagrado. ¿Quién puede adelantarse para saber cual será la mariposa que aletee y desate el tifón al otro lado del mundo? Se que ese día no me vas a fallar. Me podés fallar siempre, pero siempre, pero ese día, por algún mandato cósmico en ese acto tan menor que alienta mi esperanza, te redimirás de todas las anteriores; las trompetas tocarán fanfarrias, el sol se asomará entre las nubes, y yo sentiré que toda una vida cobra sentido, que no era producto de la casualidad, que el espermatozoide que fecundó a ése óvulo fue enviado por una fuerza superior que se torna inasible.

Ese día, haré lo corriente, pulsaré las tres o cuatro teclas necesarias y esperaré, nunca he hecho otra cosa. Ese día no habrá una espera larga con final con gusto a fracaso. Ese día sonará a lo sumo dos o tres veces y del otro lado vos dirás –“¿Que hacés Angel Gris?”.

Ese día no te estarás bañando, ni lo habrás olvidado en el auto, ni algún duende lo habrá escondido. Ese día vos te comportarás como un tipo normal, te sonará el celular y lo atenderás.

Será un orgasmo cósmico para mí y todas las mierdas vividas a lo largo de años serán redimidas en ese mismo instante…

Dedicado a Torombolo, a mi hermano, a Rubén y a tantos amigos mas, sin los cuales no tendría una puta esperanza.

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