Vas llegando a los 30. Te das cuenta que las cosas son bastante diferente a como te habías imaginado. Con un poco de esfuerzo, recordás la imagen que tenías cuando chico de la gente de 30 años, inclusive tu propia proyección. Ahí te veías seguro y con las cosas básicas resueltas: una profesión, trabajo estable, familia consolidada. Sí, claro:el niño que fuiste pensaba que 30 años ya era la edad de alguien con hijitos y techo propio.
Entonces entrás a marcar contraste con tu realidad. Te das cuenta que es sábado y estás en tu casa de previa con algunas personas. Este sábado salís, porque tus hijos están con el otro progenitor. Porque lo más serio que hiciste en la vida fue procrear, pero lo hiciste desde un lugar tan infantil que fue imposible construir algo parecido a una familia. Te das cuenta que, para lo único que querés salir es para reinventarte en esas historias que vendemos durante los juegos de seducción. O un momento que te distraiga de lo molesto que resulta estar viviendo con tus padres y no tener ni idea hacia dónde va tu vida laboral (y tu vida toda).
¿Por qué hay tantas diferencias? Algo se perdió. Creo que es la salida.
Nadie nos explicó cómo se sale de esta etapa de la vida hoy sobrevalorada por todos los medios. La adolescencia extendida está de moda. Nos dijeron que ser soltero es bien, que no tener responsabilidades es aún mejor. Hicieron todo lo que pudieron para dejar en claro que los descartables son la que va: amigos, conocidos y amantes para recambiar una y otra vez. Total somos muchos. Prometieron la felicidad ininterrumpida. Media cosa que te molesta, pasás de página.
Entonces, por qué no funciona? Por qué siento una y otra vez un espacio dentro mío que no tiene respuestas, que está vacío y carente de sentido?
Se fueron todos a la fiesta. Decidí que no iba. Seguir escapando no tiene sentido cuando sé que mis cuestionamientos son portátiles.
Miedo a trascender, eso es lo que tenemos. Pánico terrible de dar más allá de nuestra comodidad. De decidir cosas y jugarse a matar o morir. De sacar fuerzas de dónde no quedan para caminar un paso más. De hacer promesas y dar la vida en cumplirlas. De tener sueños y bajarlos centímetro a centímetro hasta que pisan la realidad.
Nos quedamos en lo aparente. Mientras en Instagram mi vida tenga un par de seguidores, seguramente estaré bien. Y si aparecen dudas me aturdo un poco con gentes, químicos o sexo.
Somos como niños con más posibilidades. Pero algo adentro no para de sonar, no para de repetir que tiene que haber algo más. ¿Qué es? ¿Por dónde se sale?
No quiero intentar de nuevo jugar a la casita. Probé esa opción y fue aplicar cambios a un nivel superficial. Resultó sin cimientos y se voló a la primera que el lobo sopló. Habrá que empezar por otro lado (centímetro a centímetro…).Porque las cosas internas no se solucionan desde la periferia.
Quizás la salida abre hacia adentro.
Buena reflexión ,…
un abrazo
Muy buen articulo y bien profundizado. Ojala no caiga en estos campos que describis…