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Elegir, escoger… decidir.

Qué lindo, cuando chica, decidías por mí. Qué comía, qué vestía, cuándo iba al colegio y cuándo no.

El tiempo pasa y cambiando el dicho de «nos vamos poniendo viejos» diría, nos tenemos que ir haciendo responsables.

Comenzar a tomar nuestras propias decisiones resultaba lo suficientemente atractivo, como para discutir permanentemente con vos, que intentabas marcar la guía durante la niñez. Las discusiones fueron prácticamente permanentes y relacionadas con todo -desde la ropa, hasta las salidas-. Divertido resultaba sentirse grande, sentirse poderoso. Y, siendo fiel creyente que los deseos y los sueños se cumplen, cuando se añoran con todo el corazón, aquí me ves, sentada, 25 años, «grande», fumando un cigarrillo mientras las letras caen de mis manos.

¿Qué pasa cuándo esa guía no está más? ¿Qué pasa cuándo las dudas son lo suficientemente enormes y agobiantes y el sarmiento no existe? ¿Cómo hacer? ¿Cómo hacer para tener un gran disco rígido y poder recordar todos tus consejos? ¿Cómo lograr escoger, entre estos caminos, sin arrepentirme luego? ¿Cómo saber si es pasión o un simple capricho temporal?

Intentando acudir a mi memoria, logro recordar algunas cosas…

«La pasión mueve montañas»

«En lo que sea, pero la mejor»

«Lo único seguro en esta vida, es la muerte»

«El miedo paraliza»

«Los celos enmudecen el corazón»

«Las lágrimas son necesarias»

«Las dudas son parte de todo esto, de la vida»

Esto y algo más, son los requechos que dejaron los vástagos en mí; y con esto y algo más cuento en mi maleta para decidir.

¿Decidir qué? el camino a tomar, la fidelidad para con los actos de uno, la determinación de estar dónde y cómo quiero estar y sobre todo con quién.

Son dudas, baches, incertidumbres en todo mi ámbito vital.

«Nadie dijo que iba a ser fácil»…. escucho en su voz, mientras se me eriza la piel…. 6 segundos dura este momento. 6 segundos.

– Te recuerdo… te siento… hasta siento tu perfume… pero no logro escuchar mas que «Nadie dijo que iba a ser fácil». Y necesito mucho más de vos. Hoy, te necesito, te echo de menos, un poco más que ayer.

Estrujo las neuronas, tratando de traer a mí, mucho más de vos, de nosotros, de lo que fuimos juntos, para ver si el eterno lugar vacío en mi maleta, logra al menos disminuirse. Es un intento vano, mi memoria no quiere traerte, mi corazón se resiste a revivir lo acontecido. El tiempo sigue pasando y yo sigo aquí sentada, por el cigarrillo 8, mate y las mismas ansias de encontrarte, de escucharte, de preguntarte…

¡Stop! no son preguntas del índole recriminativo, no es un «por qué te fuiste», esa clase de preguntas dejé de hacérmelas hace un tiempo ya. Son interrogantes quizás más simples, ¿Cómo lograr que las milanesas no se quemen?, por ejemplo. Creo y confío que, detrás de esas cotidianas irregularidades, están las respuestas que hoy necesito.

Cigarrillo 14… Febo comienza a desperezarse para iluminarnos… y yo sigo acá, dónde me ves, dónde sentí al menos tu recuerdo durante 6 segundos.

Sigo dudando, sigo buscando la elección… pero sigo acá, en el vaivén de un camino hecho con piedras, pero sigo acá. Sigo.

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